Conversación fluida. Las reflexiones derivan hacia otros campos de interés, pero la razón es clara: todo está relacionado. Miquel Porta, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) e investigador en el Instituto Hospital del Mar, reclama que se ponga atención en la epidemiología, más allá de lo que ha pasado con la pandemia del Covid. Las sociedades contemporáneas exigen mimo, y, al mismo tiempo, cierta disciplina para discernir lo importante de lo superfluo. Porta acaba de publicar un libro importante, Epidemiología cercana, la salud pública, la carne y el oxidado cuchillo del miedo (Triacastela) en el que pide racionalidad y respeto, también, por las pasiones que permiten al género humano seguir adelante, sea el fútbol, “hasta que acaba el partido, no más allá”, o la música. Y ofrece, en esta entrevista con Letra Global, un mensaje diáfano: “Spotify debe ser valorado, la música no debe quedar solo en manos de los publicistas", al entender que lo que ha ofrecido es de enorme trascendencia, a cualquier persona: la música, sea del estilo que sea, que permite estar con nosotros mismos, relajarse, bailar o apreciar con devoción el don de un músico clásico o de una pianista actual.
Porta cree en las “regulaciones”, en el papel de la administración pública para atender los problemas que se presentan para el conjunto de una sociedad. Y señala que esa debe ser una de las lecciones de la pandemia, la de entender que lo público tiene un lugar esencial en la vida de los ciudadanos, y que las mejoras, aunque sean pequeñas, se deben valorar más, sin atender grandes proclamas que pretenden que suelen tener “un carácter populista”. Es lo que señala a lo largo de los diferentes capítulos del libro.
“A mis estudiantes de tercero de medicina les digo que vaya lección de epidemiología han tenido con la pandemia, porque hemos aprendido acerca de la interdependencia en diferentes niveles, ya sea en una escalera de vecinos, en la propia unidad familiar o en el conjunto del planeta”, asegura, para añadir, preguntado sobre ese futuro que espera a la humanidad, que se trata de sumar todos los pasos que se vayan dando: “En Europa se han producido reformas de calado como preparación ante una futura pandemia. Pero ahora no se trata de ser optimista o pesimista, sino de apreciar las iniciativas que sean constructivas. Como ciudadanos debemos apoyar los avances que producen, junto a las administraciones, y no buscar grandes eslóganes histriónicos coo los que proclamaba Trump”.
La pandemia, que ha quedado atrás en la mayoría de países occidentales, aunque los rebrotes en China han provocado que se esté de nuevo en alerta, ha reabierto un viejo debate entre la ciencia y la política, con la toma de decisiones de los distintos gobiernos. Para Porta lo que se debería atender, incidiendo en ello, es “el impacto de la política. Yo he pedido que tenga impacto en la vida de todos nosotros, en cosas que, seguramente, no lucen mucho pero que son centrales como las infraestructuras, las plantas potabilizadoras, por ejemplo. Eso no da votos, pero la calidad del agua es esencial. Creo que las entidades y los ciudadanos más comprometidos deben ayudar para que el resto de personas voten a favor de políticos que no busquen lo más fácil para sus inauguraciones. Y me parece que eso es primordial para prevenir el trumpismo”.
¿Cómo? En un momento de fuerte erosión de las democracias liberales, lo que este investigador propone es que se valore la propia capacidad del ciudadano para mover a los gobernantes en un sentido o en otro. “Hay que trabajar para que los electores se acerquen a posiciones más constructivas, que no se dejen llevar por eslóganes vacíos. Y en eso es cierto que los que tendrán un papel más importante son los estrategas políticos y los que merecen mi atención”, señala Porta.
En España, a juicio del autor de Epidemiología cercana, existe una tensión exagerada, producto de la posición política de la derecha. Porta toma partido, al entender que “no puede haber una derecha destructura de la propia economía y de la vida de la gente, como hemos visto con experiencias como en las residencias de gente mayor en Madrid. Y España, en su conjunto, no está tan mal como se presenta. Podríamos hablar de Italia, y decir que sí, que funciona un poco mejor, pero no considerar que en España falla todo porque no es verdad”.
Lo importante para alguien que investiga en el Instituto Hospital del Mar, es respetar “las instituciones”, que deben ser “eficaces y respetadas”, y que “rindan cuentas ante los parlamentos”. En eso tiene claro Porta que debe haber “una mejora”.
Los científicos asisten con cierta perplejidad ante el debate político. En ese sentido, sí hay una clara bifurcación, que Porta desearía que fuera más estrecha. “Una cosa es ser pesimista y otra ser un cenizo o promover un nihilismo que no conduce a nada, o proyectar, desde ciertas tribunas periodísticas la ira y la amargura”, considera Miquel Porta, en relación a todo lo que ha conllevado el debate social, político y económico tras la pandemia en España. Y aquí la responsabilidad descansa en todo el arco ideológico. “Hay una derecha en España que no es la derecha que hemos experimentado con políticos europeos, como Merkel en Alemania. Y hay una extrema izquierda que tampoco entiende lo que se debería hacer y que confunde una cuestión básica: cuando se propone desde el ámbito científico o en mi caso particular reforzar la gestión, se considera que eso no es alta política. Pareciera como que solo la política de grandes palabras es alta política. Y la gestión, la regulación y las reformas son determinantes”.
Hay una tendencia mundial y es que muchos ciudadanos se refugian en la naturaleza, ya sea de forma literal o metafórica. Es lo que algunos autores han denominado como un “retorno al bosque”, como una actitud defensiva a favor del planeta Tierra. Porta señala que las alarmas sobre el deterioro del medio ambiente son necesarias, pero que también puede haber un exceso. “Hay que implementar políticas de la serenidad y entender que todo proceso de transición provoca miedos en quien los sufre directamente. Se cierran minas, para acelerar ese proceso de transición energética, pero hay que tener en cuenta todo lo que implica. Y lo que debemos criticar es ese peso de los proxenetas del miedo, como yo les llamo: las empresas de alarmas, por ejemplo, que señalan que en un determinado barrio, con datos de la policía –que no son ciertos—hay tal o cual nivel de inseguridad. Juegan con esos miedos”.
Los epidemiólogos, más allá de ocupar un papel central en los debates públicos en los últimos dos años, reclaman que las administraciones tengan en cuenta otras realidades. La pandemia del Covid puede haber pasado, pero, ¿qué queda en el transfondo, producto de cómo se ha organizado la propia sociedad? Porta señala que las diferencias sociales siguen siendo esenciales para explicar la salud de las personas. “Vivimos muchos años más, pero no todos. Los universitarios viven unos ocho años más. Las dolencias de piernas, la sensación de ahogo, que en un universitario, pongamos un ingeniero, experimenta a los 65 años, en un trabajador manual sucede a los 50 años. ¿Por qué no integramos todas esas diferencias en planes de jubilación más concretos?”, señala este profesor e investigador.
Si la preocupación es la salud, la calidad de vida, en un proceso de transformación social enorme, con la transición energética, con la necesidad para muchos ciudadanos de volver a tener contacto con la naturaleza, Miquel Porta intenta incidir en aspectos que ayudan, en cambios tecnológicos que deberían tener una mayor valoración. Uno de ellos, a su juicio, es Spotify, al abrir un abanico musical casi infinito al ciudadano. “Spotify supone un disfrute de la música que no tiene precedentes. Tiene beneficios humanos. Debe ser valorado, no puede quedar solo en manos de publicistas. Parece que solo la publicidad valora la fuerza de la música cuando presenta un vino o unas vacaciones. ¿Por qué le dejamos la música a ese sector? Es una cuestión que nos hace bien, que mejora nuestra salud, con la posibilidad de hacer listas de todo tipo, y con la oportunidad de descubrir músicos y músicas nuevas que desconocíamos”, clama Porta con insistencia.
El intercambio humano, el volver sobre prácticas que siempre se han realizado y que resultaban satisfactorias, debería ser uno de los grandes objetivos del momento post-pandemia, a juicio de Porta, que pide que ese mismo respeto por alquien que te aconseja qué pescado comprar en un mercado, se tenga hacia los administradores públicos: “¿Por qué los políticos son tan denostados? Son representantes nuestros que elegimos cada cuatro años”. Ahora bien, ¿qué se elige? ¿Cómo se administra esos recursos públicos? ¿Cómo logra ser una sociedad más sana, en todos los sentidos? Porta muda el rostro. Se pone serio, aunque mantiene su actitud anterior, la de situarse en el espacio que él llama “centro-izquierda”. Considera que todas las políticas “se deben evaluar” y que esa es una carencia importante. Y que la discriminación positiva es necesaria. En el otro lado, entiende que “es un escándalo que se financie a la escuela privada y a la sanidad privada”. Y relata que la sanidad privada solo “atiende a la población más sana, y eso no es capitalismo, es otra cosa”.