Aunque la mayoría de los turistas que visitan Cataluña se decantan por Barcelona en sus viajes, hay muchas ciudades de los alrededores que bien merecen una visita. Una de ellas es Granollers, localidad de alrededor de 60.000 habitantes que está situada a poco más de treinta kilómetros de la Ciudad Condal.

“A Granollers cuesta ir, pero partir cuesta aún más”, avisan desde BCN+, que invita a todos los visitantes a descubrir la capital del Vallès Oriental. “Una vez allí te atrapa el bullicio de su mercado, el encanto de un centro histórico pensado para pasear con tranquilidad, la riqueza del patrimonio arquitectónico, la creatividad de la Fábrica de las Artes… Y así sucesivamente, en una secuencia de atractivos que parece no tener final”.

La Porxada y el mercado de los jueves

La mejor opción para los que quieran enamorarse de Granollers es plantarse a primera hora de la mañana en la Plaza de La Porxada y dar una vuelta por la antigua lonja de grano. Esta es un edificio del siglo XVI que acoge todo tipo de actividades: desde los juegos alocados de los niños a la charla calmada de quienes peinan canas.

Los jueves, además, es el día del bien conocido mercado semanal, un impresionante despliegue comercial documentado ya en 1040 y que está protagonizado por agricultores, tenderos y vecinos. Es el lugar ideal para disfrutar de un almuerzo de cuchillo y tenedor a base de alubia del Ganxet, una deliciosa tradición local que no deja indiferente a nadie.

Ruta medieval

El éxito del mercado es, precisamente, la clave del crecimiento de Granollers a lo largo de los siglos, la actividad que más ha contribuido al enriquecimiento histórico de la villa y que explica el esplendor de sus edificios y monumentos. Los que quieran saber más pueden dirigirse al Museo de Granollers.

Iglesia de San Esteban / TONIHER - WIKIMEDIA COMMONS

Iglesia de San Esteban / TONIHER - WIKIMEDIA COMMONS

Allí se organiza una ruta medieval que recorre el centro de la ciudad y que permite descubrir las murallas, las plazas porticadas, las torres de defensa, las casas señoriales, la iglesia gótica de San Esteban y una curtiduría del siglo XVI donde descubrir el proceso de tratamiento de las pieles.

Granollers modernista

A finales del siglo XIX, la llegada del ferrocarril propició el crecimiento industrial de Granollers. Se construyeron fábricas, viviendas para la gente acomodada y casas para los obreros, además de escuelas, centros sanitarios y un nuevo ayuntamiento. El estilo modernista transformó la capital del Vallès Oriental, que vivió una nueva Edad de Oro gracias al trabajo de arquitectos como Manuel Joaquim Raspall o Jeroni Martorell.

Para ver sus obras hay dos opciones: embarcarse en la ruta modernista del Museo de Granollers o seguir el itinerario de esta guía editada por el Consejo Comarcal del Vallès Oriental. Se elija la opción que se elija, es imprescindible visitar la Sala Tarafa y el Hospital Asilo.

Fábrica de las Artes Roca Umbert

Del siglo XIX es también la Roca Umbert, una antigua fábrica textil que se ha convertido en el corazón artístico, cultural y tecnológico del municipio. Alberga la biblioteca municipal, salas de ensayo musical, el Espacio de las Artes, un centro audiovisual y La Troca, un equipamiento que promueve iniciativas en el ámbito de la cultura de raíz tradicional.

Los turistas amantes de los castellers, la danza, el circo, los cuentos para adultos, las instalaciones audiovisuales o las músicas del mundo encontrarán en la Roca Umbert numerosas oportunidades para disfrutar de esta pasión bien de forma activa o bien como espectadores.

Museo de Ciencias Naturales de Granollers

La Tela, una torre levantada en 1912, acoge una parte del Museo de Ciencias Naturales de Granollers, pero el acceso principal se encuentra en el edificio rectangular y moderno que da a los jardines Antoni Jonch. Aquí hay exposiciones de zoología, botánica, paleontología y geología, además de un planetario con una cúpula de seis metros de diámetro donde es posible aprender muchas cosas sobre el cielo.

El Museo de Ciencias Naturales también gestiona el Aula de Naturaleza de Can Cabanyes, un espacio verde situado al sur de la villa que lleva el nombre de la masía que había antiguamente en estos terrenos. Con una superficie de ocho hectáreas en la orilla derecha del río Congost, la zona se ha convertido en un importante refugio de pájaros, con más de 80 especies vegetales diferentes.