Jaume Sisa recibe a Letra Global en su piso, amplio y luminoso, cerca de la Plaza de Cataluña y lleno de discos de vinilo y de cuadros. Coge al peso los siete libros que forman Els llibres galàctics 1966-2018 (Anagrama), reunidos en dos tomos en los que Sisa y todos sus heterónimos diseminan poemas, canciones y lo que él llama rumiaciones, un concepto sin traducción literal al castellano. Es su legado, asegura. Se le intuye feliz. Ve muy poco, pero está más lúcido que nunca. 

–¿Quién quiere que le lea?

–Todo aquel al que le pueda interesar mi vida y mi obra. Gente como yo. Cuando empecé a cantar lo hice para la gente joven que llevaba el pelo largo, fumaba marihuana y tenía la intención  de cambiar el mundo y darle la vuelta para ponerlo patas arriba. A ellos les hablo.

–¿Dónde está esa gente ahora?

–No lo sé. Deben estar en algún sitio, los que han sobrevivido. Yo estoy, y como yo debe haber muchos… pero –como decía Chesterton de los franceses– “no los conozco a todos” (ríe; antes de empezar la entrevista presume de los 71 años recién cumplidos en septiembre), aunque teniendo en cuenta que ni soy escritor, ni filósofo, ni intelectual sino un cantautor que escribe canciones y algo de poesía, la idea inicial era recopilar todo este material y ya está. Al rebuscar me he ido encontrando otras cosas que al editor le ha parecido bien incluir. Yo me he divertido bastante. Me parece que da una visión bastante completa de lo que he hecho desde que empecé  a ser…

–…Un cantautor galáctico. Aunque, más que galáctico, parece usted un marciano: no tiene redes, ni whatsapp, no se deja hacer selfies con sus  fans.

–Yo aspiro a la caverna, a la caverna más primitiva. Atapuerca me parece hasta civilizado. Mire, yo aspiro a la caverna primordial donde se refugia el animal, el animal que tiene miedo a todo, al trueno, al rayo, a la lluvia y a los otros animales, y que sólo sale de la cueva para buscar alimento y luego vuelve porque es donde está más seguro.

–Para aspirar a la caverna le gusta a usted vivir muy bien. Esta casa es preciosa y  es proverbial su gusto por la buena mesa y otros placeres.

–Yo siempre he  aspirado a disfrutar de los placeres de la vida ordinaria, de la vida normal, y al mismo tiempo conectar con el extremo opuesto: lo más onírico, lo más surreal, lo mas imaginario. Creo que entre esos extremos, lo cotidiano y lo galáctico, se encuentra lo más interesante de la vida: romper los límites. Yo concibo la vida como una aventura. O como un plato: si quieres que la ensalada sea atractiva tienes que ponerle un poco de pimienta, sal, vinagre… Puedes comer la vida sin aliñar, allá cada uno, igual es hasta sano, pero es menos interesante.

–¿Y esa curiosidad suya se sacia sin internet ni televisión?

–Mire, yo vivo en una caverna y de vez en cuando me asomo para ver la realidad múltiple. Lo existente no es solo lo que vemos con los sentidos. Son  los recuerdos, los sueños, el inconsciente. La realidad es la suma de todas las realidades y ese es el principio de la visión galáctica. La visión galáctica se ejerce desde la caverna hacia toda esa otra realidad que en tantos casos es invisible. 

–Usted siempre fue devorador de periódicos.

–Y ahora soy oyente de radio porque me cuesta leer…Mientras he ido desarrollando la visión galáctica, he ido perdiendo la vista [eran proverbiales sus gafas, ahora achina los ojos para demostrar que ve muy poco]. Siempre está la radio, o alguien que me lee algo, y sobre todo está la calle. No se olvide la calle, el epicentro de la galaxia. 

–En estos siete libros, reunidos en dos volúmenes, hay poemas,  pensamientos, letras de canciones y cartas. No le pega mucho a su imagen la indiscreción.

–Son cartas que he escrito a personas y a entidades. No he pedido permiso porque son las que he escrito yo. Ignasi Duarte es quien ha dado forma a todo este material y el que ha hecho la selección.  Mire… todo esto  [coge los libros y los hojea] se puede resumir en lo que mueve la vida humana: curiosidad y afectos, la filosofía, la poesía, la ciencia  y el amor. Y el odio.

–¿El odio, en general o en concreto?

–Espere, espere… En cuanto al deseo de saber, la curiosidad. Me he apuntado a una sociedad de astrónomos para indagar qué se sabe de verdad del principio y del fin del universo… Esto es muy importante para mí. Respecto al amor… el amor sin el odio no existe. Son lo mismo, como la noche y el día. La realidad como mínimo [lo repite varias veces] es binaria. Se aman cosas, sueños, personas y también se odian.

–Sea concreto.

–Yo estoy en trance de no amar ni odiar, pero me cuesta mucho. Por eso mi afán de reencontrar la inocencia o, en cualquier caso, amar y odiar como un animal: de una manera apasionada y efímera. Igual odio a alguien, pero no se lo voy a decir. 

–Pues siempre ha ido de incómodo

–¿Yo?… ¡Nooo! Mire, yo soy normal… yo… no tengo ni idea de cómo soy. Como todo el mundo. Nunca he conocido a nadie que, en rigor y hablando con  total honestidad, pueda afirmar: yo soy así o asá. Todos somos así y asá, asina, asana y asana, asuna… Somos muchos, yo soy muchos y en este libro se desvela. Cuando alguien te dice yo soy así está mintiendo. Hoy eres así y mañana a las siete y media serás de otra manera

–No sé yo si esa identidad múltiple casa mucho con este momento de defensa identitaria, y además aquí en Barcelona…

–Mire, la identidad es una mierda. Lo normal es que uno no sepa muy bien quién es. Todo está sujeto a cambios. Cuando estudias mínimamente cómo funciona el Universo, y nosotros somos el Universo, te das cuenta de que es una cosa extrañísima del que apenas se conocen sus leyes. Y las que se conocen se ponen en cuestión cada cierto tiempo. Es un misterio absoluto. Te pasas la vida con la cantinela de conócete a ti mismo y lo más probable es que te vayas de la vida sin saber quién eres…

–Me lo está diciendo en Barcelona, su ciudad, a la que le ha dedicado canciones y hasta un disco completo.   

–Barcelona es... A ver cómo lo digo…Es como el útero de mi madre. Yo vivo aquí. Yo en realidad no he nacido, no existo. A ver, yo soy ese niño potencial que nunca ha querido crecer ni comprometerse con una mujer, ni tener hijos, y se ha relacionado con el mundo lo justo. Lo justo para tener una vida normal… pero, en realidad, mi objetivo ahora que ya soy mayor es ir caminando hacia el niño que fui. Lo más parecido a la conquista de la inocencia que conozco.

–Ya. ¿Es usted antinacionalista catalán o…?

–Yo soy antinacionalista. Mi nación es el mundo. Me parece un horror el nacionalismo, cualquiera. ¿Cómo nos podemos encerrar en algo tan feo y tan estrecho como es el nacionalismo? ¿Conseguimos escapar de la tribu para caer en el nacionalismo? Ni tribus ni estados: la especie humana, el ser humano. Con todos sus misterios, sus preguntas y con toda su belleza.

–Eso es poesía.

–Precisamente. Uno de los poemas que más me gusta está en el libro El Viajante (última parte del segundo volumen) y se llama “Yo quiero el Paraíso” –“no hay artistas, ni profetas, tampoco son necesarios mercaderes”– y al final termina el poema diciendo que si no puedo conseguir esto, no me interesa nada. [Lee acercándose mucho al papel] “Dicen que vivir es bello, morir también lo será. O el paraíso o nada. 

–Y ¿qué hacemos con Ítaca y el viaje?

–Lo bonito es el paraíso, pero como no se encuentra nos hemos inventado eso del viaje. ¡Bah!, es hacer de la necesidad, virtud.

–Hablando de los paraísos prometidos: ha dicho usted que los catalanes son judíos de segunda. Supongo que buscando una tierra prometida, pero menos.

–Bueno, claro. El paraíso es un mito de las religiones patriarcales, hebreas, cristianas, musulmanas…y, como yo he mamado esa cultura, para mí es un mito literario y poético y una referencia bonita. Pero en realidad yo he trascendido esto porque he aportado la visión galáctica, que es superior al paraíso. Dentro de la galaxia están todos los paraísos. 

–Alguien le habrá llamado para protestar por lo de judíos de segunda.

–No, es que yo he dicho en las entrevistas sobre estos libros que cuando Dios creó el mundo primero hizo a los judíos, luego a los fenicios y con el resto que le iba quedando ya, a los catalanes. Pero es humor, creo que se entiende. Creo.

–Con tanto amor, ¿cómo va de amores con sus conciudadanos?

–Yo me he enfadado con muchas cosas y me he reconciliado con casi todas. Y en este momento de mi vida no quiero perder el tiempo peleándome con nadie. Me resulta una actividad estéril. A mí la política ya no me interesa. Hoy la política es un teatro, una representación. Todos mienten. A Allen Ginsberg en los años sesenta le preguntaron cómo resolvería las tensiones entre los EEUU y la URSS durante la Guerra Fría y la crisis de los misiles, y él dijo: “Cogería a esos dos [los mandatarios de cada país] y los metería desnudos en una jaula y nos les dejaría salir hasta que se pusieran de acuerdo… Yo, parafraseándole, aunque sí les dejaría la ropa, que se la quiten si quieren ellos,  los pondría a todos, a los de aquí y a todos los que mandan algo en el mundo, en una isla desierta. Y nos les dejaría abandonarla hasta que lanzaran un mensaje común y, sobre todo, entendible.

–Entendible es que usted ha llamado al seny, condón de la idiosincrasia catalana.

–(Se ríe, travieso). No creo que se haya enfadado nadie. A ver, los catalanes somos un pueblo que navega entre un sentimiento juicioso de la vida y los arrebatos… y entremedias contemporizamos con lo que haga falta. Somos un pueblo pacífico que siempre se ha dedicado a la cultura y al comercio y que no sirve para nada más. No servimos para la guerra. Todas estas proclamas de independencia son inútiles porque el catalán sabe que no está dispuesto a sacrificar ni su piel ni su patrimonio, y sin eso no se consigue nada. Dicho lo cual, tengo que reconocer que me ha maravillado cómo en los últimos años tantos catalanes, tantos, han comprado una fantasía tipo Walt Disney ¡¡¡sin preguntar ni el precio!!!! Me tiene muy intrigado. Santiago Rusiñol puso un puesto en las Ramblas con duros que vendía a cuatro pesetas. La gente los tocaba, comprobaba que no eran falsos pero no vendió ni uno. ¡¡¡No le compró nadie!!! Claro, lo normal.

–Ha vuelto a definirse como un ácrata siglos después de Canet de Mar ¿Eso es lo mismo que ser antisistema?

–Yo querría saber cuál es la acción real de los antisistemas. Porque si su acción son dar saltos, quemar contenedores, discursos, camisetas…Con eso no se acaba con el sistema porque todos formamos parte del sistema, los antisistema también…La acracia es una alternativa real y profunda al sistema capitalista y al comunista, y se basa en que cada individuo es responsable de su vida y sus actos ante la comunidad…Eso no ha pasado nunca y, al paso que vamos,…las personas tendemos a delegar. No queremos asumir responsabilidades.

–¿Quién piensa eso de sus múltiples personalidades: Sisa, Solfa, Mestres, Llamado?

–Podría ser que Sisa sea el más galáctico; Ricardo Solfa, el socialdemócrata; Ventura Mestres, el liberal y Armando Llamado, el gran perdedor, el republicano que vuelve del exilio y se encuentra todo cambiado. 

–¿A cuál quiere más? [En el libro Ricardo Solfa ocupa una sola página, la 155, mira por donde, y es su tarjeta de visita como cantante en español lo único que queda de su vida]

–A todos. Aunque Ricardo Solfa es un cantante que fracasó. Quería triunfar y no lo consiguió. Fracasó. Y llevó muy mal el fracaso a pesar del prestigio que tienen los perdedores. Yo  ahora lo veo como una muy buena experiencia. Estoy muy agradecido a quien corresponda por haber vivido la experiencia del fracaso. 

–Para eso están los heterónimos… y el Viajante.

–Que es un espíritu que los comprende a todos. Pero no tiene una encarnación material.

–¿Cuándo empezó con la pluripersonalidad? ¿Cuándo nace su primer heterónimo?

–A los doce años.  A esa edad tuve un viaje astral y me vi fuera de mi cuerpo.

–¿Y decidió ser otro?

–No. Decidí cagarme encima, porque me dio un ataque de pánico. Se lo conté a mi madre y me llevó a todos los médicos posibles y no me encontraron nada. Se me repitieron varias veces, pero cuando me empezaba a acostumbrar desparecieron tan espontáneamente como habían venido. Eso me marcó para siempre. Yo sé lo que es estar fuera de mí. Y por eso sé que la realidad no es solo lo aparente. 

–Desde el principio fue muchos, pero, como cantante, el primero es Sisa.

–Y Sisa conoce a Mestres porque se pone en contacto con él a mediados de los setenta con su primer disco, diciéndole que era muy interesante. En el 75, en el disco de Qualsevol nit pot sortir el sol ya aparece una nota de Ventura Mestres. Es un terrateniente de Tarragona que no ha trabajado nunca. Es rico se dedica a los placeres de la vida y a hablar bien de Sisa. Muy diferente del pobre de Solfa que se puso a currar a los catorce años como cantante en el cabaret donde tocaba su padre. Ha estado puteado pero se lo ha pasado bien. Armando Llamado sí es un desgraciad.. A Solfa creo que no le va mal, ha montado un chiringuito en la Manga del Mar menor.

–¿Su heterónimo en español vive ahora en Murcia?

–Sí. 

–Y Sisa en el Eixample.

–Sisa es un cantautor galáctico que ha hecho lo que ha podido. Como es galáctico, todo le está permitido.

–¿Se puede ser feliz y inteligente?

–Es una pregunta que no me atrevo a contestar. Yo he sido feliz y en este momento soy feliz.

–¿Y es bueno?

–Tampoco lo sé. Creo que sí, pero no estoy seguro. En realidad he tenido tentaciones a lo largo de mi vida de ser un auténtico hijodeputa, pero han sido tentaciones que he conseguido vencer sin caer en ellas.

–¿Vivimos un momento inteligente?

–Yo creo que el mundo se encamina hacia una catástrofe segura, es un espectáculo bonito. Estamos abocados a una catástrofe ecológica, a la dictadura de las tecnologías, a la desaparición del individuo libre de los ideales de la Ilustración o de Mayo del 68. Todo eso desaparecerá: el mundo en un par de siglos estará acabado. Todos queremos todo y no hay ni recursos, ni sitio. Como decía  Lacan, “no hay sitio para tanto deseo”.

–Hablando de deseos, no le queda ni rastro de querer volver a un escenario.

–Nada. He llegado hasta aquí. En estos libros están mis canciones, mis poemas, mis pensamientos. Me retiro para siempre…aunque no sé qué haré el año que viene. Admiro mucho a los que siguen batallando, pero yo prefiero no hacerme pesado, vaya.

–Parece encantado con este libro.

–Hacía mucho tiempo que no tenía una ilusión tan grande. Que no tenía una erección cultural tan enorme. 

Emoción.

–He dicho erección. Cultural, eso sí. Ha sido casi mejor que follar, la verdad. Aunque le advierto que todo lo que he dicho en esta entrevista es mentira: cuando alguien habla de la verdad miente siempre.