Damià Mateu i Bisa (10 de febrero de 1864 - 7 de diciembre de 1935) es, sin lugar a dudas, una de las personalidades empresariales más destacadas del siglo XX en España. Sobre todo, en el primer tercio de esta centuria, especialmente fecunda en empresarios pioneros que cambiaron, en buena medida, los derroteros de la Historia Económica de este país. Alma mater de la legendaria Hispano-Suiza, aunque no sólo, Mateu reúne en su persona los principales rasgos que la Teoría Económica atribuye al empresario por antonomasia. En este sentido, fue un visionario, capaz de percibir el negocio, donde nadie lo había visto antes (inmerso en la industria automovilística a la altura de 1904, ni más ni menos), tuvo la habilidad de incorporar la tecnología de vanguardia en el sistema económico (el I+D, tema éste de tan rabiosa actualidad) y de desplegar una labor empresarial absolutamente pionera en nuestro país.
Como el profesor Jordi Nadal ha destacado, Mateu fue todo un creador de oportunidades de negocio, tuvo la capacidad de asumir el riesgo, invirtiendo en un sector tan nuevo como era la industria del automóvil y, muy pronto, en la aeronáutica. Siendo precisamente esa asunción del riesgo la característica más definitoria de la función empresarial desde el siglo XVIII, cuando comienzan las primeras reflexiones económicas sobre lo que es el empresario y la empresa.
Un creador no sólo de negocios, sino de nuevas vías de gestión dentro de la empresa, siendo pionero en la introducción del marketing y la publicidad en la industria automovilística, además de siendo el primer empresario español en fundar una multinacional (la Sociedad Francesa Hispano Suiza) y de abanderar la internacionalización de la empresa española.
Promotor del cambio económico
Con todo ello, es evidente que Mateu, como otros tantos empresarios españoles de su generación, cumplió con una de las funciones principales que Schumpeter atribuye al grupo: no sólo ser los introductores de la innovación en la Economía, sino también ser los catalizadores del cambio económico. Gracias a este grupo humano, a veces tan poco comprendido en la sociedad española por puro desconocimiento, España entró en la senda de la modernización económica, de la industrialización misma, entrando -como muchos historiadores económicos sostienen- en su Revolución Industrial. Y, en consecuencia, su labor empresarial provocó un desarrollo económico, entendido éste desde el punto de vista macroeconómico, como una profunda modificación de las estructuras de la Economía, convirtiendo al país en una incipiente potencia industrial y no sólo una nación agraria.
Nacido en la segunda mitad del siglo XIX en Llinars del Vallés, Mateu perteneció a una familia relacionada con la industria siderúrgica, especialmente, con el comercio del hierro en Cataluña, que habían ejercido tanto su abuelo como su padre. De hecho, los Mateu eran conocidos en la época con la frase coloquial «els mateu dels ferros». La prematura muerte de su padre y de su hermano mayor, lo dejó al frente de una empresa familiar ya con 80 años de antigüedad, aunque sin preparación para ello, pues su formación y actividad profesional estuvo orientada a la abogacía. Casualidades del destino, gracias a las cuales nuestro protagonista pudo desplegar una visión empresarial pionera, que alcanzaría las cotas más altas del éxito. De manera que podríamos definir el perfil del empresario catalán de la siguiente manera: de orígenes sociales elevados, continuador de la actividad industrial de la familia (es tercera generación de empresarios en este sector), con estudios superiores (Licenciado en Derecho), aunque no específicamente ligados a la industria o a la actividad empresarial. Este perfil ha de completarse con un rasgo propio de muchos empresarios españoles de la época: el polifacetismo, ya que su actividad no sólo se restringió a la Hispano-Suiza, sino a otro gran número de empresas (sobre todo, de carácter industrial, pero no sólo) que creó o en las que participó como directivo, miembro de sus Consejos de Administración, etc.
Inicios en el negocio familiar
Así las cosas, con tan sólo 24 años y sin preparación específica, Mateu comenzó su carrera de empresario con el negocio familiar, dando ya las primeras muestras de su genialidad, pues hizo crecer notablemente la empresa heredada, aumentando su cuota de mercado con absorciones de otros competidores y, por fin, justo en el cambio de siglo, en 1900, se lanzó a la producción misma de hierro y acero, entrando así de lleno en el sector industrial, donde despuntaría toda su vida en diversos ramos. Eso sí, Mateu, con su espíritu emprendedor no circunscribió su actividad a un único sector económico, sino que diversificó ésta desde la industria a las finanzas, el comercio, los seguros y los medios de comunicación, como podemos apreciar en la lista de empresas que acompaña este texto, que incide de nuevo en el polifacetismo del empresario catalán.
Ahora bien, la gran obra de Mateu y la que más sorprende desde todos los puntos de vista es Hispano Suiza. Una empresa nacida en un sector totalmente nuevo como era el del automóvil, que no nace hasta los compases finales del siglo XIX con la construcción del Benz Patent-Motorwagen por Karl Benz en 1886, pero cuyas primeras empresas no aparecerán en Francia hasta 1889 con Panhard Levassor y 1891 con la más conocida Peugeot. Poco más tarde, tras un par de experiencias previas en España llevadas a cabo por Emilio de la Cuadra (1899) y José María Castro y Fernández (1902), nacía la Hispano de Mateu (1904), mostrando la valentía del catalán para emprender en un sector tan nuevo a nivel mundial y la visión de futuro para invertir en una tecnología, aún incipiente, pero que el empresario tuvo claro que iba a convertirse en la norma del transporte de pasajeros y mercancías. Lo que nos deja ver otro rasgo netamente definitorio de la función empresarial para la actual Teoría Económica, como es la capacidad de asumir la incertidumbre, pues el catalán (junto a un grupo de empresarios del mismo origen) acabará por invertir en un nuevo producto, en un momento de cambio tecnológico acelerado, en una industria no precisamente madura, en un país prácticamente sin clase media y con escasa cualificación de los trabajadores. Eso sí, como siempre ocurre en estas fases históricas de intenso cambio, de todo ello se podían generar grandes oportunidades de beneficio y rentabilidad, como las que acabó por conseguir la compañía catalana.
Pero, ¿qué significó Hispano-Suiza para la Historia Económica de España y para la tecnología mundial? Pues bien, un aspecto esencial para responder a esta pregunta es comprender la asociación entre Mateu y Marc Birkigt, un ingeniero suizo, que acabaría por convertirse en una de las figuras más sobresalientes en el desarrollo de la industria del automóvil, inventor de un sinfín de soluciones, que aún perduran en nuestros coches actuales. El empresario catalán supo ver la genialidad del suizo, de ahí que toda su inventiva se desarrollara siempre en el seno de la compañía de Mateu y que todas las patentes que desplegó acabaran exportándose de una empresa española, Hispano-Suiza, al resto del mundo. Nuestro empresario protagonista entendió que el principal activo de la marca era el suizo, de ahí que lo cuidara económicamente y, sobre todo, dándole todo el apoyo financiero y temporal para que el genio desarrollara sus proyectos de ingeniería, algunos de los cuales ni siquiera el Consejo de Administración de la Hispano supo comprender, como fue el caso del motor de aviación, que acabaría dando pingües beneficios a la marca, amén de un prestigio internacional inconmensurable.
Así que, respondiendo a la pregunta anterior, la Hispano se convirtió en una de las marcas automovilísticas de mayor prestigio mundial, abriendo camino en una industria totalmente nueva, donde sus soluciones se convirtieron en el estándar tecnológico. Soluciones que, además, acabaron vendiendo en todo el planeta a marcas que hoy son referente en la automoción como Rolls Royce, Mitsubishi, Skoda, Renault... De entre ellas, podemos destacar el motor acorazado (que protegía a éste de toda la suciedad de la carretera), los frenos en las cuatro ruedas, el sistema de servofreno, los materiales de alta calidad como el acero y luego, el más importante, uso del aluminio en la construcción de los motores, el «motor intensivo» (que mejoraba el rendimiento con la compresión y el aumento de las revoluciones), las válvulas en la culata, etc., etc. Muchas de estas innovaciones acabaron, como digo, por ser asumidas por buena parte de la competencia como estándares de producción.
Pero de todos los logros técnicos, es quizás el motor de aviación la innovación más sobresaliente y sorprendente. Desarrollado en Barcelona ya en 1914 y vendido a partir de 1916 en plena I Guerra Mundial, acabó dando a los aliados el arma definitiva para vencer en los cielos a los todopoderosos motores Mercedes de la aviación germana. Un motor hecho en aluminio, que mostraba mucha mayor resistencia y prestaciones que el de todos sus rivales, hasta el punto que fue vendido en el mundo entero, fabricándose en los años de la contienda bélica la friolera de 50.000 unidades, bien por Hispano Suiza, bien por los constructores de aviones más destacados a nivel mundial bajo licencia.
Expansión tecnológica
La modernidad de la empresa catalana no sólo se mostró en su tecnología de vanguardia, sino también en su organización empresarial. De hecho, Hispano-Suiza fue la primera multinacional española al expandirse en Francia con la creación de la Sociedad Francesa Hispano Suiza. La compañía, además, fue asumiendo algunos de los rasgos más actuales de la industria de la automoción como la gran diversificación de productos desarrollados en la misma planta de producción (coches, camiones, vehículos industriales de todo tipo, motores de aviación, motore s naúticos, máquinas herramienta, armamento, fabricación de aviones bajo licencia) o la internalización de actividades (no sólo fabricaban sus vehículos, sino que también diseñaban las máquinas-herramienta para construirlos o sus materiales, pues el acero y el aluminio eran producidos en una empresa del grupo en Ripoll).
No cabe la menor duda de que este rasgo, que hoy en día es vital en la industria automovilística, donde no se concebiría producir sólo un tipo de vehículo en una planta de producción que puede generar distintas líneas de producto, muestra el alto grado tecnológico de la empresa y su enorme know how. Sin duda, desde este punto de vista, la compañía catalana se adelantó a su tiempo, pero en el contexto del primer tercio del siglo XX esto fue más un problema que una ventaja competitiva, como demostró Ford realizando un único modelo de automóvil, el Ford T, y logrando con ello producir y vender varios millones de unidades anuales.
El marketing como nueva estrategia comercial
Ahora bien, la empresa dirigida por Mateu, no sólo puede presumir de todos estos rasgos tecnológicos, productivos y de organización empresarial, sino también de sus estrategias comerciales, que implicaban un sinfín de acciones de marketing, tremendamente similares a las que despliega actualmente la industria automovilística mundial, de ahí el carácter pionero de la obra más querida por el catalán. En este sentido, el cuidado puesto en la elaboración de los catálogos de sus productos y el lenguaje desplegado en ellos sorprende por su modernidad, lo mismo que el marketing evangelizador, que usó a las grandes personalidades de la época para exponer las virtudes y ventajas de sus productos: reyes, príncipes, artistas de Hollywood, la aristocracia europea, políticos, grandes empresarios, etc., de los que quizás la figura más destacada es Alfonso XIII, cuyo nombre fue utilizado por la compañía para bautizar uno de sus modelos míticos de automóvil.
A todo ello habría que añadir el empleo de las competiciones deportivas y la consecución de récords mundiales como escaparate de la excelencia de sus coches y motores de avión. Otra estrategia, que ha perdurado hasta el día de hoy entre las más prestigiosas marcas automovilísticas, lo mismo que la continua presencia en los más prestigiosos salones automovilísticos, el uso sistemático de todos los medios publicitarios a su alcance o la creación de una red de distribuidores con un sistema de concesionarios a nivel mundial.
Damià Mateu fue, en definitiva, un empresario capaz de cambiar la sociedad y su economía a través de la innovación en todos los sentidos (de producto, de mercados, de tecnología pura, de organización del trabajo, etc.). Cabe preguntarse, como no, ¿por qué no se perpetuó, pues, en el tiempo la Hispano de Mateu? Sin duda, eso es otra historia, que merece una explicación más detenida, donde la Guerra Civil y el régimen franquista se convierten en los ejes explicativos principales de tal fracaso.
Lista de empresas creadas por Mateu o en las que participó:
Altos Hornos y Herrería de Nuestra Señora del Carmen; Unión de Almacenistas de Hierros (consejero auxiliar delegado); Tenería Moderna Franco Española, S.A. (Presidente del Consejo de Admo.), empresa intervenida por el Banco Urquijo; Hijos de Miguel Mateu (años ’20: Pantano de María Cristina en La Alcora, Castellón; Metropolitano de Barcelona; Funicular de Montjuïc y el Castell; funicular de Montserrat; puente de hierro de Guardamar; teleférico de Montjuïc); Vicepresidente y fundador del Banco Urquijo (primer gran banco industrial y de negocios de España); fundador y miembro del Consejo de Admo. de Forces Hidroelèctriques d’Andorra, S.A. (empresa financiada por el propio Banco Urquijo); Manufacturas Cerámica, S.A.; Materiales y Tubos Bonna, S.A.; Diario de Barcelona; Comas, S.A. (camisería y sastrería); La Maquinista Terrestre y Marítima; Establecimientos Gallart, S.A.; Cámara de Comercio; Compañía de Seguros Hispania; Cremallera de Montserrat (miembro del Consejo de Admo.); Junta de Museos de Barcelona; Presidente de Hispano Suiza (1904-1935); Vocal del Consejo de Administración de la CECA (Compañía Española de Construcciones Aeronáuticas), creada en 1915.