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Siempre atento y sin abandonar la ironía ni el buen humor. Miguel Ángel Aguilar (Madrid, 1943) ha sido fiel a sí mismo en el libro que acaba de publicar, No había costumbre (Ladera Norte). Claro, no se pensaba que un día Franco podía morir, porque se llegó a pensar que sería inmortal. La dictadura duraba y duraba y ‘no había costumbre’, no se podía esperar un cambio como el que sucedió a partir del 20 de noviembre de 1975.

Y sí, el dictador murió en la madrugada de hace exactamente cincuenta años. Comenzaba un periodo “en el que todo estaba en el aire”, no había nada que se pudiera certificar. Y sucedió algo inesperado: “Tras la muerte de Franco los españoles fuimos más racionales e inteligentes que nunca”, asegura Aguilar en esta entrevista con Letra Global.

El maestro de periodistas, que comenzó su andadura profesional en su estimado diario Madrid, en 1966, recuerda que las noticias “se encontraban en los bares”. Y así fue como conoció que Franco sufría de una flebitis, el inicio de una agonía que le llevaría a la muerte meses después, el 20 de noviembre de 1975, a través de un médico que disponía de información.

Aguilar se muestra dolido porque no entiende que la transición se quiera, en los últimos años, cuestionar o considerar que no estuvo a la altura de lo que se requería.

Cincuenta años después incide en las circunstancias del momento: “Se vivía una gran incertidumbre, porque nada estaba escrito. Las cosas se presentaban con enormes dificultades. El franquismo no murió con Franco, porque tenía muchísimas agarraderas, el famoso búnker, que era extraordinariamente poderoso y con muchas ramificaciones. Y hubo que hacer un manejo admirable, inteligente y valeroso”.

El periodista mantiene la cadencia de su particular discurso. Habla Aguilar con pausa, con frase larga que se acaba recogiendo con la palabra exacta que quiere pronunciar. Y deja constancia de una crítica directa a los hispanistas, los historiadores ingleses que esperaban un final de la dictadura abrupto.

“Los hispanistas se estaban frotando las manos, porque ya contaban con una nueva guerra civil entre españoles. Querían contar otra guerra, para obtener prestigio académico y beneficios editoriales. Recuerdo un encuentro con Paul Preston, en casa de Ángel Viñas, en que Preston decía, tras las elecciones, creo, de 1979, que qué se podía esperar de España a partir de ese momento. Y yo dije que nada, que lo mismo que en los países de nuestro entorno europeo, votar cada cuatro años. Porque si querían ir al zoo, pues podían irse a otros países, a Eritrea, que sufría una guerra civil. Pero claro, era más cómodo viajar a España que a Eritrea. Lo que pasó es que los españoles actuamos, por primera vez, no como los ribereños del sur del Mediterráneo, sino como los europeos del norte, como los daneses”.

La transición, por tanto, ¿fue una especie de milagro, donde todo acabó encajando? “Los españoles, tras la muerte de Franco y en la transición fuimos más racionales e inteligentes que nunca. Aprendimos a ser daneses, a pensar en nosotros, y eso produjo la admiración del mundo entero. Y eso yo lo he vivido, no me lo tienen que contar”.

En el libro de Aguilar se exponen los hechos de 1975, con varios momentos importantes. La propia muerte de Franco, sus fusilamientos muy poco antes, de tres miembros del FRAP y dos de ETA; el movimiento de la UMD, en el interior del Ejército y la Marcha Verde que pone en marcha el reino de Marruecos. Y lo que deja claro el veterano periodista es que Franco acabó su mandato como lo inicio: “asesinando”.

La cuestión es que cincuenta años después, ¿cómo se puede definir a Franco?

“Fue un militar africanista, que buscó continuamente su promoción personal”. ¿Ideológicas? “Ninguna, fue un transformista, que se apoya en Hitler y Mussolini, pero que después se desentiende, y que siempre contó con el Ejército. Lo que pasa es que Franco era muy frío y eso le dio una gran superioridad en un país de gente caliente como es España. La frialdad le otorgó una ventaja psicológica. Y cultivó la ambigüedad, y eso generó en los demás una situación de incertidumbre. Si los demás viven en esa situación, Franco se siente muy seguro”.

Aguilar siempre ha sido muy puntilloso con todo lo referente al Ejército. Informó con detalle sobre los militares. Lo sabía y lo sabe todo sobre los escalafones militares. Y se siente orgulloso del apoyo que él personalmente ofreció a los militares encuadrados en la UMD, que pretendían democratizar el Ejército, a la manera de lo que sucedió con la Revolución de los Claveles en Portugal, como relata en el libro.

Sin embargo, “estuvo muy bien que no tuvieran éxito. Yo no quería que lo tuvieran, aunque les presté ayuda cuando fueron represaliados por el régimen. Y es que si hubieran tenido éxito la democracia española hubiera sido deudora de las Fuerzas Armadas. Y sucedió lo contrario y estuvo bien: las Fuerzas Armadas son las que están en deuda con la democracia, porque contaron con más medios, con formación y con prestigio internacional”.

Miguel Ángel Aguilar en la sede de Crónica Global Simón Sánchez

Muere Franco. Alargan su agonía. El yerno, Cristóbal Martínez Bordiu, médico, hace lo imposible para que dure más. Porque Franco estaba muerto antes del 20N, la muerte cerebral se había producido días antes. Uno de los motivos es que el régimen quería llegar al 26 de noviembre con Franco vivo, para prorrogar el mandato que caducaba de Alejandro Rodríguez de Valcárcel, presidente de las Cortes. ¿Hubiera cambiado todo en ese caso?

“Hubiera sido muy dificultoso, lo hubiera puesto todo muy complicado”, señala Aguilar. El rey Juan Carlos, jefe del estado, que hereda los poderes de Franco, elige de inmediato a Torcuato Fernández Miranda, la pieza esencial para desmontar el régimen desde dentro. Aguilar considera el papel del rey como esencial, aunque algunas voces en los últimos años han señalado que la transición era algo inevitable.

“El rey se fija en las monarquía que tiene a su alrededor. Le habían preparado una monarquía, en España, un poco como las del Golfo Pérsico, y eso él ve que no será posible. Le ayuda un grupo de gente, pero él sabe que en beneficio de los españoles y de la propia corona debe ir en la dirección de los países democráticos de su entorno. Su papel es determinante. Y él tiene dos referencias claras: la salida de Alfonso XIII, que se había entregado a Primo de Rivera, y la caída del dictador supuso su propia caída, y la de su cuñado, el hermano de la reina Sofía, que también cae en Grecia al abrazarse a los coroneles”.

¿Lo cambia todo el asesinato de Carrero Blanco, en 1973? Aguilar se pone serio. “A diferencia de lo que dicen algunos, sobre que ese atentado acelera los cambios, yo digo que fue al revés. Fue una manera de retrasarlos. El asesinato de Carrero lo que hace es endurecer al régimen, lo bunkeriza”.

El periodista Miguel Ángel Aguilar, durante la entrevista con 'Letra Global' Simón Sánchez

La otra gran cuestión, siempre con la transición como diana, es la que afecta a los procuradores en Cortes. ¿Por qué renunciaron, por qué votaron la ley de reforma política que los iba a eliminar? ¿Pensaban que se iban a recolocar en breve?

“Hubo que hacer un trabajo persona a persona. Es que ahora todo se ve de otra manera. Sucedió que muchos pensaban en lo que había pasado en Portugal. Televisión Española había mandado un equipo a Lisboa y no emitió todo el material que logró obtener. Pero lo exhibió en un cine de la Gran Vía, con todos los gerifaltes del régimen. Y lo que vieron es la muchedumbre, las turbas enaltecidas que agarraban a agentes de la PIDE, (Policía) y los desnudaban, y no querían pasar por eso, estaban aterrorizados ante una situación similar. De tal manera que aceptan dar pasos, ir despacito, para que no se desencadenen represalias y venganzas”.

Medio siglo después las nuevas generaciones, o parte de ellas, o una parte de la izquierda, en definitiva, nuevas voces, ponen en tela de juicio la transición. Y Aguilar lo lamenta, porque entiende que el lenguaje que se utiliza puede ser peligroso. “Se trataba de salir adelante, de racionalizar, de conciliar. La guerra acabó en 1939, pero no comenzó la paz. La paz se alcanza con la Constitución de 1978”.

¿Entonces? ¿Qué tuvieron los dirigentes de aquel momento que no tienen los actuales dirigentes políticos en España? Desde la premisa de que “la situación de entonces, cuando muere Franco, era infinitamente peor que la de ahora”, Aguilar azota a los actuales responsables políticos: “Las actitudes ahora son infinitamente peores que las de entonces, es una cuestión de actitudes. No hay más que escuchar las sesiones en el Congreso de los Diputados”.

¿Y quién tiene una mayor responsabilidad? “Me atrevo a decir que el Gobierno es más responsable, porque el Gobierno, cualquier Gobierno, tiene capacidad para inducir el comportamiento de la oposición. Y no se está induciendo un comportamiento razonable y racional, sino que se está exasperando a la oposición. Y hay algo más preocupante para mí y es que el Gobierno quiere que su rival sea Vox. Y por eso y para eso pretende cada día que el Partido Popular se parezca o se acerque más a Vox, porque considera que ahí reside su capacidad todavía de reengancharse en el poder”.

Miguel Ángel Aguilar, en la entrevista con 'Letra Global' Simón Sánchez

¿Qué hacer, como diría Lenin? ¿Es Vox un problema tan grave que lo distorsiona todo? “Hay que plantearse una manera de sacar al país del antagonismo en el que vive. Y para esa operación hay que evitar eso que dicen en la calle, que dice cualquier taxista: ‘todos son iguales’. Eso es el principio de la destrucción de la democracia. Y hay que empezar, para que no pase, por dar ejemplo, por desactivar la manera que tiene Vox, por ejemplo, de comparecer. Y para hacerlo hay que dar pistas, dar pruebas, presentarse de otra manera, porque lo que no puede ser es lo que estamos viendo. No es prorrogable”.

Orgullo. Cincuenta años después, Miguel Ángel Aguilar se siente muy orgulloso de un hecho concreto. Lo ha vivido todo, lo ha escritor y explicado todo en los medios, en prensa, en radio y en televisión.

“Una de las cosas de las que me siento más orgulloso es de haber promovido una reunión de los directores de los periódicos de Madrid para hacer un editorial conjunto que firmaron todos los periódicos menos dos diciéndole a los militares: ustedes, a lo suyo, tras la legalización del Partido Comunista, que causó un terremoto".

"Me acuerdo bien que al día siguiente de publicar ese editorial yo estaba comiendo en casa de un pintor amigo, Eduardo Sanz, cántabro ilustre y su mujer, Isabel Villar, pintora también y también muy buena amiga. Sonó el teléfono y era Adolfo Suárez para darnos las gracias. Quiero decir con ello que no estaban las cartas echadas, que el asunto fue muy complicado, que hubo que hacer un trabajo muy serio, que Adolfo Suárez fue extraordinariamente valiente, que le echó valor, como lo hizo el general Gutiérrez Mellado y muchos otros, como Santiago Carrillo, que se anticipó con la cuestión de la reconciliación y que se sumó a los Pactos de la Moncloa, cuando todavía el PSOE andaba renqueando”.

Cincuenta años del 20N. Aguilar estaba allí. Y sigue estando hoy, con el verbo ágil.