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Javier López, un empresario español, llegó a construir un imperio financiero que le permitió alcanzar ganancias asombrosas en su juventud, alcanzando a ganar 915 millones de euros al mes. De hecho, logró construir un negocio en el que ganaba más de un billón de dólares al año antes de cumplir los 30 años.

No obstante, este vertiginoso ascenso, impulsado por su ambición de dejar atrás sus orígenes humildes—su padre era un agricultor que no sabía ni escribir—, culminó en una profunda ruina.

Ante esta situación, el empresario confesó que se vio forzado a vender una gran parte de su patrimonio: “Perdí todo y tuve que vender más de 100 viviendas para poder sobrevivir y aguantar”.

Su negocio original, Credit Services, se dedicaba a conseguir financiación para empresas y particulares, trabajando principalmente con la banca estadounidense y asistiendo a clientes que habían sido denegados por las entidades tradicionales.

La estructura de esta empresa creció hasta contar con 1.000 oficinas en 21 países. Llegó a gestionar 13.000 millones de euros en financiación en un solo año. El éxito se basaba en un sistema de titulización de hipotecas, donde se adelantaba hasta el 80% de las ganancias futuras, multiplicando el dinero en el sistema hasta 30 veces. Con apenas 22 años, López ya tenía 100 oficinas, y a los 26 llegó a tener 1.000.

Sin embargo, el sistema colapsó completamente. La crisis financiera mundial, y en particular el cierre de la banca americana como Lehman Brothers, dejó a Credit Services "colgadísimos" de la noche a la mañana, cerrando el grifo del dinero que sostenía todo el entramado.

Plan B: sobrevivir para renacer

La magnitud del desastre se tradujo en una deuda personal que alcanzó los 900 millones de dólares. López experimentó un colapso mental y un estrés significativo, ya que tenía que lidiar con más de 7.000 personas que reclamaban sus salarios.

La tensión fue tan alta que perdió más de 50 kilos de peso en año y medio, y reconoció que en un momento dado su mente le sugirió el suicidio como una forma de "dejar de sufrir".

Para lograr sobrevivir, el catalán tuvo que pactar, negociar y reestructurar sus deudas, llegando a vender más de 100 viviendas que poseía. Aunque no llegó a utilizar la Ley de Segunda Oportunidad (la cual se implementó más tarde, en 2015), sí consiguió aguantar la estructura gracias a los acuerdos y al cobro de una demanda ganada a General Motors Bank.

El colapso del grifo de financiación lo forzó a reinventarse: si ya no podía ofrecer dinero, ofrecería servicios jurídicos. El intento inicial de usar su antigua marca, Credit Services Abogados, fracasó porque el público la asociaba con la financiera. Este cambio de marca y el comienzo desde cero fue un proceso doloroso que requirió resiliencia, como desprenderse de un hijo.