El psicólogo canadiense Jordan Peterson ha revolucionado la red con sus vídeos contra el posmodernismo, los excesos de la corrección política y su reivindicación sin complejos de las diferencias biológicas entre hombres y mujeres. Este martes presenta en Madrid su libro 12 reglas para vivir (Editorial Planeta), que en Estados Unidos ha vendido más de dos millones de ejemplares. El éxito en la capital parece también garantizado: se han agotado las 800 entradas para verlo junto la historiadora Cayetana Álvarez de Toledo en la Aula Magna de la Universidad Francisco de Vitoria.
Este psicólogo clínico y profesor en la Universidad de Toronto defiende que la psicología moderna ha demostrado que existen diferencias innatas entre hombres y mujeres y que, en consecuencia, estas diferencias no se deben atribuir siempre a la discriminación, sino a las decisiones que hombres y mujeres toman libremente. En este sentido, coincide con varios estudios escandinavos que apuntan al fenómeno conocido como la Paradoja de la libertad, que constata que cuanto más libre es una sociedad, más hombres y mujeres se inclinan hacia profesiones consideradas tradicionales con su rol de género.
Ingeniería social
Peterson se ha erigido como gurú de la derecha americana por sus posicionamientos conservadores o escépticos ante las políticas que intentan ahondar hacia la igualdad de sexos. El profesor de ética en la Universidad Europea Miguel de Cervantes Miguel Ángel Quintana Paz y conocedor de la obra del canadiense sostiene que la gran aportación de Peterson como psicólogo es que ha sabido detectar que “el modo en que estamos organizando nuestra sociedad genera una cantidad de infelicidad en la psique tanto de hombres como de mujeres”.
“No tenemos por qué forzar una ingeniería artificial sobre la sociedad que lamine cualquiera de las diferencias entre sexos con la excusa de que proceden siempre de una injusta organización social. Esta ingeniería social no solo iría contra nuestra libertad, sino que estas diferencias reemergerán una y otra vez, porque no son un invento de conspiradores malvados sino el resultado de algo más profundo y verdadero”, abunda Quintana Paz.
¿Reaccionario? ¿Conservador?
El director de Letras Libres en España, Daniel Gascón, también coincide en que Peterson “ha sabido dar una respuesta a una ansiedad que padece un sector amplio” de la sociedad y “que no deberíamos despreciar”. Sin embargo, ve un cariz más "reaccionario" que conservador en el pensamiento del canadiense. “Presenta una combinación ingeniosa de explicaciones biologicistas que, a base de analogías e interpretaciones un tanto pilladas por los pelos, tienden a justificar las desigualdades como si fueran ahistóricas y debidas a diferencias esenciales”.
Una de las principales críticas que se han hecho al pensamiento de Peterson es su presunta justificación de las desigualdades como una suerte de darwinismo social actualizado. En este aspecto, el periodista Ricardo Dudda que ha leído 12 reglas para vivir y está trabajando en un libro sobre el concepto de corrección política, asegura que Peterson es “alguien obsesionado con lo que llama jerarquías de dominio, con las desigualdades biológicas y con la competición". "Es más o menos defensor del darwinismo social. En su libro dice que tenemos que imitar a las langostas, que usan su cuerpo para mostrar dominio y poder”, afirma el periodista.
De langostas y hombres
La primera regla que aparece en su libro es la de enderezarse y mantener una postura corporal erguida, y lo relaciona con la actitud y posición corporal de las langostas macho cuando ganan batallas frente a sus adversarias. El psicólogo no omite el papel de la biología y de las hormonas en el cerebro tanto de las langostas como de los humanos.
Esta comparación de los hombres con las langostas y sus jerarquías sociales le valió más de un millón de visitas a una entrevista en el informativo británico Channel 4 News en Youtube. Asimismo, una conversación difundida en la misma plataforma con la feminista Camille Paglia sobre el papel de las hormonas en las diferencias de sexo y el relativismo de la izquierda ha sido visionada por más de un millón y medio de usuarios.
Peterson proyecta una imagen de hombre viril y ha afirmado que solo come carne de ternera, agua y sal.
Hombres jovénes y conservadores
Las tesis de Peterson también han atraído a un sector de jóvenes que, en palabras del psicólogo, echan en falta la "adopción de responsabilidades" en sus vidas, y no tanto "echar la culpa" de sus problemas a la sociedad.
En una charla reciente explicaba que el "conservadurismo no es algo fácil de vender a los jóvenes", pero que había visto una suerte de inquietud entre muchos hombres jóvenes de no poner tanto "énfasis en los derechos" como en "la asunción de la responsabilidad" individual y en hablar claro aunque signifique discrepar con el pensamiento dominante tanto en el mundo político como en los campos universitarios.
Orden frente a caos
En su libro sobrevuela la idea del concepto de orden como arquetipo de la masculinidad, y el del caos, como algo más inherente a la feminidad. Dudda señala que se ha convertido involuntariamente “en el terapeuta y gurú de muchos movimientos misóginos”, y añade que Peterson “tampoco hace mucho por quitarles la razón”. “Le encanta mostrarse como alguien masculino, duro y disciplinado”.
Por su parte, Quintana Paz destaca que “no hay en toda su obra ni una sola palabra que apoye que los hombres o las mujeres deben ser discriminados”. Gascón considera que en los discursos de Peterson hay gran parte de “charlatanería mística junguiana” --en referencia al psicólogo Carl Jung, que enfatizó la conexión funcional entre la estructura de la psique y las manifestaciones culturales--. Se trata de “un poco de autoayuda para varones adolescentes de todas las edades, con su mezcla de bronca y adulación al receptor, tan resultona como simplista y falaz”, remacha el director de Letras Libres.
Contra las políticas de la identidad
Otro de los aspectos por los que se ha valorado a Peterson es porque representa una escuela de pensamiento que no es la hegemónica entre los circuitos universitarios. Del mismo modo que Camille Paglia, científicos como Steven Pinker o pensadores como el escritor y premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, Peterson se ha posicionado en contra de cierto establishment intelectual que prioriza las políticas identitarias --ya sean de género o de otra clase-- y el constructivismo social, a los nuevos descubrimientos de la ciencia y la psicología evolucionista.
“Un socialdemócrata o un centrista sensato que no haya sucumbido a las políticas de la identidad podrían, sin problemas, compartir sus análisis y soluciones”, añade Quintana Paz a este respecto. Gascón, por su parte, ve en su “tradicionalismo social” una forma de “oponerse a lo que parece izquierda o progresista y que le lleva por ejemplo a convertirse en un escéptico del cambio climático”.
Parece que hay tantos Peterson como interpretaciones de sus lecturas y lecciones magistrales, pero lo que está claro es que se ha convertido en uno de los pensadores contemporáneos más influyentes en este presente que va desde la victoria de Donald Trump a la eclosión del movimiento Me too.