“En Francia no hay provincias ni naciones; no hay Provenza ni provenzales; Normandía ni normandos: se borraron del mapa sus territorios, y hasta sus nombres (…). Todos se llaman franceses, al montón (…). Así está asegurado su trono, sin temor de levantamientos ni descontentos de provincias que, compitiendo en emulación, podrían emplearla algún día en cual empezaría a levantar la bandera de la impaciencia de tan pesado yugo. Esta unidad e indivisibilidad, que convino entonces al Directorio, ha convenido después al más despótico Bonaparte. Esto se llama simplificar, sistematizar el gobierno y regenerar una nación (…)".
"¿Qué sería ya de los españoles si no hubiera habido aragoneses, valencianos, murcianos, andaluces, asturianos, gallegos, extremeños, catalanes, castellanos…etc? Cada uno de estos nombres inflama y envanece, y de estas pequeñas naciones se compone la masa de la gran Nación, que no conocía nuestro sabio conquistador, a pesar de tener sobre el bufete abierto el mapa de España a todas horas (…). Españoles ilustres: ¡Provincias que os honráis con este timbre glorioso, y que juntas formáis la potencia española, y que reduciendo vuestras voluntades en una sola, haréis para siempre invencible la fuerza nacional: unidad, fraternidad y constancia! Cada movimiento que os aparte de estos tres puntos es una brecha que abrís al asalto de nuestro enemigo: no espera él más victoria, y ésta no la puede alcanzar con sus armas, sino con nuestras propias manos. El astuto e insidioso Napoleón no duerme, así desvelaos en limpiar el sagrado territorio español de desleales, hipócritas y desafectos a la causa común”.
CAPMANY SURÍS Y DE MONTPALÁ , Antonio: Centinela contra los franceses, Gómez Fuentenebro y Cía, Madrid, 1808. Extraído de GUERRA SESMA, Daniel [Edit]: El pensamiento territorial del siglo XIX español, Athenaica, Sevilla, 2018.