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¿Qué siente un presidente de Gobierno cuando se enfrenta en soledad a una decisión que pone en juego su mandato y su país? Hoy, la comunicación interrumpe la narración y la praxis se ha convertido en emoción visual; estamos de lleno en el arte de narrar sin palabras, porque la imagen sustituye al discurso.

Ante el barbarismo que alimenta el debate político actual, desaparece el consenso y se imponen los códigos de la política espectáculo conectados con las audiencias contemporáneas.

A través de entrevistas con los expresidentes españoles vivos de la democracia, la serie, La última llamada (Movistar) realiza un viaje por las últimas cuatro décadas, desde que Felipe González ganó las elecciones de 1982, pasando por José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, hasta que Mariano Rajoy dejó de ser presidente tras la moción de censura en su contra, en 2018.

Todo tiene sensibilidad estética y pervive en la memoria; el agotamiento democrático también. “En Venecia, como te contará cualquier basilisco dorado, empieza Oriente” (Jan Morris); y la España de hoy nace en el portal gótico de Salamanca, mucho después de Covadonga. Del último siglo, hemos heredado el tanatorio intelectual de las ideologías.

El nuevo utilitarismo (si llega) tendrá que refutar el error con elegancia y algo de comicidad, como lo hizo Bernard Shaw al enviarle un telegrama a un diario que había anunciado la muerte del escritor: Con esta brevedad: ”La noticia de mi muerte es un poco exagerada”.

La serie estrenada en Movistar resume un preámbulo: el último tramo de la prevalencia del discurso antes el cambio de paradigma impuesto finalmente por el dogma populista.

Combate dialético

El documental expone una misión regeneradora heredera de la antigüedad helénica, con el héroe Perseo que le corta la cabeza a la Medusa sin mirarla a los ojos para no convertirse en estatua de piedra. Se exalta la relativa coherencia de las cuatro décadas que respetaron la alternancia, antes del cambio de formato de la actual oposición, que prima impactar al contrincante convertido en enemigo.

Los portavoces de la oposición no se contienen; refutan el principio que impuso Pitágoras a sus alumnos: practicar el silencio durante años, antes de entrar en el combate dialéctico. El poder merece una lucha, palmo a palmo, pero rechaza la invectiva como arma. Derrocar a un Gobierno requiere paciencia porque “solo lo que no ha ocurrido no envejece”, escribió el poeta romántico Schiller para contener su ímpetu en los debates de Weimar.

Javier Solana y Felipe González en un acto del 2019 EFE

En la etapa actual, el marketing oscurece la ideología, como anticipó en 2007 Christian Salmon en La máquina de fabricar historias y formatear mentes. La transgresión y la sorpresa se llevan la palma allí donde basculan el agravio o la fractura.

Líderes magnéticos

La praxis se emparenta con la publicidad y el tono altisonante de los comicios es el pan de cada día. Ya no digerimos mensajes; solo consumimos emociones. En España, quienes encienden la permanente discusión de barrio, en las sesiones de control en el Congreso, son los protagonistas del Yo, los héroes de Narciso desatado: Una historia alternativa del selfie, el libro de Matt Colquhoun.

En casi todos los países de nuestro entorno, los líderes magnéticos no serán necesariamente recordados por sus logros, pero hoy son adorados por un público transversal en el que destacan millones de ciudadanos socialmente situados a las puertas de la exclusión.

Colquhoun nombra a a políticos famosos en la historia del autorretrato y los une a celebridades mundanas, como Paris Hilton o Kim Kardashian. Es la videopolítica definida por Giovanni Sartori en su Homo videns, cuyas páginas ofrecen, en clave de conquista, la hegemonía de la percepción.

El expresidente del Gobierno y presidente de FAES, José María Aznar EUROPA PRESS

Hemos entrado de lleno en el arte de seducir a las multitudes con objetos de culto, como la gorra MAGA de Trump, el traje sin corbata del chileno Boris, el chandal de Nicolás Maduro, la motosierra de Milei o las camisas negras de Meloni, que resumen la cabeza degollada de la gorgona helénica y simbolizan la victoria sobre el mal.

Secretos estratégicos

El éxito lo es todo, contextualiza una forma de hacer política que pone de relieve el carisma, el reconocimiento y el espectáculo como los elementos primordiales del líder. Los platós de TV desarrollan la cultura de la celebrity, con el cénit de Trump en The Aprentice, el programa que lo catapultó al segundo mandato.

Utilizando los ejemplos citados de movimientos políticos que hablan a través de las imágenes, el comunicólogo y profesor de la UPF Toni Aira ofrece, en su libro Mitólogos (Debate), un compendio fascinante de analogías que desvelan los secretos estratégicos de un tiempo marcado por la aparente procacidad, pero calculado al milímetro por los spin doctor, que manejan los mensajes. Así se ha visto en series de televisión muy reconocidas, al estilo de El ala Oeste o Borgen.

La última llamada, dirigida por Álvaro de Cózar, expone los momentos clave de los cuatro expresidentes españoles vivos: ¿Cuál fue el contenido de sus últimas llamadas desde el despacho de la Moncloa? ¿A quién consultó Felipe González el referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN? ¿Fue decisión exclusiva de Aznar participar en la invasión de Irak y por qué negó la autoría islamista en el atentado del 11M? ¿Cómo vivió José Luis Rodríguez Zapatero su anuncio de recortes en 2008, con la bajada de sueldos de los funcionarios? ¿Cómo recuerda Mariano Rajoy la tarde en la que vivió su brusca salida de Moncloa?

La serie analiza los momentos de intimidad en los que un presidente, el eslabón más alto, ya no tiene a nadie a quien consultar y toma en soledad una decisión trascendental. Buscamos “ponernos en los zapatos de un presidente en el momento en que suena el teléfono y ya no hay nadie más al que mirar”, dice Álvaro de Cózar, que se ha entrevistado con los expresidentes y con personas de su entorno, como el diplomático Bernardino León, consultor de ZP, o Andrés Medina, asesor de Rajoy.

Decisiones intransferibles

Completan la pieza con aportaciones inesperadas como la del jardinero que instruye a Felipe González sobre el cultivo de los bonsáis o el profesor de pádel de Aznar. Y remata el documental con las confesiones institucionales del expresidente francés, Nicolás Sarcozy y del ex primer ministro británico Tony Blair. La serie quiere empatizar con el que manda y lo consigue mezclando la parte más personal con la más intrincada en el ejercicio del poder.

Aznar olvida sus promesas al final de su mandato (2004) y Pedro Sánchez mete a sus argonautas en la nave de Jasón, el Peugeot con el que viaja al interior del país para labrar el consenso socialista.

Imágenes del expresidente del gobierno José Luis Rodriguez Zapatero, en una entrevista con Crónica Global Luis Miguel Añón BARCELONA

Son decisiones intransferibles que han marcado nuestra historia reciente. Aznar quiere para Madrid el brillo de la España nacional y Sánchez pone en marcha un programa socialdemócrata. Representan la ascendencia de la potestad frente al anhelo de la redistribución. Las dos Españas de Galdós y Machado en un debate de dos siglos, el ochocientos y el novecientos, que hoy va camino del dificil desenlace.

Felipe González, en 1982, expone su renuncia al marxismo -fruto del Congreso del PSOE en Suresnes- y certifica el fin del aislacionismo español ganando el referéndum de la OTAN. Felipe acaba con la sombra del furgón de cola y su sucesor en el cargo, José Maria Aznar, llega el poder, en 1996, improvisando un programa que empieza en un pacto con Pujol y Arzalluz y culmina después en el nacional catolicismo, fruto de la mayoría absoluta de su segunda legislatura.

Aznar acaba con su bisoñez geopolítica en las Azores, junto a Tony Blair y Georges Bush. Y, a pesar de su debilidad aparente, refuerza la mirada atlántica.