El invento más prodigioso y el más benéfico de la historia de la humanidad está a punto de presentarse en sociedad. Viene a evitar 3,3 millones de muertes al año, que son las que producen los excesos en la ingesta de alcohol. Y a este holocausto hay que añadir los daños en hígado, cerebro, riñones, ojos y otros órganos que padecen muchos consumidores habituales, la pérdida de millones de horas hábiles de trabajo, el dolor físico y el pesar característicos de la resaca, la agresividad injustificada y las angustias de la adicción.
Todos estos estragos se van a acabar muy pronto. Cuando las próximas generaciones del mundo occidental quieran alegrarse, desinhibirse y pasar un rato divertido, aliviados del peso del mundo, ya no recurrirán al whisky, la vodka, el ron y demás licores. En vez de eso, se beberá un alcohol sintético, un sucedáneo como el cigarrillo electrónico lo es del cigarrillo tradicional de papel.
Será la primera vez en la historia en que dispondremos de un vicio sin penitencia, de un placer sin culpabilidad
Después de años investigando los efectos que produce el alcohol en el sistema nervioso central, el científico británico David Nutt --ex consejero de Salud del Gobierno británico, profesor en el Imperial College London y asiduo colaborador en las páginas de ciencias de The Guardian-- se dispone a introducir en el mercado varias bebidas de su compañía Alcarelle bajo la marca Alcosynth: sucedáneos del alcohol con una composición química hasta hoy secreta que tienen la característica común de estar libres de acetaldehído --principal factor para la aparición de la resaca-- pero mantener la acción liberadora de dopamina y otras moléculas relacionadas con la sensación de placer. Es lo que algunos ya definen como un "alcohol sin resaca". Otra característica interesante de Alcosynth es que su efecto euforizante no sigue creciendo más allá de una embriaguez razonable, y por más copas que se beba el efecto no se agrava más allá de cierto nivel o "meseta". Por consiguiente no se llega en ningún caso al delirium tremens ni a la muerte por intoxicación.
Desde que Noé salió del Arca y probando el fruto de las vides que plantó se emborrachó involuntariamente, lo que tuvo, por cierto, consecuencias muy desagradables para su hijo Cam, será la primera vez en la historia en que dispondremos de un vicio sin penitencia, de un placer sin culpabilidad. Aunque no se me escapan ciertas consecuencias sobre el antiguo orden moral, estoy convencido de que algunos lectores que aún tratan penosamente de recuperarse de los excesos de Nochevieja considerarán que la noticia inaugura el año con un tono positivo, positivismo que será gloriosamente confirmado cuando podamos abastecernos en el supermercado de los primeros productos Alcosynth.