Un estudio realizado en la Universidad de Southampton y probado en la Universidad de Mannheim en Alemania, sugiere que la práctica prolongada del yoga produce “un aumento o engrandecimiento del yo”. En otras palabras, podemos traducirlo como una elevación de nuestra autoestima que conlleva que se motive nuestro ego. “Ni el yoga ni la meditación aquieta el ego, en cambio lo aumentan”, confirman los investigadores.
Para poner en prueba esta teoría, se reclutaron durante 15 semanas a 93 practicantes de yoga y los sometieron a diferentes cuestionarios y entrevistas para regular su sentido de mejora personal. Como resultado, las autoevaluaciones de las personas analizadas reflejaban una tendencia narcisista.
No obstante, además del incremento del ego, también se produce un mejor nivel de autoaceptación, de sensación de bienestar y autoestima y de satisfacción con la vida, criterios más comúnmente relacionados con esta práctica.
“Materialismo espiritual”
Los resultados de esta investigación pueden estar sometidos a la práctica occidental del yoga, por lo que para muchos no son totalmente fiables. Esto es debido a que ni se pueden relacionar directamente con los principios enseñados por el budismo ni a la raíz oriental de la que proviene dicha práctica. Un budista o un meditador hindú no practicaban yoga tradicionalmente para sentirse más poderosos o por encima del resto sino para encontrarse a sí mismos y liberarse de los problemas ordinarios.
Sin embargo, los resultados de esta investigación aplicada en Occidente requieren que se tomen muy en cuenta puesto que confirman que el yoga y la meditación “descontextualizados” pueden producir los efectos contrarios a los deseados por la práctica original.
“Aquellos que practican la meditación con una perspectiva egocéntrica probablemente se volverán más egoístas", señala el escritor budista Lewis Richmond. En consecuencia, a esta especie de “yoga camuflado occidental” es a lo que muchos autores se refieren como “materialismo espiritual”. Especialmente el precursor de este concepto fue el maestro Chögyam Trungpa, quién entendió tempranamente los perjuicios del yoga de Occidente.