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Manuel Burraco, Zacarías Lara y Belén García son los editores de Barrett, un sello independiente creado en 2016 en Sevilla que, después de una década de actividad, ha logrado abrirse un hueco propio en el sector editorial español gracias al diseño de sus libros –encomendados a artistas contemporáneos– y a títulos como Panza de Burro, la ópera prima de la escritora canaria Andrea Abreu; La tiranía de las moscas de Elaine Vilar Madruga; Mundo Hormiga del director y guionista norteamericano Charlie Kauffman o Canijo, la novela de Fernando Mansilla sobre la Sevilla canalla.

En unos meses cumplirán diez años. ¿Cómo llegan a esta primera década?

¡Vivos! Han sido toda una aventura. Trabajar en la edición de libros es un poco como ir en una montaña rusa en la que pasas por muchas fases, pero la sensación general que tenemos es que lo hemos pasado bien y, cuando te lo pasas bien, el tiempo avanza muy rápido. Eso sí, desde el principio hemos hecho todo lo posible por arruinarnos [risas], lo curioso es que, al final, los proyectos en los que pensábamos que nos arruinaríamos han terminado saliendo bien y, además, son los proyectos con los que más nos hemos divertido.

Barrett JAIMEPHOTO

Ustedes nunca han renunciado a hablar de lo difícil que era sacar adelante una editorial independiente. ¿Los tres trabajan y viven de la editorial?

Ahora vivimos de la editorial, pero los inicios fueron complicados, como lo son para cualquier negocio. Tuvimos la suerte del éxito que fue Panza de burro (2020), que nos permitió estabilizarnos y constituirnos como cooperativa. Comenzamos a tener una relación más estrecha con las imprentas y las distribuidoras, lo que nos permitió darnos a conocer más y mejor. Y a partir de ahí pudimos tener un sueldo cada uno de nosotros. Pero los inicios no fueron nada fáciles. Solíamos decir que éramos una editorial independiente, pero que dependíamos de nuestras parejas. No hay que olvidar que el trabajo en torno al sector del libro es el más interdependiente que existe, porque para que un libro exista y funcione hace falta el trabajo de muchas personas, empezando por el autor y siguiendo por quienes se ocupan de la maquetación, corrección, distribución o el diseño…Se utiliza la etiqueta de independiente, pero esta etiqueta se refiere quizás a los valores que se defienden, no al trabajo. De todas maneras, tener un sueldo no significa haber salido de esa precariedad que define hoy muchos trabajos, muchos de ellos vinculados al mundo del libro.

Siendo tres personas en la editorial imagino que externalizan muchas tareas.

Nos conocemos desde hace muchos años y siempre hemos compartido gustos, criterios y decisiones, de manera que nos distribuimos el trabajo y logramos hacerlo todo con cierta armonía. Evidentemente, externalizamos cosas, pero dependiendo a lo que necesitamos en cada momento: tipógrafos, correctores o traductores. Por norma general, en Barrett nosotros hacemos una primera corrección y nos encargamos de la maquetación y de la comunicación; también del diseño, si bien colaboramos con artistas para hacer las portadas. Lo que más externalizamos son las correcciones y las traducciones. No se toma ninguna decisión sin que haya sido consensuada; lo discutimos y decidimos todo. 

'Canijo' BARRETT

Ustedes representan una excepción: para muchos sellos crecer significa publicar más, pero Barrett ha crecido decreciendo, reduciendo el número de libros publicados.

No queríamos crecer publicando más. Al contrario. Nos dimos cuenta de que funcionaba bajar de diez a ocho títulos anuales. Nos permitía cuidar más la selección, a los autores y el proceso de elaboración del libro. Queríamos salirnos de esta lógica perversa que te lleva a publicar siempre más. El mundo del libro está viciado: tú publicas un libro que vendes a 20 € y del que haces una tirada de mil ejemplares. Si vendes todos, obtienes 20.000 €, pero la distribuidora se suele quedar con el 50%. Cuando se dice que se han vendido tantos libros, en realidad, lo que se está diciendo es que todos estos libros están colocados en las librerías. Esa ganancia es falsa y si te gastas el dinero en las vacaciones, cuando vuelves, la distribuidora te dirá que te devuelve tantos ejemplares, obligándote a devolverle a su vez la parte correspondiente del dinero. Como ese dinero no lo tienes, publicas otro libro para compensar la deuda con la distribuidora. Es dinero ficticio. Nosotros queríamos salirnos de esa burbuja, pero al hacerlo corres el riesgo de arruinarte. Crecer  a partir de un dinero que en realidad no existe también es un gran riesgo.

¿No se puede mantener la exigencia literaria publicando muchas novedades?

No sabríamos de qué decirte. Por un lado, es cierto que se publica muchísimo y  que las novedades se consumen muy rápidamente. Por otro lado, el gusto es muy subjetivo. Rob Iniesta decía que el hecho de que a mucha gente le guste algo, como puede ser la canción del verano, no significa que este algo sea bueno. Y es así, pero definir qué es bueno y qué es malo obligaría a abrir un debate demasiado grande. Cada editorial tiene su criterio y pone sus filtros. Muy probablemente nos estemos perdiendo el talento de gente a la que nunca veremos publicada, y lo decimos porque no son pocas las veces que nos sorprendemos con el talento de personas que no conoce nadie.

Al final, se trata de elegir qué publicar y qué no.

A medida que pasan los años nos volvemos más exigentes a la hora de seleccionar los libros. Publicar solo ocho, de los cuales uno es un cómic, otro es un álbum ilustrado y otro el que decide la editora invitada, nos deja muy poco margen. Solo tenemos cinco títulos para elegir.

El equipo de Barrett JAIMEPHOTO

¿Piensan en un solo tipo de lector que conozca el catálogo o en distintos lectores dependiendo de cuál sea la colección?

Nosotros pensamos nuestros libros como si fueran las piezas musicales de un solo disco. Buscamos que entre ellos haya equilibrio y coherencia. Pero, a diferencia de lo que sucede con un disco, ningún lector se lee todo lo que publica una editorial ni compra desde el primero al último de los libros publicados en un año. Ese equilibrio lo percibimos sobre todo nosotros, no los lectores. El hecho de que no lo perciban no significa que no haya una coherencia interna en el catálogo que buscamos exigiendo que en todos los libros haya humor, ironía y crítica. Buscamos que nuestros libros tengan un alma común para que el lector, al leerlos y sin ver nuestro logo, que suele aparecer en el frontal de la cubierta, sepa que es un Barrett sin que nadie se lo diga. Eso sí, hay que evitar ser previsibles. Después del éxito de Panza de burro, el libro de Andrea Abreu, muchas agencias empezaron a enviarnos novelas sobre vulcanos, como si nos interesara el tema. Y no es esto, porque lo que buscamos es todo lo contrario a lo previsible; queremos libros que nos descoloquen.

¿Por esto editaron una novela como Mundo Hormiga?

Fue un capricho, pero nos salió bien. Hemos vendido todos los ejemplares que hicimos.

¿Fue una sorpresa similar a Panza de burro?

Eso es algo que no se repetirá. Salió en un momento muy concreto, durante la pandemia, cuando nadie editaba libros. Como en los demás títulos, hubo mucho trabajo detrás, pero también toda una serie de felices coincidencias. Los libros son imprevisibles. A veces, piensas que uno no tendrá mucho recorrido y termina teniendo un éxito que no esperabas. Publicamos todos los libros con el mismo cariño y esperamos que funcionen, pero no siempre es así. Y esto duele. Aunque el exceso de pasión puede ser peligroso somos insistentes. Por ejemplo, somos muy fans de César Sánchez, aunque sus libros no se venden. Creemos que es un gran autor y lo vamos a seguir publicando.

'Panza de burro' BARRETT

Panza de burro está en la colección 'Editora por un libro', es decir, quien trajo ese título a la editorial fue Sabina Urraca. En esta colección han participado también como editores Patricio Pron, Sara Mesa o Cristina Morales… ¿Cómo surge la idea?

Surge al inicio de la editorial; no conocíamos agencias literarias y teníamos pocos contactos. Tampoco nadie nos conocía. Lo que hicimos es preguntar a amigos. Hicimos una lista de personas que considerábamos interesantes a las que pedir consejo y con las que queríamos contar. Así surgió la idea. Empezamos esta colección con Sara Mesa, puesto que vive en Sevilla. Después de ella vinieron otros. La colección es una manera de diversificar gustos.

No todos vienen del mundo del libro.

En efecto. Están Julieta Venegas o Los Punsetes, por ejemplo. No queríamos cerrarnos al mundo del libro y queríamos pasarlo bien. El mundo editorial es muy elitista, muy serio… Nosotros nos queríamos reír de tanta seriedad y mostrar que hacer humor no significa hacer las cosas de manera menos profesional.

Barrett JAIMEPHOTO

¿En qué sentido el mundo editorial es elitista? ¿Económicamente o en el sentido intelectual? 

Decimos elitista porque en él domina una especie de superioridad moral en torno a lo que es lo correcto, culturalmente adecuado y en determinadas formas… Esta superioridad no deja espacio para otros criterios o maneras de hacer. Nosotros empezamos burlándonos de esa seriedad que, por ejemplo, se ve en ciertas presentaciones; nos hemos disfrazado, hemos contratado a actores que se han hecho pasar por nosotros… Es decir, hemos querido introducir el humor en medio de tanta seriedad. Existe todo un mito en torno a lo que deben ser los escritores y los editores, pero los escritores, cuando los conoces, son personas normales que dicen tonterías y se ríen de las mismas.

¿Ese elitismo se expresa también a través del lugar geográfico desde donde se edita? ¿No es lo mismo hacer libros en Barcelona o Madrid que en Sevilla?

Sin duda. Nosotros hemos percibido un cierto trato clasista, sobre todo por parte de las agencias literarias, que están precisamente en Madrid y Barcelona. Se debe al hecho de que en el imaginario colectivo existe la idea de que las editoriales más reconocidas y que mejor funcionan son de Barcelona y Madrid, ciudades que juntas suman el 70% del sector editorial. Sin embargo, las editoriales que a nosotros nos gustan, como Fabulatorio, Pepitas de Calabaza o Fulgencio Pimentel, son de Galicia,de Logroño… Es decir, nos gustan las editoriales y los relatos que vienen de otros lugares. De ahí el libro de Carolina Yuste sobre Badajoz.

Barrett JAIMEPHOTO

Yuste tuvo claro que quería publicar con vosotros, aunque habría podido tener ofertas de editoriales más grandes.

Por eso su decisión de publicar con nosotros es tan importante. Ella quería publicar en un sello independiente. Había leído Panza de burro y sabía que éramos muy respetuosos con el lenguaje, que no buscábamos la uniformidad y que creemos que existe un público lector joven que está cobrando cada vez más fuerza y que demanda historias y relatos distintos.

¿Podemos esperar algo nuevo para vuestro próximo décimo aniversario?

Y tanto. Durante 2026, vamos a dejar de lado nuestro catálogo y hacer un juego: publicaremos ocho libros anónimos. Es decir, ocho libros escritos por autoras y autores conocidos, pero que no firmarán ni con su nombre ni con un pseudónimo. Serán anónimos. Si después de un año de su publicación, los autores reivindican públicamente su autoría, no hay problema, pero creemos que casi ninguno lo quiere hacer porque publicar anónimamente les permite escribir lo que quieren con absoluta libertad. Y nosotros publicar libros de manera anónima es una manera de ir en contra de los prejuicios, porque muchas veces leemos y nos dejamos llevar por el nombre del autor. De esta manera pondremos el foco de atención únicamente en el texto.

Aquí quienes se la juegan son los críticos y reseñistas, puesto que puede darse el caso de que critiquen el texto de un autor al que quizás hayan elogiado, o viceversa.

Exactamente. Los libros publicados anónimamente van a obligar a todos, a los críticos y a lectores, a mojarse sin tener más referencia que el texto.