“Yo quiero hacer música. Las etiquetas me parecen una barrera”. Nathalia Beatriz Dora Peluso (más conocida como Nathy Peluso) es una cantante y compositora difícil de enmarcar (y enmarcarse) dentro de un único género. Nacida en 1995 y criada en el barrio de Saavedra de Buenos Aires, emigró en 2004 a España con su familia, Aquí comenzó un viaje sin rumbo fijo, pero centrado en la creación artística. Este viernes, 30 de abril, actuará en el Palau de la Música de Barcelona.
Su andadura en la industria musical comenzó con la publicación en YouTube de versiones de algunas de sus influencias: soul, jazz y r&b. Posteriormente publica su primer mixtape, Esmeralda, donde fijó las bases de su estilo, donde se combinan el urban, el r&b, el trap y el rap. Con el lanzamiento de su EP La Sandunguera (2018) demostró que las músicas tradicionales pueden ser contemporáneas, jugando con la salsa, la canción italiana, el blues, el jazz vocal y hasta la radionovela.
Ser una artista nómada le ha permitido asimilar diversas influencias desde una visión particular. En su imaginario sonoro se reconocen a cantantes y músicos norteamericanos como Frank Sinatra o Louis Amstrong, artistas empoderadas como Ella Fitzgerald, Celia Cruz o Madonna, y músicos latinos como Joel Gilberto o el argentino Atahualpa Yupanqui.
Su identidad no se concentra en un solo país, aunque no renuncia a sus orígenes latinos. En sus canciones utiliza el español de Argentina –lleno de códigos y expresiones porteñas– y sonoridades latinas recreadas en canciones como La Passione (feat. Big Menu) o Gimme Some Pizza. Estas diferentes hablas del español caracterizan el sonido mestizo, las culturas en las que ha vivido y experiencias sociales como la inmigración.
Su primer álbum de estudio –Calambre– mezcla el tango, el rap de los noventa y principios del siglo XXI, el trap y la salsa. Nominada a los Grammy Latinos en la categoría de Mejor Nueva Artista y Mejor Canción Alternativa (Buenos Aires), Peluso fusiona en este disco géneros urbanos con sonidos clásicos (Amor Salvaje), funde rap y reggaetón en un solo corte (Sugga), o salsea a la manera tradicional con Puro Veneno. En esta última canción, Peluso utiliza una estructura clásica para expresar el desamor y la pasión desbordada. El tema anima a bailar : “Yo vine a contar la historia de cómo ese hombre me envenenó”.
Su apuesta por mezclar muchos lenguajes, en lo que ella define llama “argenspanglish italo-cubano”, ha sido objeto de criticas. Sus maestros cubanos, sus amigos dominicanos, su pasaporte italiano y su amor por la música afroamericana dan forma a este ideal mestizo que plasma en todos sus trabajos, con una pronunciación a veces difícil de definir. Un ejemplo s Agárrate, donde entremezcla la milonga con un rap violento, cambisndo de voz en cada registro.
Sus revisiones de músicas tradicionales también han causado polémica. Hasta el punto de ser acusada de apropiación cultural en multitud de ocasiones por adueñarse de referentes existentes y presentarlos como inspiración propia. Estas críticas han sido especialmente duras con el segundo single de Calambre: Sana Sana. Con unos sonidos que recuerdan al hip-hop de la última década del siglo XX, su forma rapear remite al de la puertorriqueña Hurricane G ¿Se trata de una apropiación cultural o de un caso de intertextualidad musical? ¿Su trabajo es menos puro por no limitarse a una sola cultura?
La propuesta sonora, visual y lingüística que realiza Nathy Peluso es una síntesis de tradiciones y vanguardias musicales de Latinoamérica, Norteamérica y Europa. Decidida a no dejarse definir por un solo género, ella misma es el vínculo de unión entre tantas diversas músicas que parecen no tener relación entre ellas. La construcción de su identidad es tan interesante como su discografía y personalidad, con una hibridación de géneros, lenguajes, movimientos y vidas que transporta a la modernidad actual. Como la propia Peluso dice, “todo puede ser encajado, todo puede convivir”.