Como cada año, ha llegado el momento de retrasar una hora el reloj para adaptarse al horario de invierno. En la madrugada del domingo, a las tres, volverán a ser las dos, y los días se harán más cortos, porque anochecerá una hora antes.
Las virtudes y defectos del cambio horario han sido discutidas desde su aplicación y, a pesar de las críticas que recibe, algunos expertos consideran que los efectos reales que producen en las personas son prácticamente imperceptibles.
El móvil: enemigo del sueño
Diego Redolar Ripoll es doctor en psicobiología y neurociencia, y director del laboratorio neuro cognitivo del Hospital Sant Pau, y explica que “es más pernicioso el uso de los dispositivos móviles antes de dormir, que el cambio horario”. Y esto es así, según el experto, porque los móviles o las tabletas desprenden una luz que engaña al núcelo supraquiasmático, por lo que el cerebro recibe una información similar a la de la luz solar, lo que luego afecta al descanso nocturno.
Los científicos estadounidenses Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young han ganado el último premio Nobel de Medicina por sus descubrimientos de los mecanismos moleculares que controlan el ritmo circadiano. En esta línea es que Redolar explica la importancia de la injerencia de la luz en el cerebro, que se percibe a través de la retina.
Aquel reloj biológico --hay más de uno-- que el cuerpo humano tiene como herramienta, se adapta fácilmente a los cambios horarios, según el neurocientífico. “Cuando hay un cambio horario, percibimos un cambio en la luz, y se puede tardar de uno a dos días en estabilizarse”, asegura Redolar. Pero el científico insiste en que las consecuencias del cambio de hora “son más conductuales y sociológicas, que no fisiológicas”.
El tiempo, un símbolo
Para analizar el enfoque sociológico del asunto, Francesc Núñez, director del Máster de Humanidades de la UOC, explica que “el tiempo si es que existe, es un símbolo para organizarnos socialmente”, y en la misma línea que el neurocientífico coincide en que el cambio de retrasar una hora no puede afectar de manera significativa a la sociedad, aunque sí que afectaría “en forma positiva si se produjera por ejemplo la reforma horaria”.
“Los individuos de las sociedades líquidas no tenemos demasiado tiempo para acomodarnos, vivimos en constante cambio, por eso este tipo de modificaciones tiene efectos sociales mínimos”, sentencia.
Repercusiones en niños y ancianos
En lo que coinciden ambos profesionales es en las posibles repercusiones que el cambio de hora puede tener en adultos mayores y en niños. Ya que al estar estos grupos etarios más acostumbrados a ritmos circadianos más estrictos que jóvenes y adultos, es posible que lo noten más.
Para ello, el sociólogo recomienda tomar algunas precauciones días antes del cambio, como ser “ir variando el horario de comida 20 o 30 minutos”, para favorecer la adaptación.