En alerta, porque hay que entender lo que sucede para poder ofrecer una respuesta correcta. Fèlix Riera, gestor cultural, editor y escritor, ahonda en un fenómeno actual que puede ser ya estructural. Ha publicado El retorn al bosc (Pòrtic), un ensayo en el que analiza la necesidad de muchos ciudadanos de distanciarse del estado, de recuperar la naturaleza. Eso puede suceder físicamente: los que se fueron de las ciudades para instalarse en el campo, con la pandemia del Covid. Pero también ocurre en el interior de cada individuo: un alejamiento de las instituciones. “Lo que planteo es que el estado debe estar alerta, porque uno de los problemas que comienza a tener es que no se cree sus propias promesas, y lo que pueda hacer, a partir de ahora, sabe que no tendrá sentido sin un nuevo contrato social”, señala Riera en una extensa conversación con Letra Global.
Riera, codirector de Hänsel y Gretel, director de la Fundación Romea y director de la Sociedad Barcelonesa de estudios económicos y sociales de Fomento, ofrecerá este martes en el Círculo del Liceu (19.00) el mensaje de una obra que plantea un reto mayúsculo a los gobernantes. El autor de Retorn al bosc incide en que se debe evitar una “fractura entre ciudadanos y estado”, para lograr que esa ciudadanía pueda sentirse motivada para establecer un nuevo conjunto de normas. Riera lleva observando un fenómeno mundial. En París o en Nueva York, el arte busca, de nuevo, la inspiración en la naturaleza. Son termómetros centros culturales como el Pompidou de París. Y las exposiciones artísticas relacionan al hombre con la naturaleza. En las librerías “ya hay secciones enteras sobre botánica, sobre jardinería, y se recuperan los libros de Emerson o de Thoreau, lo que indica que hay un interés de la ciudadanía por no dejar de ser humanos”.
La cuestión no es menor. Lo que indica Riera es que la presión tecnológica, el control de la intimidad, con todos los avances que, supuestamente, han mejorado la vida de las personas, han provocado una reacción. “Todos conocemos gente que se ha ido de la ciudad, que esgrimen malestar, desasosiego, un sentimiento de pérdida, y lo que se pone de manifiesto es algo que señala Edgard Morin, que ha pasado ya de los cien años de vida. Asegura Morin que ha llegado el momento de que la historia salga de la autopista del progreso al progreso espiritual”.
¿Cómo se reacciona? ¿En qué se manifiesta ese malestar? Al margen de posibles revueltas, lo que prima, a juicio de Fèlix Riera, es una enorme politización, una gran “conciencia” de lo que sucede que se traduce en un cuestionamiento del estado, en una “gran abstención”, en sentido literal y metafórico. Es decir, “puede suceder que aumente el rechazo al voto, que se deje de votar”.
El malestar, sin embargo, va más allá del rechazo a lo institucional. Lo que expone Riera es una especie de hartazgo. Y lo sitúa en la cumbre sobre el clima, en las últimas reuniones de los gobernantes internacionales que pretenden paliar el calentamiento del planeta. “Hay, como respuesta, una cierta actitud de partisanos, de recuperar la tierra frente a la destrucción del hombre. Los que se movilizan en esas cumbres internacionales no lo hacen para señalar a los gobiernos, sino para situar la batalla entre la naturaleza y el hombre, por eso es algo mucho más profundo y puede ser estructural”.
Legislar a la carta
¿Va mucho allá Riera de lo que perciben los medios de comunicación en el día a día? El libro, reflexivo, con abundantes referencias literarias y ensayísticas, incide en la posibilidad de un punto y aparte. “Una parte de los ciudadanos ya no están comprometidos con el estado, sino con algo planetario, es un punto de inflexión, un ‘hasta aquí hemos llegado’. Después de haber evaluado pros y contras, se toma una decisión”.
El punto que lo cambia todo, a juicio de Riera, es la crisis financiera y económica de 2008, que rompe una relación, la del estado con el ciudadano, que deja en cueros un contrato social que, con sus carencias, había funcionado, en países como España o del entorno europeo. “Se había decidido no actuar unilateralmente, y se dejaba servicios tan importantes como la defensa, la educación o la salud en manos del Estado”, asegura el autor de Retorn al bosc. Pero los servicios merman, los ciudadanos quedan desatendidos y llega, a los pocos años, la pandemia del Covid, que trata de compensar la situación, pero que provoca una desafección, una voluntad de vivir de forma personal. Y, al mismo tiempo, produce una legislación casi a la carta, a partir de las movilizaciones de cada grupo, que es lo que se ha producido, según Riera, con causas como la defensa de los colectivos LGTBI.
En el debate de las ideas, esa vuelta al bosque podría interpretarse como una decisión reaccionaria, contraria al progreso, enfocada al yo íntimo. Lo que ofrece Riera es una interpretación distinta, en función de la mirada hacia el mundo, hacia el propio sistema capitalista, que ha marcado el terreno en Occidente, y todos los países desarrollados del mundo. “Hay un libro de Julià de Jòdar, El desertor en el camp de batalla, que plantea esa gran decepción por un mundo que no ha funcionado, y luego está lo que sucede con profesionales liberales que renuncian a sus propios destinos. Personas que han nacido entre abogados, por ejemplo, que se ven en la tesitura de ser abogados y que renuncian a sus trabajos, que sacrifican la seguridad económica en beneficio del bienestar personal para poder tener su noción del tiempo, para tener la sensación de que el tiempo juega a su favor y no en contra”.
¿Movimientos extraños, aficiones raras? Riera señala que hay asociaciones que denuncian que el planeta está tan iluminado que ya no se pueden ver las estrellas, o reivindican ‘el derecho a respirar’, atletas que dejan de competir en beneficio de la salud mental. Y lo que antes se podía ver como una debilidad, ahora se considera una fortaleza”.
Lo urgente, por tanto, es recuperar esa noción de contrato social, maltrecho en los últimos 15 años, aunque para Riera se ha producido ya una especie de desconexión. El abrazo es ya “con la naturaleza, no con el estado”. En eso coincide Riera con un reciente trabajo del filósofo coreano Byung-Chul Han, titulado Vida contemplativa, (Taurus) en el que reclama la posibilidad y la necesidad de lograr muchos momentos "improductivos", buscando esa conexión con la naturaleza. Lo que está en juego, por parte de Riera y de Han, es dejar bien claro que no se puede ser productivo ni se debe ser de forma continua. El filósofo coreano, afincado en Alemania, sostiene que el peligro es que durante el sueño también se busque una ganancia económica.