El tigre aún ruge
El tiempo se está portando bien con Tom Jones. A sus 80 años, luce cabello y barba canosos y ha perdido definitivamente aquella pinta de gañán de pueblo (que es lo que era, por otra parte) con el pantalón apretado y marcando paquete, mostrando ahora un aspecto casi respetable (tampoco hay que exagerar, pues el sex appeal obrero siempre ha sido una de sus bazas más populares). En vez de jubilarse --ya lo hizo en vida con su larga estancia en Las Vegas, que es como irse a Benidorm, pero con casinos--, el tigre de Gales publica un nuevo disco, Surrounded by time, que está la mar de bien y que contiene versiones de Bob Dylan, de los Waterboys y hasta del gran Michel Legrand (la inolvidable In the windmills of your mind).
Sostiene el señor Jones que él nunca pasará de moda porque ya estaba pasado de moda cuando empezó, y no le falta razón: en la época de los Beatles y los Stones, grupos de rock que componían su propio material, ese galés que había conseguido dar esquinazo a la mina y al pub de su pueblo se insertaba en una tradición moribunda, la de los crooners a lo Sinatra, que no parecía muy propicia para llevarlo muy lejos. Pero él impuso su rotunda presencia y sus melodiosos berridos, se hizo con una base de fans de alcance global y hasta cantó el tema principal de la cuarta película de James Bond, Operación Trueno. Sin ser un rockero, los consumidores del pop de la época lo respetaban, su público se fue ampliando con el tiempo y casi todo el mundo acabó llegando a la conclusión de que, en su estilo personal e intransferible, Tom Jones era el puto amo.
Tal vez nos olvidamos un poco de él durante su largo destierro en Las Vegas (Sinatra le aconsejó que no se apalancara allí, ¡y vive Dios si sabía lo que se decía!), pero lo recibimos con los brazos abiertos cuando grabó su versión de Kiss, la canción de Prince que en voz del Tigre tenía como más fundamento (de la misma manera que el Nothing compares 2U de Sinead O´Connor le daba cien vueltas al original). Le perdonamos Sex bomb y hasta nos la tomamos como una muestra de humorística autocrítica. Su aparición en Mars attacks, la mega frikada de Tim Burton, nos pareció sensacional. Y escuchar al final de Cosas que nunca te dije su It´s not unusual nos pareció lo más normal del mundo. En el planeta Tierra, como en España (según Cela), el que resiste, gana. Y el tigre de Gales siempre ha estado resistiendo, cambiando de repertorio, colaborando con quien hiciera falta y teniendo presente que a su amigo Elvis no le hizo falta componer nada para ser el Rey durante varios años.
No hace mucho se nos quedó viudo de una mujer a la que había querido (y puesto cuernos) durante casi sesenta años. Su hijo, ya sexagenario, echa una mano en la producción de Surrounded by time, que no tiene la menor pinta de ser su último disco. Es más, nuestro hombre echa de menos el escenario y no ve la hora de volver a embarcarse en una nueva gira: si lo hacen los Stones, ¿qué se lo impide a él, que se encuentra en mejor estado que el perjudicado, aunque inmortal, Keith Richards?
El tiempo se ha portado muy bien con Tom Jones. Puede que en los años 60 más de uno lo considerara un intruso en la british invasion, pero ahora es uno más, ¡y de los mejores! Ventajas de estar pasado de moda cuando empiezas: la gente te coge cariño y ya no te la quitas de encima en la vida.