Los frescos del monasterio de Sijena se quedarán, por ahora, en el MNAC, según determina la magistrada del juzgado de primera instancia atendiendo a razones de prudencia: el museo barcelonés ha aportado dictámenes de sus expertos que señalan que el traslado conlleva riesgo de deterioro, aunque la verdad es que esos frescos ya han sido trasladados con éxito varias veces desde que fueron arrancados de su emplazamiento original y llevados a Barcelona en 1937.
El segundo argumento de la juez para suspender el traslado es que la sala capitular del monasterio oscense al que debían reintegrarse no está todavía idealmente acondicionada en cuanto a temperatura y humedad. Y la tercera razón que ha impelido a la magistrada a parar el reloj es éste: si, después, una instancia superior enmendase su sentencia y diese la razón a la Generalitat, los frescos deberían volver a ser arrancados y devueltos al museo barcelonés. Demasiadas posibilidades de lío. Parecería una comedia de enredo: idas y venidas, puertas que se abren y se cierran, el amante en calzoncillos dentro del armario, etc. Demasiados riesgos para la señora juez, que en sus peores pesadillas debe verse como involuntariamente responsable de la reducción a polvo, a consecuencia de cualquier accidente, de un patrimonio que los expertos definen como "valiosísimo".
La Generalitat puede haber perdido el derecho de propiedad sobre los bienes de Sijena, pero de momento ha logrado imponer su tesis de que los frescos sólo están perfectamente a salvo en sus manos y demorar dos o tres años por lo menos la restitución. Entonces todavía podrá recurrir al Supremo y así irá pasando el tiempo, y a lo mejor algún cambio político o la emergencia de nuevas preocupaciones o intereses hace caer este asunto en el olvido.
Propiedad
Mientras tanto los barceloneses podemos contemplar el botín retenido en el MNAC. Seguramente hay que decir que estos frescos tienen un valor artístico inmenso, que son una maravilla, porque, si lo repetimos suficientemente, lo será. Lástima que fuesen abrasados por los vándalos durante la guerra y que sólo hayan quedado unos restos grises y renegridos que a cualquier profano en arte románico le parecerán insignificantes, el descolorido borrador de algo, un simulacro, pobres despojos sustraídos a su lugar y a su genius loci que descontextualizados en las asépticas salas del MNAC han perdido toda su aura.
Claro que en el pleito entre Cataluña y Aragón que con esta suspensión de sentencia se va a prolongar unos años más no es esto lo que se disputa, sino, de manera similar al asunto de los papeles de Salamanca, un derecho de propiedad y una cuestión de principios sobre la que la autoridad competente ha fallado ya, en primera instancia, en favor de Aragón.