Hölderlin, traducciones y revisiones
El poeta romántico, una de las cumbres del pensamiento alemán, resucita al calor de su segundo centenario a través de adaptaciones editoriales y apuntes biográficos
8 junio, 2021 00:00El año pasado se celebró el 250 aniversario de su nacimiento y, como rezagadas muestras de homenaje una vez cumplida la efeméride, tres novedades editoriales –todas traducciones– vuelven a poner sobre la mesa al gran poeta romántico Friedrich Hölderlin. Retirado en la segunda mitad de su vida por la locura, como en Inglaterra John Clare o Coleridge (en su caso, trastornos y dependencias rayanos en la demencia), el escritor alemán representa una de las cumbres más puras de la literatura y aún del pensamiento. ¿Qué distingue la locura del genio? La incomprensión, el deslumbramiento en otros por una luz excesiva ¿no son el precio de una inteligencia (y sensibilidad) superior?
En primer lugar, se ha recuperado la biografía novelada del poeta Hölderlin. Una novela de Peter Härtling. Se trata de una reedición en la editorial Piel de Zapa del libro que ya sacó hace décadas Montesinos (casa matriz de ese sello), traducido por Thomas Kauf. Esta obra nos muestra la inmediatez y el día a día del poeta desde su niñez hasta su final, con su largo desfile de sus vicisitudes. Härtling se introduce a menudo en la narración, confesando que tiene que inventar un diálogo o que existe una laguna en determinado episodio. Vivió en algunos de los lugares en los que lo hizo el poeta y nos hace de cicerone, señalando contrastes por el paso del tiempo y la identidad inalterada de esos paisajes.
Es un excelente hilo de Ariadna para seguir el laberinto de la personalidad del poeta y penetrar en sus zozobras. Y está muy bien traducido, aunque habría sido conveniente revisar el texto, que adolece de fallos fácilmente corregibles, como el empleo del feo “catorceavo” en lugar de “decimocuarto”, “medio hermano” en vez de “hermanastro”, “cura” al referirse a un pastor protestante, y otras cosas que chirrían, como tildes mal colocadas o ausentes, que tan malo es pecar en ellas por exceso como por defecto.Tusquets acaba de sacar en su colección Tiempo de Memoria, con traducción de Raúl Gabás, Hölderlin, el libro que le dedicó Rüdiger Safranski, autor en esta misma editorial de Romanticismo, donde ya dedicaba buenas páginas al autor de Hiperión. Aquí el “fuego divino” del poeta que escribió que “en lo divino solo creen aquellos que lo son” queda bien enmarcado en su contexto, con menudeo de nombres y obras; unos y otras, y las menciones a la filosofía y las inquietudes de la época, dan las puntadas necesarias para un estupendo tapiz en el que se ve mejor al Hölderlin inmerso en la prodigiosa cultura alemana del paso del siglo XVIII al XIX. La bibliografía, sin embargo, es esquelética y deja fuera la mayor parte de los títulos en español.
Es un excelente hilo de Ariadna para seguir
También ha salido de la imprenta una selección de su producción epistolar, Cartas filosóficas (La Oficina), en la que hallamos las ideas del poeta expuestas sin sistema, al hilo de las comunicaciones con otros y con una incisión, digamos que improvisada, que asemeja el corpus a la sabiduría poética que John Keats dejó en su correspondencia. La traducción es de Helena Cortés Gaubadan, quien ha ido presentando en esta editorial lo mejor del autor: Der Archipielagus (titulado chocantemente en alemán), que reproduce en hexámetros la prosodia del poema; Edipo, acompañado del original de Sófocles en el que se basó, más la película Edipo Rey de Pasolini; y Antígona, que incluye la versión teatral de Bertolt Brecht y las “Notas sobre Antígona” de Hölderlin, donde expone su teoría de la tragedia. La misma traductora ha ofrecido en esta casa editora Poesía esencial. No se agota aquí la representación del autor: la editorial también ha publicado Píndaro desde Hölderlin, donde Eulàlia Blat analiza la traducción que el poeta de Tubinga hizo de las odas píticas y olímpicas del griego.
Helena Cortés es además autora de Hölderlin. La vida en verso, publicado en 2014 en Hiperión. Párrafo aparte merece este ya decano sello madrileño, que a lo largo de los años ha mostrado sin desmayo su amor al gran romántico alemán: la novela Hiperión o el eremita en Grecia, traducido por Jesús Munárriz (que fundó su editorial acogido al protagonista de este libro), La muerte de Empédocles, a cargo de Feliu Formosa, Las grandes elegías, por Jenaro Talens, y un buen puñado de otros textos ciertamente confirman la huella venerada de Hölderlin.
Hay en diferentes editoriales más traducciones de Hölderlin, un poeta que, aunque regrese ahora en estas publicaciones, bien se puede decir que no se ha ido nunca. Luis Cernuda lo tradujo con Hans Gebser en la revista Cruz y Raya de José Bergamín en 1935, y esas versiones fueron reeditadas por Bergamín en su colección El Clavo Ardiendo de la editorial Séneca, en el México de 1942, al cuidado impresor de Emilio Prados (buen conocedor de la poesía germana). Hay reedición en Renacimiento. Cernuda tenía un conocimiento tosco del alemán, y luego se quejó de que lo podría haber hecho mejor, pero son las suyas páginas excelentes que sirven para comprobar cómo ya en aquel año anterior a la Guerra Civil se hallaba (también con la lectura de Leopardi que hizo poco después) inclinado al Romanticismo que signa su libro Las Nubes, primero del exilio.
Quien desee conocer un experimento singular puede acudir a El fantasma de Tübingen, libro Alberto García Ulecia (Hiperión) compuesto como un largo soliloquio a partir de versos mayoritariamente de Hölderlin y en el escenario más ligado a su biografía. Aquí vemos el espíritu (en su doble acepción) del alemán vulnerable y loco que, apoyándose en los dioses griegos, aspiraba a lo alto como tan bien reflejó Stefan Zweig en La lucha contra el demonio. Sobre Hölderlin, Kleist y Nietzsche (Acantilado).
Quien desee conocer un experimento singular puede acudir a