Investigadores del Nationwide Children's Hospital de Columbus, en Ohio (Estados Unidos), han constatado un número "inaceptablemente alto" de visitas a Urgencias en Estados Unidos por heridas ocasionadas por el uso indebido de bastoncillos para los oídos.
En concreto, el trabajo publicado en la revista The Journal of Pediatrics ha contabilizado unas 263.000 intervenciones a menores de 18 años por este motivo entre 1990 y 2010, a través del Sistema Nacional de Vigilancia Electrónica de Lesiones (NEISS, en sus siglas en inglés) de los hospitales de Estados Unidos, lo que equivaldría a unas 34 heridas diarias.
"Los dos errores más habituales que oigo a mis pacientes es que el oído debe limpiarse con remedios caseros o mediante el uso de bastoncillos, y en ambos casos es falso", ha reconocido el otorrino Kris Jatana, uno de los autores de este trabajo, que recuerda que el canal auditivo suele autolimpiarse y el uso de estos productos puede empujar la cera más cerca del tímpano con el consiguiente riesgo.
Lesiones registradas
En su trabajo constataron que la mayoría (73%) de las lesiones registradas estaban provocadas por el uso de estos bastoncillos para limpiar los oídos, seguido de las provocadas por jugar con ellos (10%) o por caerse con el bastoncillo en el oído (9%).
La mayoría de las lesiones ocurrieron cuando el niño usaba el bastoncillo por su cuenta (77%), seguidas de las lesiones provocadas por uno de los padres (16%) o un hermano (6%) al intentar limpiar el oído del menor. Aproximadamente dos de cada tres pacientes tenían menos de 8 años de edad, y los menores de 3 años representaban el 40% de todos estos casos.
Las más frecuentes
Las lesiones más frecuentes fueron sensación de cuerpo extraño (30%), perforación del tímpano (25%) y lesión de tejido blando (23%). La sensación de cuerpo extraño fue el diagnóstico más común entre los niños de 8 a 17 años, mientras que el tímpano perforado fue el más común en los menores de 8 años.
Pese a estos incidentes, el 99% fueron tratados y curados en el momento y solo los casos más graves, en los que resultaban dañados el tímpano o el oído interno, provocaron mareos, problemas de equilibrio o una pérdida auditiva irreversible.