Tuvo a Paul Bowles como maestro y de él Roberto Bolaño dijo que era el escritor más prometedor de su generación. Han pasado treinta años desde que publicara su primera novela, El salvador de buques, y casi cuarenta de su primer libro de relatos, El cuchillo del mendigo. A lo largo de todos estos años, Rodrigo Rey Rosa ha construido una sólida carrera literaria en la que destacan obras como El Material humano, Severina o Manuscrito hallado en la calle Sócrates, publicado con el pseudónimo de Rupert Ranke. Este personaje reaparece en Metampsicosis, su última novela, en la que escuchamos la narración de un escritor que, de viaje por Grecia, ha sido considerado loco por su extraño comportamiento y recluido en un sanatorio, donde despierta un día sin recordar nada. Unos cuadernos sirven para reconstruir una memoria perdida y también como arma de venganza. Ranke es un escritor alemán que no le perdona al protagonista que, tiempo atrás, robara su manuscrito y lo publicara sin su permiso y en traducción. Así que Ranke decide pagarle con la misma moneda. 

-Si en su anterior novela teníamos a un escritor suizo a cuya obra accedíamos a través de una traducción, aquí nos encontramos con el discurso de un hombre que está en un sanatorio porque ha sido tachado de loco. Da la impresión de que su escritura es una búsqueda de un lugar de extrañamiento. 

-Metampsicosis nace como experimento o como intento de narrar desde lugares distintos. Quizás el deseo de experimentar sobre nuevos lugares o nuevas instancias desde donde narrar está provocado por esta exigencia tan actual, no siempre explícita, de enunciar siempre desde dónde escribe uno para así demostrar el carácter auténtico de lo que se escribe. Porque se sostiene que solo se es auténtico si se escribe desde el lugar de nacimiento o pertenencia. La literatura siempre ha escapado de ese cajón de la identidad y de la pertenencia, sin embargo, ahora se hace muy difícil escapar de este cajón, puesto que está mal visto y no se da legitimidad a aquel que no habla realmente desde su lugar. Para mí estas exigencias y, sobre todo, el tener que cumplirlas son una especie de camisa de fuerza que no estoy dispuesto a ponerme.

Rey Rosa CHERIE NUTTING

-Sin duda, no se la ha puesto: su anterior novela la firmaba nada más y nada menos que Rupert Ranke, el escritor suizo que usted ha creado y que en esta nueva novela reencontramos.

-Sí, fue un experimento. Nunca lo había hecho ni tan siquiera había pensado nunca en la posibilidad de escribir con seudónimo. Se me ocurrió la idea cuando ya había empezado a escribir la novela; lo que quiero decir con esto es que no comencé a escribir la novela con esta premisa. Sin embargo, cuando se me ocurrió la idea pensé que podía ser interesante, puesto que sería como ponerme una máscara. Una vez asumida esta posibilidad decidí llevarla hasta sus últimas consecuencias narrativas.

-Y lo hizo en un momento de auge de la literatura confesional y de la llamada no ficción. 

-Por instinto, yo siempre he ido a contracorriente, en esto y en muchas otras cosas. Y sí, sentí que ese ir a contracorriente era una especie de provocación por mi parte, pero una provocación necesaria, porque creo que la literatura debe tomarse todas las libertades posibles. Es la crítica o la sociología literaria la que debe explicar y clasificar en todo caso tu literatura y el lugar desde donde se escribe, pero a la hora de escribir es otra cosa.

'Cuentos completos' ALFAGUARA

-En relación con su anterior novela, el crítico Edgardo Dobry, en una reseña, señalaba que en ella aparecía un manuscrito escrito por un suizo alemán que contiene un cuento de un griego alemán sobre las aventuras de unos guatemaltecos atrapados en Grecia por culpa de la pandemia. Usted parece rechazar por completo la idea de escritor vinculado a una identidad nacional.

-Me gustaba pensar en la posibilidad no tanto de desdibujar fronteras o identidades nacionales, sino de trazarlas de otra manera, en otro sentido. Respecto al tema de la identidad, creo que el mundo se ha vuelvo mucho menos libre de cuanto lo era en el siglo XIX o antes. Por entonces, la idea de frontera se ha reforzado, de ahí la importancia que ha adquirido el pasaporte. Estamos cada vez más encajados. No quiero tener ningún tono pretencioso, pero para mí sigue siendo capital esa idea según la cual todos somos de todos los lugares y, al mismo tiempo, de ningún lugar concreto.

No digo que esta sea una verdad absoluta, pero sí es central para mí. Es verdad que yo me siento guatemalteco en cualquier lugar que vaya, pero también es cierto que en Guatemala no me siento completamente guatemalteco, no me siento necesariamente en casa. Y esto es así porque Guatemala es un país atravesado por varias fronteras internas, fronteras lingüísticas, culturales e, incluso, religiosas. Volviendo a la cuestión de la literatura, precisamente por todo esto, creo que utilizar estas etiquetas identitarias tiene sentido solo si es para jugar, es decir, solo si sirve para activar esos resortes que a mí me estimulan para seguir escribiendo.

-Uno de los puntos de partida de Metampsicosis es el tópico del manuscrito hallado. ¿Qué importancia tiene la tradición literaria a la hora de crear?

-La idea de manuscrito hallado apareció en la medida en que escribía y, cuando apareció, decidí subrayarlo . El manuscrito hallado no solo es un tópico, sino que puede incluso considerarse un género de por sí. Manuscrito hallado de en una botella de Edgar Allan Poe y El manuscrito hallado en Zaragoza de Jan Potocki son dos textos que leí hace mucho y que me gustaron muchísimo. En cuanto a la tradición, lo que puedo decir es que todo está hecho; es decir, el deseo de hacer algo original en el sentido de algo radicalmente nueva resulta bastante absurda a estas alturas. La humanidad ha hecho tanto con todo que cuesta encontrar nuevos géneros y tópicos.

'El material humano' ALFAGUARA

- ¿La originalidad reside en la construcción de una voz? En otras palabras: ¿la originalidad está más en el cómo que en el qué?

-Efectivamente. No importa de qué se escribe, sino cómo se escribe. En este sentido, escribir es una especie de juego, pero no un juego fácil, sino uno que nos compromete a la vez que nos divierte. Porque escribir debe divertirme, debe despertar en mí un sentimiento de juego y de libertad total.

-Hablando de tópicos, usted aquí nos presenta a un hombre tachado de loco que cuenta su historia; un hombre encerrado en un sanatorio por ser considerado loco, pero que no pierde su lucidez.

-En cierta manera, siento que todos estamos locos. Es decir, dependiendo del contexto, todos podemos ser considerados así en algún momento. Todos tenemos momentos de locura, de una locura ligera, pero que es susceptible de llevarnos a ser encerrados. Yo he tenido amigos que han sido tomados por locos e, incluso, diagnosticados y condenados por ser considerados locos, si bien para mí no lo eran. Simplemente actuaban de una manera anormal por distintas razones. Una de las razones era el consumo de droga, pero consumir no significa estar loco. Es simplemente una locura inducida químicamente que momentáneamente te hace actuar de manera atípica pero ya está.

Dicho esto, volviendo a la locura como tópico, lo encontramos en la Odisea, en la Biblia… Está en el origen de la literatura y muchas veces es tratada de manera crítica. Por ejemplo, Ulises se hace el loco para ir a pelear, pero está muy lejos de ser un loco. Al contrario, es un astuto que encuentra en la locura una forma para evadir exigencias impuestas desde fuera. En mi caso, esta novela no es la primera que vez en la que aparece la locura como tema, pero es cierto que, además, aquí me era muy útil en cuanto considero que desplazarse de cultura y de lengua hace que uno entre en un estado mental que, sin ser locura, sí es una forma de enajenamiento. 

'Severina' ALFAGUARA

-¿Usted lo ha experimentado?

-Sin duda, más de una vez, por el hecho de cambiar por voluntad propia varias veces de país y de cultura, instalándome, a veces, en países culturalmente antitéticos al mío. Por esto puedo decir que estos cambios pueden procurar una especie de locura leve en la que se despierta. De ahí que el punto de partida sea precisamente este, el de un hombre que se despierta en un sanatorio, se despierta de la locura por lo ha llevado hasta ahí y debe comenzar a orientarse, como también lo debe hacer el lector.

-Y para orientarse y recordar necesita de la escritura…

-Porque la escritura es una manera de reordenar y de recuperar una memoria.

-En su literatura la memoria es individual y, a la vez, colectiva. Pienso, por ejemplo, en Material humano, donde narraba la historia de su país y lo hacía a través de distintos registros de memoria. 

-Cierto. Por esto para mí son muy interesantes los archivos, que son una especie de memoria secreta, una memoria que está ahí, pero no siempre se sabe que se posee. Material humano fue mi primera experiencia indagando en archivos y me abrió la curiosidad ni tanto de crear a partir de lo nuevo, sino de revisar y volver a narrar lo que ya existe. Seguramente, si no hubiera escrito Material humano no me hubiera interesado por todos los archivos sobre los cuales he trabajado después, archivos íntimos, políticos, museísticos… Cada libro le va enseñando a uno, no tanto cómo escribir, pero sí cómo provocarse el deseo de escribir, de contar. 

'Fábula asiática' ALFAGUARA

-Y supongo que vivir en Grecia despierta aún más su deseo de indagar en los archivos.

-Yo soy de Guatemala, pero mi educación, como la de todos ahí, es europea, para bien y para mal. Tenemos todos los defectos y las virtudes de la educación europea. Y Grecia es un referente desde el inicio, porque es el origen de todo. Uno conoce términos griegos, sin conocer la lengua. Cuando, con esta formación, uno llega a Grecia sufre una especie de shock por esa mezcla entre familiaridad y novedad. Por esto, decidí venir aquí a vivir y conocer mejor el país y la cultura. Resulta curioso, pero al estar aquí uno se siente griego aún conociendo tan solo dos palabras de griego. Foucault decía que todos teníamos que ser más griegos, sobre todo por el sentido de comunidad que impregna su cultura, una idea de comunidad que no anula lo individual, pero que lo inserta en una especie de gran familia. 

-El título Metampsicosis alude al traspaso de las almas y de las ideas de una persona a otra

-Es una idea taoísta, pero también borgesiana. Todos somos uno y todos somos lo mismo y otro. Es una idea hermosa. En la novela, quería explorar la idea de que las almas transitan entre cuerpos sin necesidad de la muerte. Me gustaba la idea de que la muerte no es necesaria para que las almas y las ideas transiten de un cuerpo al otro hasta el punto de que sea difícil señalar a quién pertenece una idea y a quién otra. En mi opinión, las ideas no pertenecen a nadie. En este sentido, podría convertirme en un perfecto defensor del plagio y de la apropiación, que para mí forma parte del juego de la literatura. Quizás, si ganara más dinero me lo tomaría más en serio… aunque no creo. Al fin de cuentas, conceptos como el de autoría o el de copyright son algo relativamente nuevo. La idea de autoría como algo sagrado me parece algo mezquina la verdad.

'Metempsicosis' ALFAGUARA

-No se lo parece a su personaje Ranke, que se enfada con el protagonista de Metampsicosis por haber publicado sin su permiso su obra y, además, en traducción.

-Me parece muy malagradecido Ranke, la verdad. Creo que debería estar agradecido con la gente que se apropia de sus ideas y las difunde, porque la apropiación es un halago, aunque claro siempre aparece el tema de los derechos de autor. No me parece un crimen que alguien copie a otro, pero habría que decirlo. Además, los derechos de autor tampoco son justos; ¿por qué perdemos nuestros derechos a los setenta años de nuestra muerte?

Si yo hago una casa o fabrico un mueble, mis herederos no pierden sus derechos sobre estos inmuebles. ¿Por qué la única herencia que se pierde son los derechos de una obra intelectual? No entiendo la lógica. Es obvio que ni Homero ni sus herederos reciben nada de la publicación de la Odisea, pero los editores sí que se lucran. Lo que quiero decir es que, si los autores y sus herederos pierden el derecho sobre las ganancias de una obra, entonces esa obra debería ser gratis para todos y no significar una ganancia para los editores. Caducando los derechos de autor, las obras no son gratis para los lectores, pero sí para los editores que se lucran. 

-Es cierto, pero ese lucro va a muchos puestos de trabajo vinculados con el ejercicio de publicar la obra en cuestión.

-Este es un gran tema. En Inglaterra, los museos son gratis. Se pagan con los impuestos que se pagan. Por tanto, se considera que las obras expuestas están ahí para que todos puedan verlas; es decir, es un derecho poder acceder a ellas.

- A propósito de la circulación y acceso a la cultura, el otro día, en una entrevista, afirmaba que si no publica en España el escritor latinoamericano es invisible para sus vecinos latinoamericanos.

-Bueno, tal vez no invisible, pero sí muy poco visible. Por experiencia propia y de colegas centroamericanos sé que no nos leímos los unos a los otros hasta que nuestras obras no se publicaron y, por tanto, empezaron a circular fuera de nuestros países. Y no se trata solo de una cuestión de distribución, sino más bien de comunicación entre países y de falta de redes intelectuales dentro de Centroamérica y dentro de Latinoamérica.

Paradójicamente estas redes de intercambio intelectual se fueron desactivando a lo largo del siglo XX hasta ahora en la medida en que la velocidad de la comunicación fue aumentando. Hay mucho más intercambio intelectual en Centroamérica a principios del siglo XIX que durante todo el siglo XX. Y una de las causas es que han desaparecido las revistas literarias y, no solo, hoy la prensa en papel cada vez es más residual en el sentido en que es difícil encontrar determinados periódicos en papel, sobre todo en el extranjero. Antes en París, se podía comprar cada día El País y otros periódicos españoles. Hoy, y lo estoy experimentando estos días, en París resulta imposible encontrar en los quioscos prensa española. 

'Caballeriza' SEIX BARRAL

-Usted, por lo que entiendo, prefiere la lectura en papel.

-Por esto no estoy suscrito a ningún periódico y por esto nunca he leído ningún ebook.

-Dicen que el soporte modifica la lectura, pero también la escritura: no es lo mismo escribir a mano que a máquina o a ordenador.

-A mí me gusta escribir a mano, no me agrada la mecanografía. De hecho, escribo a mano y luego paso todo a ordenador. Un día pedí a una sobrina mía que me transcribiera una novela, pero no me gustó la experiencia. Me dio más trabajo, en el sentido en que el trabajo de corrección sobre la transcripción fue más complicado, en parte porque para mí el transcribir es una forma de corrección. Transcribir es una forma muy atenta de corrección.

-No quiero terminar la entrevista sin preguntarle por Paul Bowles, a quien usted trató mucho y tradujo.

-Bowles fue el primer escritor vivo que conocí y con él tuve una gran amistad. Nos entendíamos muy bien y yo buscaba su influencia. Él me ayudó mucho a creerme escritor, a creer que podía dedicarme a escribir. Paul vivía monacalmente, en un pequeño apartamento, de manera muy modesta. Él estaba convencido de que la literatura no se escribe para ganar dinero, sino que se escribe literatura porque es lo que uno quiere hacer. Y, por tanto, había que buscar la manera de arreglárselas en la vida, pero que la literatura no podía ser el instrumento para ello. Verlo a él, estar con él, a mí me ayudó mucho, puesto que, por entonces, yo no tenía una vida desahogada y Bowles se convirtió en un ejemplo admirable de monacato literario. Además, me gustaba mucho todo lo que escribía. Sus cuentos me fascinaron tanto como los de Borges, a pesar de que son dos autores completamente distintos. Bowles fue, en todos los sentidos, un ejemplo.