Estanco de tabaco
Talibanismo irredento. 'Companys, no es això'
"Al ministerio de Mónica García le ha faltado comprensión con los sectores afectados por la legislación anti-tabaco, y con los fumadores que se sienten como unos parias porque se quedan sin alternativas"
El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, me puso hace unas semanas a caer de un burro por informar. Al señor Padilla no le gustaron una serie de informaciones en las que explicaba el malestar de varios países sobre las intenciones de España en materia de legislación anti-tabaco. El secretario de Estado me acusaba de mentir porque Europa ha dado luz verde al talibán decreto del Ministerio.
Bueno, no saber hacer comentarios de texto tiene estas cosas, porque mis artículos informaban de que seis países habían presentado alegaciones al proyecto español. Alegaciones críticas, sobre todo, a las intenciones de España en los cigarrillos electrónicos y otros productos de vapeo. Le guste o no al señor Padilla, estos países europeos acusaban a España de atacar a la libre circulación de mercancías y de provocar inseguridad jurídica.
Vayamos al meollo. El Gobierno ha presentado su proyecto y ahora se inicia el trámite parlamentario. No me meteré en el jardín de aventurarme en afirmar -o no- que lo superará. El tiempo lo dirá. Yo en lo que sí me meteré es en dar mi opinión y en analizar cómo han reaccionado los sectores afectados.
Soy fumador. Lo he sido muy empedernido y ahora estoy en lo que a mi juicio es un consumo moderado, aunque a mi pareja no le parece lo mismo. No me parece mal que, como en el fútbol, se achiquen espacios y no se pueda fumar en determinados entornos porque eso ayuda a reducir el consumo como, por ejemplo, en las terrazas de los bares.
Sin embargo, entiendo el cabreo del sector de la hostelería por tener que afrontar un nuevo escenario que puede impactar negativamente en su negocio. Y lo que no entiendo es por qué el Ministerio de Sanidad no habla con los sectores afectados. Esta actitud supremacista del ministerio no tiene justificación, porque tiene tanto derecho a legislar como a escuchar. No es de recibo que no escuche al sector de la restauración, a las tabaqueras, a los cerveceros o a la industria vinícola. Escuchar no es un verbo prohibido.
Y no entiendo el porqué del talibanismo irredento ante las nuevas fórmulas de consumo. No es fácil dejar de fumar, y créanme, sé de lo que hablo. Por eso considero que el vapeo, en sus diferentes formatos, es una alternativa al tabaco de combustión. También lo consideran diferentes países de la UE, aunque el señor Padilla no lo considere así.
Tratar igual al vapeo, el cigarrillo de tabaco calentado o las bolsitas de nicotina es poner trabas a los consumidores que optan por estas opciones para abandonar el tabaco. Si no las tienen, el camino se les cierra. En España será así. En Europa tenemos otras opciones. En algunos de estos países los médicos prescriben a los fumadores cigarrillos electrónicos o bolsas de nicotina, algo que también defienden oncólogos españoles para ayudarles a dejar el vicio.
Argumentan en el ministerio que es una forma de bloquear el consumo a los más jóvenes, pero todos sabemos que, si estos jóvenes no encuentran estos productos en el mercado, los buscarán por caminos indeseables. O por caminos alternativos, ya que estos productos se pueden adquirir en establecimientos o por internet sin ningún tipo de control.
Ahora queda un largo camino de trasiego parlamentario y las enmiendas serán muchas porque los sectores afectados, o apestados por el ninguneo del ministerio, no se quedarán de brazos cruzados. Tampoco los gobiernos autonómicos, que tendrán colas en las puertas de sus despachos pidiéndoles medidas que no impacten en su actividad.
Al ministerio de Mónica García le ha faltado mano izquierda - ¡quién lo diría! - para llevar adelante una medida positiva. Sin embargo, le ha sobrado talibanismo irredento y le ha faltado comprensión con los sectores afectados y con los fumadores que se sienten como unos parias porque se quedan sin alternativas. Señores del ministerio: les recuerdo que el objetivo es reducir a menos del 5% los consumidores de tabaco. Recordando una canción protesta de la Transición les digo “Companys, no es això!.