Acaba de salir publicado un producto editorial titulado "Tumulto". Meditacions sobre l’octubre català (2017), elaborado por los historiadores A. Gonzàlez, E. Ucelay-Da Cal y P. Garcia-Planas. Es innegable que el sentido de las formas es muy útil para entender cualquier libro, en este caso aún más. Empezando por el título, la portada, los preliminares, la estructura, los tipos y tamaños de letra, la ausencia de índice y acabando en las tres últimas líneas de la contraportada, nada es casual, ni siquiera las tildes en los apellidos de dos de los autores. El título bilingüe entrecomillado y con su épica coletilla incita a un lector militante al arrobamiento místico y placentero. Por disfrutar que no quede.
Una de las piezas más interesantes que incluye este singular diario del octubre català es un cuestionario que A. Gonzàlez envió a diversos colegas historiadores. Resulta extraño que tan sólo contestaran a esas preguntas dos de ellos, Josep Pich y David Martínez Fiol, y que además lo hicieran al alimón. Como en ese juego, estos dos historiadores avanzan y retroceden juntos asidos de las manos y se colocan frente a frente respecto a los que no piensan como ellos. Con argumentos preponderantes califican la postura contraria con una conocida cantinela: usted no sabe lo que piensa ni lo que es, nosotros sí lo sabemos y se lo vamos a decir, porque usted no se entera de nada. O conmigo o contra mí, porque los que no son nacionalistas catalanes son, y aunque no lo sepan, nacionalistas españoles por mucho que digan que son patriotas constitucionales. No caben matices, o es blanco o es negro, o es cuatribarrado estelado o es rojigualdesco. Una conocida lectura de Hobsbawm sobre las diferencias y convergencias entre patriotismo (sentimiento) y nacionalismo (proyecto político) les sería de enorme utilidad a Josep Pich y a mi viejo amigo David. Y si el problema reside en el adjetivo constitucional, hasta podríamos releer a Cadalso y su patriotismo cívico.
Ahora ya entendido la intención y el porqué del título del libro y hasta las tildes en los apellidos de los autores: el tumulto es ajeno al espíritu catalanista, es una calificación españolista
Es inquietante el análisis guerracivilista que realizan del enfrentamiento socio-político actual: "La deshumanización del enemigo está siendo fundamental en la movilización antiindependentista del Gobierno popular y de sus partidarios. Sólo así pueden justificarse desde el patriotismo constitucional expresiones como 'a por ellos'". Me he perdido algo, porque no conozco a ningún patriota constitucional que haya justificado esa más que desafortunada expresión que se produjo en Huelva cuando los guardias civiles que marchaban a Cataluña eran despedidos por sus familiares. Ni siquiera el lenguaraz García Albiol lo ha justificado. Ni movilización antiindependentista ni nada que se le parezca. Aunque el "a por ellos" pueda entenderse como una exaltación de la intolerancia, en realidad fue un grito espontáneo apenas compartido y muy amplificado en redes y medios. Reitero, un grito más que desafortunado, inadmisible. En todo caso la mayor utilidad del grito la hallamos en el uso que de él ha hecho el independentismo, obsesionado como está por imponer una guerra de trincheras.
Entre las lecciones calificativas que imparten los dos historiadores hay muchas más que a los españoles pueden servir de luz y guía. Por ejemplo, en sus respuestas nos aclaran cómo son los socialistas andaluces, a los que denominan españolistas sureños, así, sin más. Si lo leyese la independentista Asamblea Nacional Andaluza, se pondría a tocar palmas al compás hasta con las orejas, una vez que ya han proclamado su república virtual. Delirium tremens.
El peligroso juego de etiquetar al alimón no acaba ahí. Pich y Martínez consideran que la historiografía española ni siquiera ha comprendido que lo que se está produciendo es una "revolución nacional, pero no en el sentido de la extrema derecha". El argumento que esgrimen es (in)apelable: "Ya que los principales actores políticos son republicanos, demócratas y se autodefinen como ‘buenas personas’, que tiene como objetivo el ‘bien común’". Ahora sí, ahora ya he entendido la intención y el porqué del título del libro y hasta las tildes en los apellidos de los autores. El tumulto es ajeno al espíritu catalanista, es una calificación españolista. Ni siquiera avalot, porque los independentistas son buena gente y pacifistas, como Xirinachs y Junqueras. Lo de la violencia (simbólica como mínimo) lo dejaremos para otro día. ¿Te acuerdas David?