Irán sigue siendo un país prácticamente desconocido entre nosotros. A pesar de su cultura riquísima, su pasado y presente heterogéneo y la potencia energética y estratégica que representa, se continúa asociando solo con las imágenes negativas del Islam desde la Revolución de 1979. Nada parece, nos aseguran, que haya cambiado desde entonces. Sin embargo, el país bulle y desde hace muy poco visitarlo está de moda. Con una cultura diferente y atractivísima, necesita de una aproximación lectora para situarse. Aquí van algunos libros para leer antes de viajar y durante el viaje. En los monumentos, con los iraníes, en los mil y un cafés o en la plaza de Naqsh-e Jahan de Isfahán.
Irán por dentro. La otra historia, de Alfred G. Kavanagh (Olañeta). Tiene esta editorial guías culturales bien interesantes. La presente es una introducción al rico y variado Irán. Conocido Kavanagh por su competencia y conocimientos de los viajeros a Asia Central, esta guía es una aproximación polifacética y necesaria a mil y un temas del país. Su gran acierto es la elección de temas y la manera en que los que trata. Estupendo, por ejemplo, el apartado de la luz en el capítulo dedicado a la arquitectura; las grandes escuelas de las miniaturas en el apartado sobre la pintura o el capítulo dedicado a la dinastía Pahlevi. En resumen, un libro de más de setecientas páginas que se lee tan bien como si de literatura se tratara.
Layla y Majnún, de Nizamí (Olañeta). El gran poeta persa del siglo XII escribe un poema de 4.000 versos que es, posiblemente, la historia de amor más importante de Oriente y Occidente. Esta versión está en prosa y se lee con facilidad. Majnún (loco de amor) enloquece por Layla (la noche) y vaga, como Orfeo, buscándola entre las fieras y acallándolas con su música. En Nizamí están también las influencias de Platón y el neoplatonismo, al igual que en Occidente. El poema da lugar a un imaginario visual que se hereda después en la pintura y miniaturas persas. Su lectura permitirá interpretar muchos de los objetos de las salas de los grandes museos persas: “De aspecto, era como una luna de Arabia, pero, en cuestión de robar corazones, era un paje persa. Cubierta por una sombra oscura de su pelo, su cara era una lámpara, mejor dicho una antorcha, con cuervos que entrelazaban sus alas a su alrededor. ¿Y quién habría pensado que una dulzura tan irresistible pudiera brotar de una boca tan menuda? ¿Es posible, pues, deshacer ejércitos enteros con un granito de azúcar? Ella no necesitaba carmín; incluso la leche que bebía se volvía de color de rosa en sus labios y mejillas”.
Poemas de Hafez Shirazí (Ediciones de Oriente y Mediterráneo, Visor). Cuenta Clara Janés que aún se sigue reuniendo con los exiliados iraníes en navidades para abrir al vuelo un libro del poeta Hafez y comentar el poema mientras beben vino. Hafez (1320-1389) es el autor persa más famoso, no hay iraní que no lo sepa de memoria. Su trabajo con la palabra es único y tensa al máximo las posibilidades de las figuras retóricas. Las palabras tienen tal poder simbólico que el lector y el oyente encuentran en ellas lo que buscan. Por eso se dice que sus poemas predicen el destino. No hay amor más grande a la poesía que el iraní. Es el lenguaje de la comunicación, de la rebelión y de la revolución. La visita a los mausoleos de sus poetas lo demuestra. Allí se canta, pasea, recita y reflexiona. Merece la pena llevarse un libro de Hafez a su mausoleo de Shiraz y abrirlo al azar. También hay que fijarse en los visitantes (con libros del poeta en las manos), encantados de recitarlo y predecir el destino del viajero.
Bordados, de Marjane Satrapi (Norma). A medio camino entre el cómic y la novela gráfica, la autora del famoso Persépolis (muy interesante para conocer los comienzos de la Revolución), cuenta la forma en la que vive y piensa la mujer en Irán. Varias mujeres se reúnen para tomar un té, pasar la tarde y hablar de su vida sentimental y sexual. Bordados evidencia lo que a los iraníes les gusta repetir de sí mismos: “En Irán se lleva una vida dual, una en público y otra en privado, y no tienen nada que ver”.
Eterno anochecer, de Forugh Farrojzad (Gallo Nero). Farrojzad representa el centro de la literatura persa moderna. Su figura equivale en Irán a una estrella de cine, su modernidad (intensidad, franqueza e intimidad) constituye una gran sorpresa y permite asistir a uno de los grandes encuentros de la poesía moderna. Farrojzad es una pionera en la lucha contra las instituciones sociales y literarias a través de la representación de lo prohibido sexual, textual y culturalmente. La escritora y cineasta canta a la mujer como sujeto poético, narra sus deseos más íntimos y convierte al hombre en sujeto de sus deseos. Su poesía, en definitiva, afirma el relato de lo no contado durante siglos: “Qué soy yo más que alguien nacida de una noche de placer./Un desconocido me dirige/en este caminar./Érase una vez un cuerpo que al enroscarse en otro/me trajo a este mundo sin que yo quisiera./¿Cuándo me has dejado en libertad para que elija, con los ojos abiertos un molde/para mi yo y mi destino?".
Bahman Jalali (Fundación Tapies). Con motivo de la exposición del fotógrafo contemporáneo más conocido de Irán, Bahman Jalali, varios investigadores reflexionan en el catálogo sobre la revolución iraní, la guerra con Irak y los años de posguerra. Las fotografías de Jalali documentan dichos acontecimientos y presenta un testimonio privilegiado de la vida cotidiana de los iraníes. Él fue además el pionero en preservar el estudio y la transmisión fotográfica del país desde principios del siglo XX. Sus fotografías registran el relato aún no contado de una nación y permiten contextualizar antes de viajar a una parte del mundo no conocida que necesita de imágenes para poder soñarse. Las fotografías de Jalali son deudoras de las artes interpretativas, literarias y poéticas anteriores y precursoras del cine iraní contemporáneo.
Marx y la muñeca, de Maryam Madjidi (Minúscula). Ganadora del Premio Goncourt a la Primera Novela en 2017, Madjidi narra en clave autobiográfica su infancia en Irán, el posterior exilio en Francia y la vuelta a su país de nacimiento en la adolescencia. La novela trata temas como la construcción de identidad, el exilio, el desplazamiento verbal y los cambios en el pensamiento por el hecho de vivir entre culturas diferentes, el abandono del país materno y la separación de la familia. Porque hay cosas –experiencias históricas– que solo se pueden contar gracias a la ficción. El libro tiene momentos de gran intensidad y belleza, y planea sobre dos de los grandes temas contemporáneos: la alteridad y la diferencia cultural.