Un parque de energías renovables
La sostenibilidad no es solo un relato, es una decisión empresarial resiliente
"Las empresas que integran estos principios en su estrategia aseguran su viabilidad en mercados cada vez más exigentes y refuerzan su reputación"
Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), en 2024 China lideró la inversión mundial en energías renovables, destinando más de 625.000 millones de dólares al desarrollo de tecnologías limpias.
Mientras algunos debatimos si mantener o no el rumbo, otros ya han decidido competir.
La transición energética es una tendencia imparable y, como apunta Enrique Rodríguez Perezagua, director de comunicación y reputación de Moeve, “la mejor manera que tiene Europa de consolidar su seguridad y su autonomía es invertir en el desarrollo de combustibles renovables, garantía de independencia energética”.
Estas declaraciones se realizaron durante la conferencia organizada por Women Action Sustainability (WAS) en la sede de la CEOE, dedicada a reflexionar sobre el rumbo de la sostenibilidad empresarial.
Bajo el lema “construir confianza”, el encuentro dejó un mensaje nítido: la sostenibilidad debe abandonar el terreno ideológico y consolidarse como una estrategia de negocio medible, resiliente y directamente vinculada a la creación de valor.
Como recordaba Donella Meadows en Los límites del crecimiento, los recursos del planeta son finitos y la sostenibilidad exige aprender a gestionar esos límites con inteligencia.
En el ámbito empresarial, eso se traduce en eficiencia, anticipación y colaboración. Ser sostenible no es solo cumplir con una agenda verde: es liderar y pensar diferente. Es, sobre todo, adelantarse al cambio.
La sostenibilidad, bien entendida, es una ventaja competitiva y debe trasladarse de la narrativa a la gestión real; del propósito a la acción; y del relato a los indicadores.
El mensaje fue claro. “La sostenibilidad sí es financiera y el relato debe basarse en la solidez del dato”, señaló Delia García, directora de sostenibilidad de L’Oréal.
Todos los presentes compartimos que, en un entorno cada vez más polarizado, el impacto debe ser tangible, medible y visible en la cuenta de resultados.
Las empresas que integran estos principios en su estrategia aseguran su viabilidad en mercados cada vez más exigentes y refuerzan, a la vez, su reputación. Instituciones como la Generalitat de Catalunya están impulsando programas y ayudas orientadas a las pymes industriales, con el objetivo de reducir emisiones y, al mismo tiempo, aumentar su resiliencia.
Porque ser resiliente no es solo resistir, sino también saber adaptarse y detectar oportunidades en los cambios que vienen. Porque la sostenibilidad, lejos de ser un coste, se consolida como la base de la competitividad futura.
Esa visión compartida no se construye solo desde las cifras, sino desde la estructura y los procesos que la hacen posible. “La sostenibilidad se gestiona en transversal”, subrayó Ana Salazar, directora de sostenibilidad de Aena, recordando que los grandes retos solo se resuelven con planificación, tecnología y colaboración.
Porque avanzar hacia un modelo sostenible exige romper silos, alinear objetivos y trabajar de forma coordinada con toda la cadena de valor, desde proveedores hasta clientes.
Pero seamos claros. Los expertos en comunicación y reputación corporativa debemos reconocer que existe una fatiga real del relato sostenible. En ocasiones, el exceso de lenguaje activista ha distorsionado su propósito original.
Necesitamos ilusionar de nuevo, construir una narrativa empresarial con propósito, que aterrice en la vida cotidiana y muestre cómo estos cambios mejoran barrios, empresas e historias reales de las personas. La sostenibilidad necesita un nuevo tono, basado en la evidencia, la gestión y los resultados tangibles para las personas.
Pero también seamos conscientes de que el reto ya no es solo comunicar, sino gestionar con coherencia. En definitiva, este nuevo modelo empresarial exige decisiones valientes, datos sólidos y resultados visibles.
Las compañías que comprendan que avanzar hacia un desarrollo responsable es una forma de liderazgo y resiliencia a largo plazo, serán las que marquen el camino a seguir.
Yo puedo afirmar que creo en las empresas, creo en la sostenibilidad y creo en las personas.
Seguimos.