El catalán, la lengua catalana, o la lengua romance que en la actualidad se habla en Catalunya y en otros territorios. Esa es la definición que encontramos en el libro Nunca lo hubiera dicho (Taurus), en colaboración con la Real Academia Española, y que ofrece muchas explicaciones sobre el cruce de vocablos. Uno de ellos es ‘panoli’. ¿Quién es un ‘panoli’ y de dónde viene su definición? ¿De un catalán?
Un ‘panoli’ es aquel al que se le “engaña con facilidad por su simpleza”. Y hay determinados platos que son, precisamente, muy sencillos. La palabra parte de la voz del catalán hablado en Valencia, ‘panoli’, con la que se designaba la ‘fruta de sartén), y era una contracción de la palabra pa en oli, que, a su vez, deriva de la catalana pa amb oli (pan con aceite). ¿Hay algo más sencillo que esa relación entre el pan y el aceite, que ha servido durante tanto tiempo como sustento alimenticio?
Ser un ‘panoli’, por tanto, es alguien que no suele estar atento, y que es pasto del engaño de los otros. Es ya, por tanto, mucho más que una palabra catalana para relacionar el pan con el aceite. Pero hay muchas palabras del catalán que se asocian ya al castellano. La relación constante –y en la dirección opuesta, también— ha llevado a palabras como añoranza, cantimplora, cohete, congoja, cortapisa, fango, forastero, litera, mercería, muelle, naipe, prensa, reloj o salvaje.
También una muy curiosa, como ‘macarra’, que viene de ‘macarró’, que, a su vez, llega del francés maquereau. Y otra muy estimada: ‘capicúa’, derivada de cap i cua, (cabeza y cola), que designa el número que se lee igual empezando por el principio (la cabeza) o el final (la cola). Son números muy estimados para comprar lotería.
Son muchas las palabras castellanas que proceden del catalán, y de ellas una parte importante son las que acaban en ‘el’, tras la pérdida de la segunda ele, (ell) en el proceso de adaptación. Es el caso de doncel, por donzell; granel, por granell; o de bajel, por vaixell, clavel, por clavell, o pincel, por pinzell.