El lunes se conmemoró los 78 años de la ejecución del president de la Generalitat Lluís Companys, el president mártir. Si se muere, nada mejor que tener una muerte honorable que honora una vida no tan ejemplar, como cuentan los hagiógrafos de ERC.
He tenido la suerte de vivir dos vidas y he conocido a hombres y mujeres de excepción que me han permitido conocer intimidades de personajes públicos de la edad de mis abuelos, entre ellos al president Companys. Conocer estas interioridades rompen el espejo de los mitos.
Conocer estos detalles hacen que el mito baje de su pedestal levantado por sus seguidores. Tengo dos fuentes de información de su ámbito privado que devalúan al personaje publico.
Uno fue mi presidente Pere Viaplana, que falleció el día que nací (el 17 de octubre de 1957), de 2016. Viaplana era un hombre de familia humilde. Su padre era el chófer de Torras Villà, el propietario más importante de Granollers de hace un siglo.
El chófer, al llegar por la noche a casa, le explicaba a su mujer lo que había hecho esa jornada en plan diario hablado. Su mujer lo escuchaba con deleite todos los días, y sus hijos también.
Torras Villà era un prohombre del Vallès, un cacique, y de Barcelona diputado de la Mancomunitat de Catalunya y, entre otras, fundador del Banco de Granollers con palco en el Liceu.
Francesc Torras Villà le explicaba a su chófer que Companys, cuando era abogado sindicalista de la CNT, se dejaba sobornar por la patronal.
Con estas confidencias, el hijo Pere Viaplana le cogió manía al que llegó a ser el segundo president de la Generalitat republicana, y es que Villà le pagó al president para que le permitiera escapar a Italia por barco y volver a la España nacional de San Sebastián...
La otra a persona que me habló pestes de Companys fue el director de la Fundació Universitària Martí l’Humà, antiguo regidor de ERC en el ayuntamiento de la Garriga. Santiago Cucurella era indepe pero me tenía confianza. Allí conocí a mi paisana la catedrática Carme Freixes, que era la presidenta de la Fundació Universitària.
Cucurella (q.e.p.d) era historiador y me contó que Companys había contratado a tres pistoleros de la FAI para que descerrajaran la nuca a Miquel Badia --el capità Collons, jefe de Estat Catalá-- y a su hermano, por ser el amante de su amante. El president de la Generalitat supo que su amante también tenía un affaire con Carme Ballester, una bella indepe que enamoró al president cuando estaba casado...