Pásate al MODO AHORRO
Ignacio Vidal Folch opina sobre la intervención de Míriam Nogueras en el Cogreso

Ignacio Vidal Folch opina sobre la intervención de Míriam Nogueras en el Cogreso CG

Pensamiento

¡Suba el pinganillo! Las “duras declaraciones” de Míriam Nogueras

"Será que, sin darme cuenta, me he pasado a la 'antipolítica', o sea, a ese número creciente de ciudadanos que no admira, ni respeta, ni cree en los discursos, promesas ni habilidades de los representantes políticos, ni en su honestidad"

Publicada

Cuando era yo más ingenuo, los debates parlamentarios me daban un poco de pena. Sucede que ahora ya más bien me dan risa. Será que, sin darme cuenta, me he pasado a la “antipolítica”, o sea, a ese número creciente de ciudadanos que no admira, ni respeta, ni cree en los discursos, ni en los propósitos, promesas ni habilidades de los representantes políticos, ni en su honestidad.

¿Me habré vuelto, sin proponérmelo, sin darme siquiera cuenta, un facha? Es posible. No lo descarto. Pero cualquier cosa antes de volver a incurrir en la candidez de los creyentes.

Como digo, ahora el debate político me parece un espectáculo (relativamente) gracioso. Véase, por ejemplo, el discurso, el pasado martes, de la representante de Junts en el Congreso de los diputados, Míriam Nogueras, en el que, para subrayar la retirada de su apoyo al Gobierno, le espetó al presidente lo que se viene llamando unas “duras declaraciones”. (Suena grave, pues son duras; pero tranquilos, sólo son declaraciones, y las declaraciones, de un tiempo a esta parte, tienen una relación digamos laxa o “creativa” con la realidad, con los hechos.

Para dejar clara la retirada del apoyo de su grupo al Gobierno, Nogueras se dirigió al presidente en estos términos: “¡Suba el pinganillo!”. Pues, como ella hablaba en catalán, sus señorías tienen que usar los servicios de intérprete para entender cabalmente lo que ella tenga que transmitirles. 

Recelaba Nogueras de que el presidente tuviera el pinganillo colocado en la oreja, fingiendo escucharla, por cortesía parlamentaria, pero que lo tuviera apagado, pues lo que le tuviera ella que decir le traía al pairo. ¡Suba el pinganillo! ¡Escúcheme, escúcheme! ¡Es muy importante lo que le voy a decir!

Y lo que le tenía que decir fue esto: “Es usted un hipócrita, un cínico, no cumple con nosotros ni con Cataluña. Usted no tiene palabra. Sólo le interesa el poder y sólo se alía con quien le conviene para mantenerlo. Usted perdió las elecciones y gracias a nosotros es presidente y no lo es Feijóo”.

¡Duras declaraciones! Se quedaría descansada la señora Nogueras. Sólo le faltaba blandir una fusta de estricta gobernanta de las cuevas del sado.

Cuando le tocó responderle, el presidente contemporizó, la llamó a la paciencia. Comprende su irritación, pero debe tener en cuenta que él y su Gobierno hacen todo lo posible por complacerla, etcétera. Según fuentes del Gobierno recogidas para La Sexta, en el Ejecutivo “han recogido el mensaje” de Nogueras y “lo entienden. Respetan la estrategia política de Junts”, etcétera.

Esto tiene que ser muy frustrante. Es como si tu mujer te anuncia que ya no te soporta, que te deja, que se va de casa, y tú le respondes: “Claro, claro, a la vuelta pasa por el súper y trae yogurts, no te olvides.”

Yo creo que, vistas estas reacciones gubernamentales, en la próxima ocasión, la estricta gobernanta tiene que subir un poco más el tono. Calificativos como “hipócrita” y “cínico” no hacen mella en la imperturbabilidad sociata, los oyen todos los días.

Se ve que no se la toman en serio. Tienen muy bajo el volumen del pinganillo, y sus exabruptos los oyen como un lejano rumor de oleaje rompiendo mansamente contra la playa.

La próxima vez, Nogueras debería llamar a Sánchez escoria, rata de dos patas, perro pulgoso, pobre diablo, zascandil, leproso mental, hijo de Satanás… o cosas así, a ver si la toman en serio de una vez.

Ximplet! Tanoca! Capdesuro! Mitja merda!

Pero sospecho que ni así. El presidente respondería: “Entiendo su inquietud, le pido paciencia… hacemos todo lo posible por cumplir nuestros compromisos, tratamos de satisfacer sus reclamaciones… estamos en ello…

No hay manera. Todo esto me recuerda a un viaje a Oslo, donde conocí a un joven artista noruego que intentaba ser muy provocador y escandaloso. “Pero qué puedes hacer en este país tan civilizado”, me dijo, “en el que si le dices a alguien que es un imbécil, te responde: vaya, no lo había pensado, puede ser que tengas razón, entiendo tu punto de vista, sentémonos a debatirlo. ¿Te sirvo un refresco, o prefieres una cervecita?”

El pobre artista estaba desesperado. Exponía cosas muy agresivas y desagradables pour épater le bourgeois, pero el burgués las contemplaba diciendo: “Interesante, interesante…¡Notable!”

¡Al pobre joven artista me lo mataban, me lo asfixiaban a golpes de tolerancia, comprensión y diálogo!

Imagino a la señora Nogueras, de vuelta en el AVE a Barcelona, confusa y desanimada. “¿Habrá entendido Sánchez mi mensaje?”, se pregunta. “¿O tendría desconectado el pinganillo?”

Ánimo con el próximo debate. Pòtol! Tros que quòniam!