Emma Gumbert, Cónsul Mayor del Consolat de Mar, fotografiada en el Salón de Contrataciones de la Llotja de Mar (Barcelona)
Emma Gumbert, Cónsul Mayor del Consolat de Mar: "Las mujeres somos solucionadoras de problemas"
La abogada laboralista y experta mediadora es la primera mujer en ocupar el cargo en los más de 750 años de historia de la institución
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Emma Gumbert reconoce que lo suyo no fue una vocación temprana y que llegó a Derecho por eliminación. Sabía lo que le gustaba, las cosas con las que disfrutaba, que era sobre todo la relación con las personas. Dudaba entre cursar Derecho o Comunicación. El destino se encargaría de que ambos intereses se engarzaran en una sola profesión con una extraordinaria coherencia.
Finalizó la carrera con la idea de “no ser abogada”, cuenta a Crónica Global. Sin embargo, un poco “para tranquilizar a sus padres”, tuvo la inmensa suerte de comenzar unas prácticas con el padre de un amigo suyo que era abogado laboralista en Barcelona. Lo que en principio iban a ser seis meses se convirtieron en cuatro intensos años. “Él fue la persona que me lo enseñó todo. Me llevaba de la mano a todas partes, a todos los juicios. Era un gran negociador del ámbito textil. Allí es cuando me enamoré de la profesión”.
Para Gumbert aquel periodo fue revelador. Descubrió que el Derecho, ya sea laboral, matrimonial o penal, tiene una parte muy humana que es la de escuchar, la de acompañar a las personas en momentos complicados. Gestionar un expediente de cualquier ámbito no es solo perseguir un veredicto sino, también, pensar en las posibles repercusiones individuales o colectivas que conlleva.
Durante sus primeros años como abogada laboralista afrontó muchos juicios y acató no menos sentencias, pero un persistente run-run le decía que ganar no resolvía el problema. No digamos ya si perdía. Pensaba que las cosas se podían hacer de forma distinta, de manera más constructiva a través de la mediación. Su curiosidad infinita y su amor por la lectura le abrieron todo un mundo de posibilidades. “Me formé. Tengo los títulos para ser oficialmente mediadora de conflictos y conciliadora”.
Así se gestó su forma de entender el oficio. Desde una perspectiva mucho más empática, consciente y conciliadora que se ha convertido en una suerte de ADN profesional sobre el que ha cimentado toda su trayectoria.
Gumbert es una reputada abogada laboralista experta en mediación
- Tiene usted el perfil idóneo para el cargo de Cónsul Mayor del Consolat de Mar, una institución secular creada expresamente para la resolución de conflictos.
- Para este puesto, que nunca pensé que llegaría a ocupar, es verdad que mi perfil reúne varias cosas muy específicas. No solo el ser abogada, no necesitas serlo para ser Cónsul, pero sí es cierto que poseo el conocimiento técnico de lo que es el motor del Consolat, que es la gestión de conflictos, porque me dedico a esto. Además, no solo soy abogada, sino que también soy empresaria y tengo una trayectoria institucional. Desde hace cinco años soy vicepresidenta de PIMEC; miembro del Comité Ejecutivo de la Cambra de Comerç de Barcelona y vicepresidenta del Observatorio Mujer, Empresa y Economía. Claro, todo esto me da una panorámica muy completa de lo que les ocurre a las empresas a nivel profesional.
- Resulta paradójico que una institución tan antigua creada expresamente con esta voluntad de resolver conflictos no esté tan arraigada aquí como en el mundo anglosajón.
- En el laboral ya tenemos la institución de la mediación, de la conciliación, pero fuera de España está mucho más avanzado todo lo relacionado con la mediación organizacional, que es lo que yo hago. En el modelo anglosajón está muy normalizado desde hace mucho tiempo. Incluso tienen una figura bastante conocida, el ombudsman, que son perfiles dentro de las empresas dedicados expresamente a todas estas cuestiones. Además han generado un sistema jurídico que viene del Common Law, que es la raíz jurídica de los países anglosajones, que lo contempla mucho más.
- Nosotros, en cambio, venimos de una tradición distinta. Al final aquí ha acabado todo muy judicializado y la vía jurídica ha sido prácticamente la única. De hecho, con la entrada en vigor la Ley Orgánica 1/2025, que precisamente busca introducir todo esto alcanzando acuerdos antes de interponer un procedimiento judicial, está habiendo mucha resistencia. Es normal, la gente se resiste a los cambios por desconocimiento, porque no saben lo que va a pasar o porque piensan que no dominará el proceso ahora que ya tiene unos hábitos y maneras de trabajar. Los operadores jurídicos se tienen que adaptar porque estábamos entrenados solo para aquella vía.
- Ganar o perder, ahora en cambio con la nueva ley se abre un amplio abanico de posibilidades que, a priori, parece mejor.
- Sí. Lo que ocurre es que es algo nuevo que no controlas y redefine también el papel del abogado, del notario y de los distintos operadores jurídicos que pueden entrar.
- Pueden pensar que pierden poder...
- Bueno, que pueden perder una parte del control más que de poder. Ese es el miedo. Al final es abrir la mente y ver al mediador no como un imposibilitador del problema, sino como un facilitador.
- ¿Cree que en España será fácil implantar esta práctica con la justicia colapsada?
- Yo siempre digo que la mediación o la gestión de conflictos se ha vendido solo como una solución a la congestión judicial. Pero lo importante es el cambio cultural. La descongestión judicial tiene que ser el efecto, pero si no vamos al origen, que es que todos entendamos que se pueden resolver antes las cosas y que será mejor y no peor para nosotros, va a ser un proceso complejo y largo. Esto no es automático. Por eso aquí estamos muy centrados en hacer esa tarea de difusión de lo que es y para qué sirve.
- Se trata de no precipitarse y contemplar otras medidas...
- Y sobre todo, escuchar al otro. Muchas veces lo que hacemos los mediadores solamente es conseguir que las partes se escuchen. Parece muy fácil, pero es muy complicado. Nuestra labor es escuchar a ambas partes y buscar el diálogo entre ellas. En el ámbito empresarial, decimos “controlar la solución”. En un juzgado nunca controlarás la solución. Puede ir bien o mal. En cambio, en un acuerdo tú sabes lo que firmas, no es un tercero quien dirá si tienes o no razón.
La nueva Cónsul de Mar pretende posicionar la instutución como referente de la mediación empresarial
- ¿Esta labor será uno de sus objetivos como Cónsul Mayor?
- Lo que yo llamo llevar la institución a la actualidad. El servicio como tal, de forma operativa, ya está. Nosotros solo lo estamos adaptando a la ley. La aplicación de la misma nos ha puesto las pilas no solo en el sentido de adaptarnos sino además de prepararnos para un crecimiento de este servicio (...) Las empresas cada vez son más conscientes de este servicio. Nuestra labor no es meternos en el trabajo de los abogados y abogadas sino difundir esta práctica para que el cliente sepa qué es. Que sea una herramienta que te pida porque no es excluyente.
- ¿Somos las mujeres, en general, más empáticas?
- Somos solucionadoras de problemas. Yo siempre digo, cuando me preguntan a qué me dedico, que me dedico a solucionar problemas. La función de las mujeres por el rol que nos ha tocado, sobre todo a las que nos preceden, era solucionar problemas, lidiar con todo, y nadie veía ese trabajo. Pero es verdad que nosotras, por naturaleza, estamos más entrenadas para esto. Yo tengo mediadoras mujeres como referente, pero también he entrenado mucho con hombres y he aprendido mucho de algunos porque estas habilidades las tenían bien integradas. Es decir, que no es exclusivo, pero es verdad que educacionalmente estamos más preparadas para gestionar conflictos porque estamos habituadas. No necesitamos el enfrentamiento necesariamente.
- Usted es la primera mujer en ocupar este cargo en los más de 750 años de historia de la institución. ¿Se siente especialmente presionada?
- No, me siento especialmente orgullosa. Orgullosa porque pienso que es un camino que no es solo mío, sino también de todas las mujeres que me han acompañado de numerosas organizaciones. Por ejemplo, aquí en la Cambra, la ODEE (Observatori Dona Empresa i Economia) de la que formo parte; o de PIMEC, que también tiene un colectivo de mujeres empresarias. Todo esto ha hecho que yo ni me cuestionara que era mujer, es decir, cumplo todos los requisitos para asumirlo. Y también digo siempre que el orgullo no es ser la primera, sino que vengan muchas detrás que digan: “Eso es posible”. Hasta ahora nadie había imaginado una mujer Cónsul Mayor. Pues ahora ya está en el ideario.
- Que no sea una excepción, sino algo normal.
- Esto mismo comentábamos el otro día del ICAB (Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona), del que ha sido nombrada la tercera decana. “Bueno, ya son tres. Ya somos una institución liderada por una mujer. Ya no sorprende, ha pasado a ser una normalidad”. Pues aquí lo mismo. Es un inmenso orgullo, pero no podemos perder estas dos patas y más en un momento en el que a nivel global y geopolítico hay muchas cosas cuestionadas. Por tanto, si esto se tiene que poner en valor lo haremos, pero realmente no es una cuestión de género el ser Cónsul Mayor, aunque por tradición así ha sido hasta ahora.
- No ha sido una cuestión de género, pero es la primera mujer en sus más de 750 años de historia. Quizás por dinámica o porque tradicionalmente el mundo empresarial es un ámbito masculino.
- Sí, sí. El ámbito empresarial está absolutamente masculinizado. Es verdad que en los últimos años es cuando han empezado a despuntar mujeres directivas, colectivos de empresarias que se han unido para generar sinergias y creo que mi nombramiento es fruto de todo esto, escenifica ese cambio donde las mujeres llegamos a puestos de decisión y de influencia.
- En ese aspecto, y desde su visión global, ¿queda aún mucho por hacer? ¿No debemos dar nada por sentado?
- No hay que dar nada por sentado, tú lo has dicho, esto lo tenemos muy presente todos estos colectivos. Porque como decía Simone Veil: “Cualquier momento de crisis será aprovechado para retroceder tres pasos”, que es un poco lo que estamos viendo. En ese sentido, aquí estamos como en una burbuja. Pero yo siempre digo que la igualdad de género no es una cuestión de tener más derechos, es un tema de justicia, de reconocimiento, es que estamos preparadas y tenemos las mismas habilidades, la misma disponibilidad, exactamente igual. Y muchas veces, tengo que decirlo, estamos mejor preparadas porque se nos exige más. Nosotras nos exigimos más y además tenemos que demostrarlo (...) Bueno, aún hay mucho trabajo por hacer para alcanzar esa equidad que no consiste en quitar a nadie, sino que todos podamos estar.
Emma Gumbert es la primera mujer en ocupar el cargo de Cónsul Mayor del Consolat de Mar de Barcelona en sus más de 750 años de historia
- Educar desde pequeños es esencial.
- Totalmente. Yo tengo dos niños y ellos son muy conscientes. Pero ha habido una parte de autoanálisis y autoconocimiento para ser consciente de ciertos roles que había heredado de casa y que debían cambiar. Porque por hábito repites roles, y el mensaje que transmites, por mucho que yo les hable a mis hijos de feminismos y que somos todos iguales, no tenía sentido. Por tanto, me cuestionaba cuál tenía que ser mi rol en casa y cómo lo tienen que ver ellos para que entiendan que todo es congruente. No es solo lo que decimos sino que también lo tenemos que practicar en casa.
- En un encuentro en el que participó hace unos meses sobre mujer, economía y derechos humanos, decía que “las aportaciones de la mujer a la economía no revierten en políticas económicas en perspectiva de género”. ¿A qué se refiere?
- Esto viene de un estudio de PIMEC a raíz de una idea de Maria Teixidó, que es abogada y ha ocupado varios cargos importantes. También estuvo en el Barça y fue una de las impulsoras del Barça femenino hace unos años. Ahora lleva la comisión de Mujer y Empresa en PIMEC. Cuando llegó, me preguntó: "¿Tú qué quieres que haga aquí?". "Tenemos que hacer algo distinto, tenemos que ser la casa de las mujeres empresarias", dije. Me contestó que le obsesionaba una cosa de su etapa en el fútbol. “Todo el mundo me decía que el fútbol femenino cobrará lo mismo el día que dé los mismos beneficios que los hombres”. Pero ella seguía pensando: “Ya, pero mi madre, que ha trabajado toda su vida y ha pagado todos sus impuestos, aún ahora cuando se hace un análisis o un estudio médico se piensa en hombres y no en mujeres”. Se ha descubierto, por ejemplo, que los síntomas del ictus son distintos en hombres y mujeres. Esto no podía ser. Había que ver qué aportan las mujeres y cómo revierte esto en políticas. A raíz de esto se elaboró desde PIMEC con una universidad de Galicia un estudio. Los indicadores decían claramente que lo que aportan las mujeres con sus impuestos no revierte en políticas específicas que incorporen la perspectiva de género. Y esto, además de muchas otras cosas, implica que si haces un estudio de una enfermedad, tengas en cuenta que hay hombres y hay mujeres y que sus cuerpos funcionan de forma distinta.
- Luego también se veía que, después de la época del covid, los ámbitos donde más se iba a invertir con los fondos Next Generation son sectores altamente masculinizados. En cambio, en todo el sector de cuidados, que es mayormente femenino, no se están poniendo fondos. Esto seguramente será un error estratégico de nuestra historia porque todo el mundo ve hacia dónde vamos en el tema de los cuidados. Vamos envejeciendo y todo esto se tiene que gestionar si queremos mantener el estado del bienestar.
- ¿Eso quiere decir que no haya que invertir en esos otros ámbitos que son motor? No, se tiene que invertir, se tienen que planificar estrategias, pero también se tiene que premiar a aquellas empresas que apuesten claramente por la igualdad. Y aquí estamos con los indicadores y nuestra reivindicación. Porque hay voluntad política, todo el mundo te da la razón, pero luego hay que llevarlo a la acción y ver cómo materializarlo.
- ¿Cuál le gustaría que fuera su legado en esta institución?
- Que el Consolat de Mar sea el número uno. Siempre lo he dicho, nosotros tenemos que ser el referente en la mediación empresarial.