Hoy nadie se acuerda de este personaje en Cataluña. Pese al esfuerzo reivindicativo de su figura que hizo Núria Sales, una historiadora por cierto nada sospechosa de anticatalanismo, Veciana, actualmente está condenado al entierro en el desprecio histórico porque fue botifler, es decir, proborbónico en la Guerra de Sucesión. El tratamiento simplista en el estudio de esta guerra implica que muchos catalanes ilustres permanezcan en el olvido porque presuntamente fueron traidores a la causa catalana. El estigma de la presunta traición ha pesado y sigue pesando como una losa, enturbiando la capacidad de análisis objetivo de la realidad.
Hay que insistir en una evidencia contra el simplismo maniqueo que hoy domina la opinión pública catalana. Los proborbónicos en Cataluña fueron tan catalanes como los proaustracistas. Hubo austracistas catalanes, los “buenos” del relato nacionalista, que escribieron obras jurídicas claramente proabsolutistas (como Francesc Grasses) o que usaron el castellano toda su vida, antes y después de 1714 (por ejemplo, los miembros de la Academia de Desconfiats). Hubo proborbónicos, los “malos”, que defendieron celosamente la continuidad del régimen foral y que utilizaron y apoyaron el catalán siempre (Josep Aparici, por citar una referencia). La citada Núria Sales en 1981 subrayaba la perplejidad que le suscitaba la exaltación a la gloria de los Nebot o Carrasclet, austracistas resistentes, frente al desprecio que generaban personajes como su admirado Veciana. La propia Sales acababa su libro con estas palabras que traduzco del catalán: “Una civitas digna de aquel nombre, o sea, civilizada, a través de los siglos, honra a aquellos de sus hijos que han dejado rastro, todos aquellos que han añadido alguna piedra al edificio de esta historia en perpetua construcción. París tiene una plaza Luis XVI y una calle Danton, Inglaterra honra a Cromwell como a la propia monarquía británica…”.
Los Mossos d'Esquadra
Pero, ¿quién era Veciana? Este personaje nació en 1682 en Sarral (comarca de la Conca de Barberà), de familia campesina bien estante. Durante la Guerra de Sucesión se trasladó a Valls, de donde sería sotsbatlle en 1714 y ocuparía la bailía como titular en 1719. Su fama le vino tras su enfrentamiento con Pere Joan Barceló, alias Carrasclet, ya acabada la guerra.
Se le ha considerado el fundador de los Mossos d'Esquadra. Ciertamente el auténtico fundador fue el capitán general de Cataluña, marqués de Castelrodrigo, pero fue Veciana el promotor y organizador de las milicias de catalanes armados de la que saldría la institución de los Mossos. Recibiría el nombramiento de comandante de esta policía militarizada en 1723. La identificación con el cargo fue tan grande que fueron cinco generaciones del apellido Veciana las que comandaron esta fuerza hasta 1836. Todos los Veciana escribieron siempre en catalán y desde luego gozaron de pleno apoyo por parte de los reyes borbones en los siglos XVIII y XIX, lo que les permitió una auténtica escalada socio-profesional. La labor de la Esquadra de Cataluña, como se llamaba entonces, fue, sin duda, eficaz en su labor de limpieza del bandolerismo de tanta tradición en Cataluña más allá de las peripecias de los derrotados austracistas en 1714. Un botifler arquetípico, en definitiva, como Veciana, ligaría su vida y las de sus descendientes a una institución que ha sido instrumentalizada como símbolo de la identidad catalana. Pere Anton Veciana murió en 1736.
Víctima del sectarismo político
Es curioso que el pensamiento político correcto catalán actual, cuando no silencia al personaje, intenta matizar su figura haciendo ver que se trata de un "botifler no declarat" dado que durante la guerra no se le conocen actividades político-militares. Naturalmente. Como tantos otros catalanes, Veciana no tuvo que definirse hasta que los borbónicos entraron en Valls en 1713 y su militancia, en este sentido, es incuestionable. Defendió Valls heroicamente ante el ataque de Carrasclet en 1719. Mosén Verdaguer, por cierto, le dedicó el siguiente poema: “Si voleu valents de mena / anau ab los catalans / sobre tot los d’en Veciana / sobre tot, los xichs de Valls”. Al mismo tiempo que arremetía contra los austracistas de Carrasclet: “Son mig homes i mig cans / tots son bandolers d’ofici / la flor de cada veynat / als bons minyons de la colla / sel’s podrà arreu penjar”.
En historia el rol de buenos y malos es oscilante en función de los intereses políticos que intentan capitalizar el pasado histórico siempre a su favor. Pero nunca el sectarismo político había sido tan radical en Cataluña como lo es actualmente. Me temo que incluso un libro como el de Núria Sales sobre los botiflers hoy tendría problemas para editarse. La ironía es que cuando tanto se glosa el papel de los Mossos enfrentándolo a las fuerzas militares y policiales del Estado, nadie se acuerda de quién fue su artífice y en qué contexto histórico nació este cuerpo. Se desprecia en la misma medida que se ignora.