Lydia Cacho (Ciudad de México, 1963) se descubre. Ya intuía lo que era, pero con el trasiego de cartas, diarios, apuntes y artículos profesionales, tiene claro que desde muy pequeña apuntaba maneras. ¿Pero, qué la caracterizaba? La periodista señala que ya incorporaba de serie una especie de rebeldía, una muestra de expresar “la indignación”, como le ocurre a millones de personas, aunque “no a todas”. Cacho acaba de publicar Cartas de amor y rebeldía (Debate) que resulta una autobiografía, pero a pedazos. “He reconstruido la vida de un país a través de la mirada de una niña, que va creciendo, y el proceso ha sido doloroso, pero también instructivo para comprobar la simiente de mi trabajo periodístico”, señala Cacho en una larga conversación con Letra Global, en la que muestra su rechazo a lo políticamente correcto y señala con claridad: “Si desaparece la noción de género en el ámbito legal vamos a retroceder 200 años”, en alusión al debate sobre la transexualidad que es intenso en España.
La periodista vive en Madrid, --la entrevista se desarrolla en Barcelona, donde presentó su libro hace unas semanas—después de dejar México, su país, obligada por las circunstancias. En 2019 unos sicarios irrumpieron en su casa en Puerto Morelos, en Quintana Roo, mataron a sus cuatro perras, y robaron documentación sobre su investigación acerca de las redes de trata y explotación sexual de niñas y niños. No la encontraron en casa, pero iban a por ella. “No voy a volver, por lo menos no mientras me persigan, y seguiré en España, aunque tal vez no en Madrid, sino en algún sitio más tranquilo”, asegura.
En Cartas de amor y rebeldía señala un hecho crucial y es el intento de abuso a manos de un primo, cuando era muy pequeña. Ella sabe que algo va mal y reacciona, llama a su madre y ésta corre en la misma noche a por ella. Las dos reacciones son poco comunes.
Y Lydia Cacho lo destaca ahora. La niña se indigna y la madre tampoco lo consiente. ¿Pero ocurre lo contrario en otras ocasiones? “Debemos indignarnos, mostrar que no estamos conformes con ciertas actitudes y hechos”, asegura, en alusión a una actitud general sobre la vida. “Puedes optar por pasar inadvertido, como alguien superficial a lo largo de la vida, pero yo rechazo esa opción”.
Lydia Cacho muestra el nervio de la vida. Inquieta, “rebelde” y analítica, la periodista mexicana, autora de una extensa obra, en la que destaca Los demonios del Edén –en el que documentó y denunció las actividades de una red de poder y corrupción formada por empresarios y políticos que explotaban sexualmente a menores de edad—admite que México ha evolucionado, pero las distancias entre los grupos sociales son todavía enormes, y el poder político es incapaz de imponerse sobre las mafias de narcotraficantes. El hecho diferencial en las últimas décadas, sin embargo, es la “rebelión integral de la población indígena, que ha vivido en el pasado una opresión escalofriante”.
La izquierda "es profundamente conservadora en todo el mundo"
Ese fenómeno “ya no tiene vuelta atrás”, y lo protagonizan hombres indígenas, pero, principalmente, “mujeres”. Cacho se ha caracterizado por esa defensa férrea de mujeres, niños y niñas, por la protección de los derechos humanos. Y considera que ahora el movimiento indígena es sólido y que no tiene nada que ver cuando, unos veinte años atrás, los movimientos de protesta eran “sofocados de forma bestia”. Ahora, pese a las dificultades, y al margen del presidente López Obrador, “renacen capullos de rebeldía entre la muerte”.
Pero, ¿cómo han evolucionado esos movimientos feministas en todo el mundo? Los indígenas y las mujeres protagonizan los fenómenos más activos de contrapoder en América Latina. Sin embargo, para Cacho se produce una conexión falsa entre izquierda y feminismo. “Me lo advirtió una amiga de quien he aprendido mucho, la periodista cubana Mirta Rodríguez Calderón, que me decía que no me confundiera, que la izquierda no defiende los derechos humanos, que tiene una visión patriarcal y machista. Y sostengo que es verdad, que la izquierda es profundamente conservadora en todo el mundo, también en Latinoamérica, salvo, tal vez, el caso de Lula da Silva en Brasil”.
Ahora bien, hay diferencias. ¿España puede ser un modelo? A la pregunta, Lydia Cacho señala que lo ha sido, que la leyes aprobadas en el periodo de Rodríguez Zapatero “han representado un modelo para todo el mundo, y, en particular, para América Latina”. Se refiere Cacho, en concreto, a la ley de violencia de género. “No hay que tocar nada, es perfecta, y no entiendo esa idea de la violencia interfamiliar que defiende Vox”, asegura.
Sin embargo, hay cuestiones que dejan pasmada a la periodista mexicana, que ve en España una realidad muy acusada: “Hay diferencias en el feminismo, y se alcanza un grado en el que no se debate, se pelea, con gran convicción, y es incomprensible”, asegura. Pero, ¿cuál es el elemento central de esa ‘pelea’? La defensa de las leyes sobre transexualidad, la idea de que pueden desaparecer las diferencias de género, suponen, para Lydia Cacho, un grave problema. Y señala, sin esconderse, a la ministra e integrante de Unidas Podemos, Irene Montero.
“La idea de que puede desaparecer la distinción de genero busca a gentes desesperadas emocionalmente, por sus experiencias amorosas o sexuales. Y se elude, con ello, el debate concreto y puntual sobre el contexto de leyes y normas basadas en la biología humana. Lo que debemos preguntarnos es cómo nos podemos acompañar con nuestras diferentes visiones y posiciones en el mundo sin permitir que se destruya el ámbito jurídico y legal y constitucional. Si desaparece la noción de género en el ámbito legal, vamos a retroceder 200 años, y eso afectará a hombres, a mujeres y a ‘elles’.
¿Hay que construir lavabos unisex desde muy pequeños, borrando las diferencias entre sexos? “No, yo soy partidaria de que haya lavabos en las escuelas para niños y para niñas, con lo que ya cubrimos más del 90%, y un tercero para los que no se definan”, sentencia Cacho.
Mirada hacia América Latina, realidad en España, en un Madrid que discute con “rabia”. Es la percepción de Lydia Cacho, que se muestra sorprendida por el debate político español. “Se busca la emocionalidad”, insiste.
¿Mensaje de una periodista que no es políticamente correcta a una ministra de Igualdad? “Montero tiene buenas intenciones, pero debe prepararse más en cuestiones jurídicas, su discurso es muy vacío”, remacha la autora de Cartas de amor y rebeldía.