Las previsiones no eran halagüeñas y la lluvia de primera hora de la mañana daba la razón a los más pesimistas. Pero, como suele decirse, la esperanza es lo último que se pierde y, a pesar del viento que se cebaba con los alérgicos e, incluso, con los que no lo son, el sol que comenzó a despuntar en torno a las 11 de la mañana, hora en la que daban comienzo la mayoría de las firmas, hizo pensar que, quizás, las previsiones se equivocaban y la meteorología terminaría por ser indulgente con este primer Sant Jordi postpandémico en el que estaban puestas todas las esperanzas del sector del libro.
Prueba de ello eran las más de 300 paradas distribuidas en toda la ciudad de Barcelona y en las firmas de libros, que volvían sin restricciones, reuniendo a los lectores en colas que, como en el caso de escritores como Santiago Posteguillo, presentadores como Ángel Martín, que ya acumula 11 ediciones de su primer libro, Por si las voces vuelven, o cocineros como Karlos Arguiñano se preveían –y así finalmente fueron– multitudinarias.
El deseo del sector era alcanzar las cifras del 2019, cuando se batió una cifra récor con una facturación de 22 millones de euros, o incluso superarlas. Sin embargo, la granizada que cayó cuando el reloj estaba a punto de marcar la una del mediodía, hora punta de las firmas, hizo pensar a más de uno que las expectativas debían ser redimensionadas. De hecho, pronto se hizo inevitable cuando, apenas una hora después, volvía a llover con fuerza sobre la capital catalana, Más incluso cuando comenzaron a hacerse patentes las consecuencias de los aguaceros y del granizo.
Algunas editoriales tuvieron retirarse después de que sus puestos fueran destrozados y muchos de sus libros se mojaran. Asimismo, hubo librerías –este fue el caso, por ejemplo, de La Central– que tuvieron que cancelar sus firmas después de que el viento hiciera volar literalmente su carpa o que se vieron obligadas a retirar sus puestos. En el mejor de los casos hubo que trasladar las firmas dentro de sus locales comerciales Este fue el caso de Abacus o de la librería Lata Peinada, que en un desolador tweet decía que el granizo había arruinado sus protecciones y habían perdido varios libros.
A priori se podría pensar, además, que el tiempo adverso retrajo a más de uno de salir de casa; sin embargo, de lo que no hay duda es que la ciudadanía tenía ganas de Sant Jordi. Las calles estaban llenas y los lectores aguantaron estoicamente los aguaceros, como también se vio durante una de las tantas firmas que tuvo el periodista Carles Porta, uno de los más solicitados del día. De hecho, según datos del Gremi de Llibreters la participación fue similar a la del 2019, si bien también señala que el mal tiempo ha impedido alcanzar los datos de entonces.
A falta de datos concretos en cuanto facturación, de lo que no hay duda es que no se han podido cumplir los deseos de librerías y editoriales. Las cifras del 2019 siguen siendo un horizonte no alcanzado. Sobre los títulos más vendidos las sorpresas han sido escasas: el novelista histórico Santiago Posteguillo, seguido por Eva García Sáenz d’Urturi, Ángel Martín y Marian Rojas Estapé, triunfadores en ficción y no ficción en castellano. Por lo que se refiere a los libros en catalán, Empar Moliner se ha impuesto con su novela Benvolguda, mientras que en no ficción el ganador en términos de ventas ha sido Toni Cruanyes.