Un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona ha descubierto una importante correlación a tener en cuenta con la previsión del cáncer. En concreto, los datos revelados por la investigación advierten que cenar a altas horas de la noche o no dejar un intervalo de al menos dos horas antes de irse a la cama podrían ser factores determinantes para poder desarrollar cáncer de mama y de próstata.
Para ser más exactos, el estudio ha previsto un intervalo de horas en las que poder medir los efectos de la cena en nuestro organismo. Así pues, las personas que toman la cena antes de las 9 de la noche o que esperan dos o más horas para poder hacer la digestión de los alimentos ingeridos, tienen un 20% menos de posibilidades de padecer estos tipos de cáncer a lo largo de su vida. Un porcentaje de producción que asciende un 5% más cuando se combinan ambos factores como práctica habitual. Ante tales conclusiones, comenta al respecto Big Vang Manolis Kogevinas, investigador de ISGlobal y coautor de este estudio: “Existían datos experimentales, aunque no en humanos, que indicaban que la hora a la que se realizan algunas actividades puede afectar la salud”.
Nuestro reloj biológico
Hasta la revelación de este estudio, las investigaciones anteriores se habían basado en patrones que medían nuestra alimentación o nuestra dieta pero no el horario o los intervalos horarios en los que se ingería cualquier tipo de alimento.
Nuestro cuerpo funciona como una especie de reloj biológico condicionado por diversos factores, entre ellos la dieta. Es esencial el entrenamiento diario de nuestro organismo con prácticas de vida saludable y rutinas alimentarias. Así lo evidencia el investigador Vang Manolis: “Nuestro reloj biológico está regulado por los ciclos de día y noche, y el segundo factor que más influye es la dieta. El reloj central está en la base del cráneo y está influido básicamente por la luz, pero en el intestino y otros órganos también hay relojes que tienen ciclos condicionados por la hora a la que comemos”.