Pura Fernández muestra una enorme pasión. Ha rescatado una figura clave en la literatura y en la política del siglo XIX, una mujer, Emilia Serrano, que se hacía pasar por la Baronesa de Wilson, una mujer “con sombrero, que abrió paso a las mujeres que se definieron como las sin sombrero”, señala en una larga conversación con Letra Global. Su investigación por archivos, cartas y bibliografía se ha plasmado en 365 Relojes, La Baronesa de Wilson (Taurus), que es un paseo riguroso, ameno y detallado del siglo XIX, clave para entender cómo se fueron formando los estados modernos, con naciones que se desarrollaron desde arriba, desde el poder político.
Fernández esclarece ese esquema sobre los sombreros, a partir de la figura de Carmen de Burgos, que se hacía llamar Columbine. Las mujeres de la República, las que rompen con lo establecido, no usan sombrero, “se cortan el pelo como los chicos”, y buscan un camino de igualdad con el hombre. “Pero, ¿quién abrió ese proceso?”, se pregunta Pura Fernández, para hallar al instante el nombre de Emilia Serrano, con sombrero, u otra Emilia, la Pardo Bazán, a quien la Real Academia de la Lengua le negó su entrada, tras una campaña intensa a favor de que pudiera acceder protagonizada, precisamente, por la Baronesa de Wilson.
¿Quién era y qué buscaba Emilia Serrano, nacida en Granada, y fallecida en Barcelona, el 1 de enero de 1923, con más de 90 años, enterrada en una fosa común en el cementerio de Montjüic? “Fue una mujer que entendió la fuerza de la cultura, la persuasión y la acción, una pionera en utilizar el llamado ‘soft power’ en la política, que fue consejera de Porfirio Díaz, en México y que tuvo claro lo que podía haber hecho España en América Latina”, señala Pura Fernández.
Serrano, la Baronesa de Wilson fue, “sí, no hay duda”, la Leila del poeta José Zorrilla. Tuvo una hija con él, que murió a muy corta edad. Y con él, Serrano fue una figura determinante en el París de Eugenia de Montijo, su amiga, también de Granada, que enamoró a Luis Napoleón Bonaparte, y se convirtió en emperatriz de Francia. “La Baronesa de Wilson aprende, con una gran ambición cultural y empresarial, que sabe cómo conectar personas, y cómo sacar rendimiento a sus ideas”, asegura Fernández, cuando se le pregunta por ese cambio respecto a las mujeres de esa misma época.
Porque, ¿de qué se da cuenta Emilia Serrano, una mujer que inventa su pasado, que lo adapta a las circunstancias –nunca se casó--, que sabe que no puede realizar los mismos proyectos que los hombres? “Utiliza su inteligencia, entiende el momento, de gran transformación en Europa y en América, y sabe que no puede romper con todo, que no puede borrar lo establecido”. Es decir, siguiendo con la idea de las “sin sombrero”, --las mujeres escritoras, pintoras, intelectuales de la II República--, Emilia Serrano lo que busca es cambiar las cosas “con el sombrero”. Es el puente que permitiría, posteriormente, la revolución feminista. Lo sabe bien Pura Fernández, profesora de Investigación del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, con numerosos proyectos de investigación sobre la historia cultural de la literatura, de la edición y de la lectura, autora de obras como Mujer pública y vida privada (2008).
Lo que ve Emilia Serrano “es que España no está preparada o no sabe aprovechar el potencial que se abre en América Latina, un concepto, precisamente, que es francés, porque son los editores franceses los que sí perciben esa riqueza y editan en español en América, en un momento en el que se demanda la lectura”. Editores franceses, que la Baronesa de Wilson conoce. Y de los que ella aprende, editando revistas para mujeres, literarias, de moda, ejerciendo de empresaria. “Viajó mucho, por toda América y en todos los países veía negocios posibles, siempre consideró cómo intensificar el comercio, cómo potenciar las relaciones entre España y los nuevos países americanos”, señala Fernández.
El personaje ha fascinado a la propia autora de la biografía, tanto que tiene claro que podrá realizar otros trabajos paralelos, porque el material es ingente. El libro, un pesado volumen, puede disuadir al lector, pero una buena parte de la obra son páginas de notas, en las que Pura Fernández, como un detective severo, da fe de cada dato que aporta. “Es la Leila de Zorrilla”, indica la investigadora del CSIC, después de que el lector compruebe cómo Pardo Bazán lo acaba explicando, y Narciso Alonso Cortés, que prepara una biografía de Zorilla se lo acaba preguntando a la propia Baronesa de Wilson, que lo asume.
La protagonista de 365 relojes –la colección de relojes que Emilia reúne y que le sirve para obtener dinero en momentos de dificultad—desafía todo lo posible a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. “Es la consejera de Porfirio Díaz, en México, y elabora todo un sistema educativo para el país”, y es la amiga del político español Víctor Balaguer, “su protector en la sombra”, y se cartea con Antonio Maura, que le niega una pensión, cuando había ayudado a muchos otros intelectuales.
¿Lecciones para las mujeres de hoy? Pura Fernández no entra de lleno en un debate que protagoniza la agenda pública en España, con confrontaciones internas entre el feminismo clásico que ha representado el PSOE, frente a los nuevos feminismos de Unidas Podemos. Pero sí señala: “Emilia Serrano es un ejemplo del querer es poder, de la idea de que se puede actuar con determinación, de romper esquemas, en momentos muy difíciles para la mujer”.
El recuerdo de Agustí Bartra
La educación era esencial y lo sigue siendo ahora. Pura Fernández explica la importancia de las bibliotecas privadas, las que los hombres ilustres y profesionales reúnen en sus casas. El acceso a la educación reglada estaba cerrado para las mujeres, y son las autodidactas que leen en casa, que toman los libros de padres y hermanos, las que llegan a adquirir una enorme cultura. Es el caso de Emilia Serrano, un auténtico enigma que Pura Fernández ha recuperado.
¿Cómo leer la obra de Pura Fernández? Se trata de una historia cultural, que se puede leer en paralelo a Los europeos, de Orlando Figes. Fernández explica el caso de Zorrilla, que viaja a París para poder cobrar derechos de autor por sus creaciones literarias. Francia protege antes que nadie a artistas y escritores. Y se constituye lo que hoy conocemos como la industria cultural. Es, precisamente, lo que explica Figes en su libro. Y todo eso ocurrió en un largo siglo XIX, “un siglo determinante, que no podemos obviar, con el que se entiende el mundo actual”, concluye Fernández, en una apasionada conversación con Letra Global, y al lado de la Baronesa de Wilson, que no ha tenido apenas reconocimiento en la ciudad en la que falleció, en Barcelona.
Porque todo tiene su explicación, su punto de inicio. El escritor Agustí Bartra recordaba una colección de relojes y un “vago título nobiliario y algunos libros en el desván”. Era las imágenes de su infancia en la modesta pensión de sus padres en la Barcelona de principios del siglo XX. Una imagen que no era otra que la de la octogenaria Emilia Serrano, que tenía alquilada una habitación. Al conocer esa historia, Pura Fernández no pudo hacer otra cosa que perseguir al personaje, buscar a la persona, y hallar una “mujer de estado, que estuvo muy por encima de muchos hombres de estado”.