A lo largo de los años, a los insomnes se les han ofrecido pastillas, plantas e incluso lámparas especiales para ayudarles a dormir. No obstante, resulta que había una solución mucho más simple al alcance de la mano, y que es, literalmente, el aire libre.
Una nueva investigación, recogida por el rotativo británico The Telegraph, sugiere que en lugar de estar acostado en la cama contando miserablemente ovejas imaginarias, las personas que sufren de insomnio deben salir de verdad en el prado verde y probar de acampar. Según el estudio, sólo un par de noches al raso es suficiente para restablecer el reloj interno del cuerpo, lo que permite a las personas dormir más rápido.
Culpa de la vida moderna
La vida moderna está privando cada vez más de luz natural, provocando variaciones en la frecuencia de su ritmo circadiano. Sin embargo, este nuevo experimento de la Universidad de Colorado reveló cómo una temporada en el campo es capaz de cambiar rápidamente el calendario de dos horas y media, permitiendo a los campistas ir a la cama a una hora civilizada una vez que regresen a sus hogares.
Los ritmos alterados se detectaron midiendo los niveles de la hormona melatonina en los participantes.
Obesidad y diabetes
Ir a la cama tarde se cree que contribuye no sólo a la somnolencia y la productividad reducida durante el día, sino también las condiciones más graves como los trastornos del estado de ánimo, la diabetes y la obesidad.
"Si una persona quiere ir a la cama a una hora anterior, entonces pasar un fin de semana en el camping podría ser justo lo que necesita", dijo el Dr. Kenneth Wright, que dirigió la investigación, que añadio: "Nuestros hallazgos demuestran que vivir en nuestros ambientes modernos contribuye al calendario circadiano tardío independientemente de la temporada y que un viaje de fin de semana puede restablecer nuestro reloj rápidamente".
Investigaciones anteriores del mismo equipo establecieron que la exposición moderna de las personas a la iluminación eléctrica causa aproximadamente un retraso de dos horas en el tiempo circadiano y que una semana de sol de verano puede cambiar esos ritmos internos.