Uno de los grandes problemas que arrastramos es la dependencia de la sombra del franquismo y sus clichés intelectuales. Un ejemplo bien expresivo es el sentido del término hispanidad. Esta palabra fue asimilada por Ernesto Giménez Caballero al Imperio español. El famoso incidente de Unamuno con Millán Astray en la Universidad de Salamanca fue el 12 de octubre de 1936. Acabó, como se sabe, con el "muera la inteligencia" y la persona del entonces rector de Salamanca en serio peligro físico.

Era el momento dorado de la exaltación de la hispanidad como unidad lingüística y espiritual. Había sido curiosamente Unamuno el que en 1927 había trascendentalizado el sentido histórico cultural del término: "Los pueblos españoles de allende del atlántico... conjunto de pueblos que hablan español... de nuestra raza no sólo fueron Cortés y Balboa sino también los mexicanos Hidalgo y Morelos o el cubano Martí... Digo hispanidad y no españolidad para incluir a todos los linajes, a todas las razas espirituales, a las que ha hecho el alma terrena y a la vez celeste de Hispania...".

El diccionario de la Real Academia de la Lengua, de 1936, definió el vocablo hispanidad como "carácter genérico de todos los pueblos de lengua y de cultura española". El jesuita vizcaíno Zacarías de Vizcarra promocionó mucho el sentido de "unidad católica de los pueblos de España" y contribuyó a consolidar la fiesta del 12 de octubre que se celebró en España desde 1917 por decreto de Antonio Maura y se hizo ya desde el mismo año en Argentina, extendiéndose a lo largo de los años 20 y 30 en todos los países americanos.

Utilizado en América Latina

Ramiro de Maeztu escribió su flamante En defensa de la Hispanidad en 1934, libro prologado por el cardenal catalán Isidoro Gomá, primado de España durante la Guerra Civil. que consolidaría la exaltación del Día de la Raza que fue la etiqueta que acompañó al día de la Hispanidad a lo largo del franquismo. Todo ello es incuestionable, pero convendría saber también que Simón Bolívar se había referido a la hispanidad como identidad común colectiva de españoles y americanos unidos por el vínculo de la literatura y la historia.

Este concepto se repitió en diversos congresos hispanoamericanos a lo largo del siglo XIX subrayando así que la unidad cultural no implicaba dependencia política. Después de 1898 y la pérdida de los últimos restos coloniales el término se utilizó más en América Latina que en España para contraponerlo a la "nordomanía", el colonialismo anglosajón, fustigado por el uruguayo Enrique Rodó, por sus valores presuntamente materiales de plutocracia frente a los espirituales de la hispanidad. También se usó como contrapunto al de la latinidad que intentaban monopolizar los franceses. Inicialmente, pues, fue más el fruto de un sentimiento latinoamericano de comunidad contrapuesto a los discursos coloniales británico y francés.

También la izquierda

Por otra parte, es fundamental tener en cuenta que el termino hispanidad no ha sido solo un producto aportado desde la derecha ideológica. Un liberal de izquierda, el historiador exiliado alicantino Rafael Altamira, exaltó la idea de la hispanidad desde una óptica progresista promocionando una imagen tolerante de España como madre de pueblos, una "modalidad hispana del progreso de la civilización", un legado global a la postre anticapitalista.

También un filósofo catalán como Joaquim Xirau, exiliado en México en 1939, descubrió la tradición cultural española cuando ejerció como profesor de la Universidad Nacional de México ("en México he descubierto la España del humanismo de Vives, Las Casas, Vasco de Quiroga, Motolinía") que le llevaron a referirse a los lazos de la hispanidad en cuyo marco se refugió hasta su muerte en 1946.

Encuentro

Pero sobre todo quiero resaltar que hoy es impresentable instalarse en el sentido de hispanidad que el término tuvo en el franquismo. Después que en el centenario de 1992 ya hasta se enterró el término descubrimiento sustituyéndolo por el de encuentro, que la historiografía latinoamericana (la biografía de Cortés escrita por Juan Miralles es un buen ejemplo) ha puesto el acento en las raíces de los problemas latinoamericanos no sólo en el imperialismo español sino en la responsabilidad histórica de los criollos que fueron precisamente los inventores del concepto del "indigenismo" y que la historia comparativa de los modelos coloniales europeos en América relativiza, a caballo del mestizaje, la experiencia histórica del tantas veces invocado genocidio latinoamericano.

La autocrítica lascasiana del colonialismo español hoy sabemos que más que un contrapunto, fue un producto del amplio huerto de la hispanidad, el producto, sin duda, más conocido y difundido.