Antes de convertirse en un autor respetable al ganar el premio Goncourt en 2013 con Nos vemos allá arriba, Pierre Lemaitre (París, 1951) era un escritor de novelas policiacas, algunas de las cuales estaban protagonizadas por el comandante Camille Verhoeven, uno de los personajes más interesantes del thriller francés contemporáneo. Tras cuatro aventuras de Verhoeven, ese sabueso casi enano por culpa de su madre, que no dejó de fumar durante el embarazo (Irene, Alex, Rosy & John y Camille), y un par de historias sin él (Vestido de novia y Recursos inhumanos), Lemaitre cambió de dirección literaria con esa trilogía que empezó con Nos vemos allá arriba y continuó con Los colores del incendio y El espejo de nuestras penas, alcanzando así una fama y un prestigio que no le había procurado su brillante paso por la novela negra.
Al convertirse en un autor, digamos, respetable, muchos de sus seguidores nos quedamos con la sensación de que nos había dejado tirados, pues creíamos que el enano de Verhoeven todavía daba mucho de sí, pero últimamente tengo la impresión de que también Lemaitre se echaba de menos a sí mismo o a quien había sido. De ahí que en este mismo año de 2022 hayan sido editadas en España por Salamandra dos obras en las que nuestro hombre parece dar la razón a aquella canción que aseguraba que siempre se vuelve al primer amor: una novela, La gran serpiente, y una visión personal de la literatura policial, Diccionario apasionado de la novela negra. Lo que escriba a partir de ahora es un misterio, pero resulta evidente que no se ha olvidado de sus orígenes.
La gran serpiente (excelentemente traducida por José Antonio Soriano Marco, por cierto) es, de hecho, la primera novela que escribió Lemaitre y que se quedó en un cajón en 1985. Su autor ni se tomó la molestia de enviarla a ninguna editorial, dado que él era el primero al que no le convencía mucho. Treinta y tantos años después, la reescribió por completo, alumbrando un thriller magnífico, raro e impregnado de un sentido del humor tirando a destructivo. La gran serpiente narra la historia de una asesina por encargo que no tiene nada que ver con las heroínas de las películas de Luc Besson. Se trata de la sexagenaria Mathilde Perrin, figura señera de la Resistance (donde le cogió gusto a cargarse a la gente) y viuda de un probo galeno al que nunca quiso (como a la hija que tuvo con él, a la que desprecia profundamente por haberse casado con un norteamericano). Mathilde trabaja para una extraña organización de la que no se nos facilita mucha información, salvo que está dirigida por Henri, compañero de fatigas de la viuda Perrin durante la Segunda Guerra Mundial, y que se dedica a eliminar seres humanos que molestan a alguien capaz de pagar los onerosos honorarios de tan peculiar agencia.
Cuando Mathilde empieza a chochear, a matar a quien no debe, a coleccionar pistolas en vez de deshacerse de ellas, a olvidar cosas importantes y a confundirse de víctima, Henri, con gran dolor de su corazón, decide que hay que librarse de ella. Y hasta ahí puedo leer. La gran serpiente no constituye, afortunadamente, un intento de hacer caja con los primeros balbuceos literarios de un autor consagrado. No sé cómo sería la versión original, pero la que nos ha llegado en 2022 es una tragicomedia muy negra teñida de un humor criminal. En cuanto al Diccionario apasionado de la novela negra, su interés radica en no ser una antología al uso de autores y personajes, sino en practicar un acercamiento personal a esos autores y personajes, en ser, de hecho, una historia personal de la novela policiaca en la que quedan clarísimas las filias y fobias del autor hacia un género que adora. Pese a algunas ausencias para mí inexplicables (como la del gran Lawrence Block: habría jurado que Lemaitre era fan de su Matt Scudder), el libro ofrece una muestra de erudición, humor y amenidad que siempre ha sido marca de la casa. No pretende ser una obra canónica sobre la novela negra, sus creadores y sus personajes más célebres, sino una aproximación particular al asunto cuyo tono no difiere gran cosa del empleado por el autor en sus propias novelas negras.
No sé si estos dos libros son la despedida de Pierre Lemaitre al género que lo vio nacer como escritor, pero quiero creer que no.