Bienvenida sea la colaboración entre el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y la fundación de Francesca Thyssen-Bornemisza, Thyssen-Bornemisza Art Contemporary (TBA 21). Es una posibilidad estupenda de ampliar la visibilidad del arte y ensanchar la mirada desde el planteamiento clásico, ya expuesto en la colección, hasta el más contemporáneo, que corresponden a las obras de TBA 21. Coincidiendo con ARCO Madrid, se acaba de inaugurar la exposición del gran artista y cineasta indio, Amar Kanwar, comisariada por Chus Martínez, que incluye dos trabajos pertenecientes a TBA21.
Presenta Anwar una visión emocionante, necesaria y absolutamente poética y política (cuando las dos, por fin, se dan la mano) de la realidad india. Los dos proyectos que la conforman, El bosque soberano y Testimonios relámpagos, tratan, a partir sobre todo de documentales y videoinstalaciones, de los derechos humanos, los abusos sexuales, la violencia, la justicia y el poder soberano y del estado en India.
Amar Kanwar.
El bosque soberano, obra que comienza en 2011, ha sido expuesta en Kassel, Kerala, Sharjah, Odisha, Viena... la instalación es sistemáticamente adaptada y ampliada a los espacios que ocupa (trabajo admirable hecho en Madrid por Olga Subirós) y continúa modificándose en un work in progress, característico en la obra de Kanwar. Este proyecto de investigación parte del conflicto en la región agrícola de India, Odisha (Orixa) por el control de las tierras entre las comunidades locales, el gobierno y las grandes empresas, y que provoca un clima de violencia tremendo y el desplazamiento forzoso de las comunidades.
Si durante los casi diez años de realización de la obra, esta ha servido para cuestionar la función de la soberanía y la democracia, y ha hecho evidentes los mecanismos de poder, la continuidad futura debe llevar a otro nivel los cuestionamientos, asegura Kanwar. La afirmación que aparece en el vídeo monocanal de 42 minutos, La escena del crimen, “Qué imagen puede representar las palabras cambiantes de los testimonios”, entronca con dos de los grandes temas de su obra. El discurso de la visión, y el tiempo que puede reproducir un testimonio o prueba, a lo largo de los procesos y objetos que pueblan sus obras.
Una instalación con semillas / MUSEO THYSSEN.
Una imagen puede hacer ver y sentir el tiempo real. Así, el artista se convierte en testigo de las políticas protervas y la injusticia. Las pruebas y testimonios dejan de ser solo las del sistema judicial, son otras y reproducen un instante fugaz, real, sensitivo y emocional de la violencia e injusticias que tienen lugar. Las semillas de arroz, el río que siente, el bordado rojo de una mujer, las briznas de hierba, hablan de las tragedias y violaciones que sucedieron.
Por un instante, se convierten en pruebas fehacientes y el trabajo de Anwar en un templo, un lugar sagrado, una ofrenda a los muertos por crímenes y violaciones. En Testimonios relámpagos, ocho canales recogen los testimonios de varias mujeres sobre la violencia sexual y los secuestros en India. Kanwar intenta poner en evidencia el silencio que hay en torno a las agresiones de las mujeres. Canciones, bordados, obras de teatro, relatos personales obligan al espectador a una contemplación que duele y hiere, y en cuya recuperación surge el germen para el cambio en un mundo marcado por la lucha de los derechos femeninos.
Uno de los libros de la exposición / MUSEO THYSSEN.
Tres libros maravillosos hechos a mano completan El bosque soberano. Enormes, se proyectan en sus páginas de fibra de banano o algodón películas de Kanwar, mientras el espectador puede pasar las páginas y tocar además las pruebas incrustadas en las páginas izquierda (redes de pescar, semillas...) que remiten a los temas que trata, de nuevo fatales. Como el asesinato del líder sindical Shankar Guha Niyogi o los conocimientos y sabidurías que no recoge la Constitución. El libro puede ser leído así a través del tacto del papel, en su materialidad más completa, y activa el sentido que más se echa en falta en una exposición y que es también el más pulsional: el tacto.
Pero es en la poesía donde el trabajo de Kanwar adquiere su validez más interesante y radical. La poesía que surge de las imágenes, frases, instalaciones, colores y formas de sus obras, que se valida a sí misma como prueba en un juicio y que son hechos políticos. Poesía entonces como revelación (de las injusticias) pero también revolución. Sabe bien Kanwar que la lógica y la coherencia de la poesía es otra y que, por lo tanto, puede generar en el espectador otras pulsiones y tiempos.
Se trata de arrancar o reproducir un instante (o por un instante) aquella injusticia y vejación que el Estado, reinventándose continuamente para mantenerse en el poder, parece haber olvidado. Pues, como sabe Kanwar, la poesía no es solo una metáfora, sino una prueba y las vejaciones que sufren las mujeres no lo son porque se vean, se intuyan o se deduzcan, sino por el hecho de ser mujeres.