Jaume Sisa en su casa / LENA PRIETO

Jaume Sisa en su casa / LENA PRIETO

Músicas

Oh, Bienvenidos, pasad, pasad...

Hace ya 50 años que Jaume Sisa publicó su segundo disco, Qualsevol nit pot sortir el sol, y para celebrarlo se publica una bonita reedición en vinilo que genera una gran alegría para varias generaciones

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Se cumplen cincuenta años de la publicación del segundo disco de Jaume Sisa (Barcelona, 1948), Qualsevol nit pot sortir el sol, y para celebrarlo se publica una bonita reedición en vinilo. Dios mío, medio siglo ya, ¡y qué mayores estamos los que lo disfrutamos en su momento…Conviene recordar que la edición del álbum no fue fácil. La discográfica Edigsa lo tuvo tres años en barbecho (con la excusa de que el primer disco de nuestro hombre, el excelente Orgía, se había vendido muy poco: esa mezcla de Bob Dylan y la Incredible String Band no fue entendida casi por nadie)) y solo se decidió a sacarlo gracias a la insistencia de Rafael Moll, segundo de a bordo de Víctor Jou en Zeleste.

Esta vez, el álbum funcionó, gracias a la canción que le daba título, que para Sisa era una más, pero para el público se convirtió en un himno, hasta el punto de que, como se queja irónicamente el artista, a veces parece que solo ha escrito una canción en toda su vida.

El éxito de Qualsevol nit pot sortir el sol situó a Jaume Sisa en la escena musical catalana y española. Y con el tiempo ha quedado como la banda sonora de una Barcelona que ya no existe y de un mundo, el que giraba en torno al Zeleste de la calle Platería, que ya ha muerto, como los mandamases de Zeleste, dos grandes muchachos.

Jaume Sisa en su casa / LENA PRIETO

Jaume Sisa en su casa / LENA PRIETO

En la época en que salió este disco, mi generación pasaba las noches en Zeleste. Y cuando llegabas, no era raro encontrarse con el Sisa en la barra, bebiendo whisky y platicando con sus compadres, todos muertos ya: Gato Pérez, la Voss del Trópico, mosén Flavià, el Molleras (que es como la Voss llamaba a Rafael Moll)…Esas conversaciones inspiraron el magnífico tema de Gato Pérez Ebrios de soledad, y si te podías sumar a ellas pasabas ratos tan magníficos como inolvidables.

A partir de Qualsevol nit pot sortir el sol, la carrera de Jaume Sisa se estabiliza y él se convierte en un héroe del underground barcelonés. Para divertirse, el artista se disfraza de vocalista con la Orquesta Platería bajo el alias de Ricardo Solfa, que luego le serviría para intentar reinventar en Madrid (a partir de 1990) la canción española. Intento no comprendido que se saldó con unas ventas paupérrimas y la recuperación de su antigua personalidad, chapada porque, en teoría, no daba más de sí (de ahí el disco de Sisa Cantautor final).

Más ilusiones que ahora

El fracaso de Ricardo Solfa es una de las páginas más tristes de la música española. Jugada conceptual que no fue comprendida, permitió a nuestro hombre escribir en español y proponer una nueva mirada sobre la copla y la canción española. En Cataluña abominaron de la nueva identidad del Sisa y en Madrid lo consideraron un graciosillo catalán que jugaba a cantar canciones de toda la vida.

Ricardo Solfa habría podido dar mucho de sí (Sisa me contó que tenía como cincuenta canciones inéditas, que nunca serán grabadas y nunca escucharemos), pero la incomprensión popular cortó en seco su carrera y su evolución. Una pena.

Portada del disco de Jaume Sisa

Portada del disco de Jaume Sisa

Cuando Sisa volvió a ser Sisa, publicó unos cuantos álbumes (el mejor fue el último) hasta su jubilación. A punto de cumplir 77 años, el artista se considera retirado, aunque sigue llenando papelotes en casa, con ideas, historias y puede que conatos de canción. Ha pasado a la historia por una sola canción, pero su obra (y la de Ricardo Solfa) es mucho más amplia y ofrece abundantes motivos para el disfrute.

La reedición de Qualsevol nit pot sortir el sol nos permite recrearnos en la nostalgia a quienes lo compramos en su momento, y puede que algunos jóvenes descubran ahora a Jaume Sisa. La canción queda como un himno generacional y la música de fondo de una época en la que los que aún sobrevivimos esperábamos más cosas de las que nos han tocado.

No sé si fueron unos años mejores que los actuales, pero así nos lo parece porque éramos jóvenes y teníamos más ilusiones que ahora, cuando ya nos quedan muy pocas. 

Oh, bienvenidos, pasad, pasad, de las tristezas haremos humo, el tiempo no cuenta ni el espacio, cualquier noche puede salir el sol…