Publicada

En tiempos de crisis, volver a los clásicos. Los filósofos helenísticos, Marco Aurelio, Epicuro, los estoicos, ellos fueron los primeros en orientar la búsqueda del saber hacia el hombre y su bienestar en el mundo. El ser humano ha vuelto a ellos periódicamente cuando se ha sentido abrumado por conflictos, epidemias, revoluciones científicas y cambios de paradigma. Fue un recurso para el desánimo y la inestabilidad del Barroco por ejemplo y, sin ir tan lejos, lo fue para muchos en la pospandemia.

El hombre de hoy no se ha olvidado de los maestros, aquellos que invitaron a la introspección, al recogimiento, y a la aceptación radical de los sucesos que escapan al control del individuo.

Así le sucedió a Vicente Ferrio: "Marco Aurelio me marcó. Leer sobre un emperador romano, la persona más importante de aquel momento, y ver que tuvo la capacidad de comprender y aceptar, de relativizar, sin dejarse llevar por la influencia de los demás... es sabiduría pura".

Ferrio, ingeniero de caminos, con más de dos décadas de experiencia como directivo en varios países, experimentó un día una angustiosa sensación de vacío. Inesperada, puesto que se encontraba en lo más alto de su carrera, con la agenda repleta y multitud de distracciones. Decidió frenar, detenerse, mirar adentro, y embarcarse en un viaje, esta vez, interior. Con lo aprendido ha preparado un manual práctico, nada menos que sobre 'el arte de vivir': El síndrome del buscador (Urano). 

'El síndrome del buscador', de Vicente Ferrio Urano

"La espiritualidad, el actuar con conciencia, no está de moda en las sociedades actuales en las que todo debe tener un beneficio inmediato", explica Ferrio durante esta entrevista para Letra Global. "La nueva religión es la productividad, el cómo aprovechar cada minuto y segundo al máximo". 

Es un comportamiento premiado en las sociedades actuales —provocado por el capitalismo y potenciado por el escaparate que son las redes sociales—: exprimir cada día, ir primero a la oficina, después al gimnasio, a clase de idiomas, y luego a eventos, reuniones, fiestas... Una deriva estimulante, pero adictiva, que acaba siendo peligrosa. Le sucedió al propio autor, como explica en la introducción de esta obra, en la que une el pensamiento de varios filósofos clásicos y contemporáneos —Jean-Paul Sartre, Olivier Remaud, Michael Marder y Byung-Chul Han—, también de sociólogos y antropólogos, con su propia experiencia. 

Mucho ruido, y pocas nueces

"Estamos en una búsqueda constante para sentirnos mejor. Nos hacemos expectativas irreales y nos comparamos con los demás, pero esto acaba generando estrés y ansiedad". Es una de las preocupaciones de Ferrio, que utiliza los términos "eventomanía" o "bulimia de experiencias" en su libro para describir la necesidad de llenar la agenda y aliviar "ese dolorcito crónico de insatisfacción". Un intento que es en vano, advierte, porque se orienta hacia fuera, desde la carencia. Y no funciona, porque se olvida del sentido. 

Vicente Ferrio Luis Miguel Añón

"Cada uno de nosotros somos responsables de lo que hacemos, con nuestro tiempo y con nuestra vida". La libertad de la que disfrutamos como individuos en sociedades democráticas, reflexiona el autor, es un regalo, pero también una carga: "enfrentarse a ella puede ser una gran responsabilidad y dar mucho vértigo". Sin un criterio acertado y preparado, añade, puede convertirse en una especie de esclavitud. 

Por ello, a menudo las personas se dejan guiar por el ruido. Culpan a otros de lo que no les gusta. Pero "lo que es, es", sentencia Ferrio recordando a los estoicos y las reflexiones de Viktor Frankl. "Nos empeñamos en que sea de otra manera. Quiero que mi pareja sea diferente, mis jefes, el trabajo, mis hijos... Y no se trata de conformarse, sino de aceptar lo que sucede". 

Aceptar y valorar. El entorno, la propia valía, la sencillez, lo cotidiano. "A partir de ahí, puedes atraer oportunidades desde lo que ya tienes". 

Descubrir lo que hay dentro

Ferrio no propone renunciar al mundo, sino aprender a habitarlo con otra mirada. "Estamos acostumbrados a actuar como turistas", dice, "consumiendo experiencias que otros han vivido". En las páginas de El síndrome del buscador, sugiere lo contrario: vivirlas con ojos de explorador, para descubrir maravillas en los detalles más pequeños.

Su mensaje se entrelaza con el de aquellos que desde hace siglos han invitado a la pausa y al diálogo con uno mismo. Como los filósofos helenísticos, y otros contemporáneos como Byung Chul-Han (Vida contemplativa: elogio de la inactividad), quienes reivindican también la necesidad de detener la búsqueda hacia fuera para dirigirla hacia dentro; de transformar la prisa en contemplación

Vicente Ferrio Luis Miguel Añón

"La historia tiene ciclos. A veces vivimos etapas más blandas, más favorables, y olvidamos lo esencial. Pero cuando vienen mal dadas, si no tenemos armas para defendernos —para relativizar los problemas, centrarnos en nosotros y en quienes nos rodean— lo pasamos mal. Es entonces cuando volvemos a la sabiduría auténtica, la de verdad, la clásica. A esas personas que dedicaron su vida a pensar, a contemplar, sin distracciones, sin interrupciones, sin estímulos". De esta forma, volver a los clásicos —a Epicuro, a Marco Aurelio, a Séneca— es para Ferrio hacer un viaje a lo esencial: entender que el arte de vivir no consiste en acumular, sino en comprender, aceptar y agradecer. 

"En el momento que eres consciente de lo que eres", concluye, "cuando estás orgulloso de ti y empiezas a buscar desde la paz, todo cambia a mejor".