Confianza en que el propio país sepa levantarse, como hizo otras veces, contra la autocracia. Venezuela vive la dicotomía entre la democracia y la autocracia, y eso es lo que debería contar, no las ideologías que cada uno quiera exhibir y con las que analiza, de forma previa, cualquier conflicto. Es la posición de Javier Moro, uno de los escritores con más éxito de público en España, que acaba de publicar Nos quieren muertos, (Espasa), sobre la historia del opositor al régimen de Maduro en Venezuela, Leopoldo López. Entre la libertad o la cárcel, López “decidió sacrificar su vida familiar y confortable y entregarse”. Javier Moro, autor de libros como Senderos de libertad, Las montañas de Buda, El Imperio eres tú (Premio Planeta 2011), o el último, A prueba y fuego (2020), explica en esta entrevista con Letra Global, con un tono pausado y reflexivo, que no debería haber dudas sobre lo que plantea. “Leopoldo López es un héroe, con Venezuela no se puede ser equidistante”.
Javier Moro ha presentado un texto que cada vez se reclama más por parte de la ciudadanía. La fragmentación que, por fuerza, exhiben los medios de comunicación, con información continua, pero que necesita un contexto importante, invita a los lectores a conocer una determinada cuestión a través de un libro. Pero, ¿qué tipo de libro? ¿Un ensayo? ¿Una novela con muchos elementos de ficción? Moro considera que la ficción es importante por una cuestión esencial: “Entrar en la ficción a través de las emociones, permite entender un conflicto, una historia personal tan dura como la de Leopoldo López. Se puede contar Venezuela desde fuera, pero es más comprensible si se hace desde dentro, creando esas emociones tan necesarias. La ficción, cuando se habla de ella, se presta al equívoco, parece que inventas todo el contenido. Pero aquí no hay nada inventado, aunque sí se dramatiza. Los diálogos han sido así, como se presentan, en un porcentaje muy alto, con bastante fidelidad”, señala Moro.
El trabajo tiene un alto contenido periodístico, con un acercamiento personal del escritor hacia Leopoldo López y a su mujer, Lilian Tintori, que, en realidad, es la persona con la que Moro construye el edificio de Nos quieren muertos. “Hay una gran capacidad de sufrimiento en el caso de Leopoldo López, que quiso quedarse en Venezuela, a pesar de ir a la cárcel. Pero el héroe arrastra a los que tiene alrededor. Y su mujer reacciona muy bien. Tiene un arco dramático muy interesante. Es una persona que no sabía lo que eran los derechos humanos, que no sabía cómo moverse en Naciones Unidas, y que aprende para protagonizar una lucha que la lleva a ser reconocida y recibida por todos los mandatarios, comenzando por Mariano Rajoy en España”, asegura Moro.
Sobre esa relación, el escritor destaca el comentario de Felipe González, que interpretó lo que sucedía en Venezuela “con claridad, con una idea muy nítida de lo que estaba en juego que no es otra cosa que la democracia, a diferencia de Rodríguez Zapatero que enredó como un líder ideológico sin saber muy bien dónde se metía". González le dijo a Lilian que “no tenía ni idea de política, pero que ahora es un animal político”, frente a Leopoldo, que yo lo he visto siempre con un componente curil, con una gran fortaleza, pero no con la habilidad que ella muestra”.
Lo que está en juego en el libro de Moro es cómo se pasa de la muerte de Chávez a la autocracia de Maduro, con una desintegración de las instituciones democráticas desde dentro, que es la característica de los llamados regímenes iliberales, sea la Rusia de Putin o la Turquía de Erdogan. Moro lo contextualiza a partir de un prólogo esclarecedor: “Maduro ganó las primeras elecciones presidenciales por un margen tan estrecho que la oposición lo acusó de fraude y se echó a la calle, encabezado por el movimiento estudiantil. Un año después, en 2014, ante la situación cada vez más degradada por la que atravesaba el país, Leopoldo López impulsó junto a otros líderes opositores una campaña con el fin de lograr ‘encontrar una salida pacífica, democrática y constitucional al Gobierno de Nicolás Maduro’. Lo llamaron La Salida”.
Esa salida, sin embargo, no se produjo en los términos que quería la oposición. Y por ello, Moro señala que ha habido una gran euforia, personalizada en la figura de Leopoldo López, pero también una gran caída, junto al líder opositor. “Maduro ha contado con mucha ayuda, con una ayuda con la que no se contaba. Ha habido apoyo de los ciudadanos que creen en la democracia en todo el mundo, pero Maduro tenía detrás a Rusia y también a China, con apoyo económico, aunque ahora China ya no está en disposición de ayudar”. Maduro, por tanto, sigue en el poder.
Pero, ¿por qué se suscita esa dialéctica del a favor o en contra de López, del a favor o en contra de Maduro también en España? Moro ve una “deformación ideológica” en España, un país al que “le cuesta entender la democracia, a veces, porque se contrapone todo en función si eres de izquierdas o de derechas. Hoy Venezuela no es un problema de derechas o izquierdas, es un problema de autocracia o democracia”, reclama Javier Moro.
Entonces, ¿con qué debemos quedarnos, situando Venezuela en el contexto de América Latina? “Leopoldo López es un héroe, con Venezuela no se puede ser equidistante. Es un país robado por unos forajidos. Hay unos tipos que se han hecho con el país, que lo han saqueado, y que han forzado que un tercio de la población se haya tenido que ir”.
Sin embargo, la figura de Leopoldo López, ha quedado asociada en España a una de las grandes familias ideológicas. El PP ‘fichó’ al padre de López para que formara parte de las listas en las elecciones europeas. Y la izquierda, la identificada con Podemos, tachó a López de líder de la “ultra derecha”, como señala Moro, al entender que había participado en un golpe de estado, al apoyar a Juan Guaidó en abril de 2019, cuando éste se erigió como presidente de la Asamblea Nacional en el principal dirigente del país. Más tarde, López ofreció todo su apoyo a Guaidó cuando éste puso fin a su mandato como “presidente interino”, en enero de 2023.
"Lo que ha pasado es que en el exilio venezolano se ha comprado, a veces, la desinformación del régimen de Maduro, y me he encontrado en Madrid con taxistas que me decían que Leopoldo López vivía como un rey en Madrid, sin saber todo lo que había hecho por la democracia en Venezuela”, afirma contundente Javier Moro.
La cuestión es que los prejuicios funcionan. Moro comenta que en un paseo por una librería de Barcelona se encontró con una señora que lo conoció. Le agradeció sus libros, era lectora del escritor. Cuando éste le señaló su nuevo trabajo, sobre Venezuela, la mujer –“yo diría que podía estar próxima a Podemos”—le contestó que ese libro no lo iba a leer. “Sí, lo he visto, pero ese no”, señaló, como apunta Moro, al entender que no quería cambiar su propia visión sobre lo que ha sucedido en Venezuela en los últimos veinte años.
La anécdota sirve para reflexionar sobre cómo se pueden manosear los términos, las grandes ideas. En Madrid se ha defendido la “libertad”, en contraposición al “comunismo”. Moro asume esos abusos. “En España se manosea todo, yo, que soy medio francés, --su tío era Dominique Lapierre-- lo veo con gran claridad, porque en Francia no hay tantas disputas sobre la historia del país. Aquí no hay consensos sobre nada, y lo vemos con los planes de Educación. Y la paradoja es que es un país de éxito, con servicios a los ciudadanos que funcionan muy bien, como me contaba mi madre, que prefirió vivir en Madrid y decía que era una de sus grandes decisiones. Siempre tengo la impresión de que España es un país que no se quiere a sí mismo”.
Moro, en todo caso, mantiene su tesis, la de contar lo vivido, la de buscar, a través de las emociones, de los diálogos creíbles, reflejar una determinada realidad. “He explicado cómo lo han vivido ellos, cómo ha sentido Leopoldo López su experiencia, y con él la de muchos venezolanos”, señala, con la idea de que no se deben establecer fronteras ideológicas. “Escribí en Senderos de libertad sobre Chico Mendes, un hombre de izquierdas, que denunció cómo en Brasil se estaba acabando con la selva. Mendes fue asesinado”, recuerda Javier Moro.
¿El mensaje? "Las autocracias quien a los opositores muertos civilmente, sin que participen".