Joan Comorera, por Farruqo

Joan Comorera, por Farruqo

Ideas

El comisario Creix versus Joan Comorera: el sabueso y el héroe

La doble condición de comunista y catalanista del fundador del PSUC obsesionó a la represión franquista, como plasma Antoni Batista en La veritat del cas Comorera 

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Antonio Juan Creix, el torturador de Via Laietana, milita en la “quinta columna” de Sanjurjo; es torturado en una checa de la calle Vallmajor de Barcelona y trasladado a un campo de prisioneros; se fuga gracias al espionaje militar (SIM) y en 1941 ingresa en la Brigada Social de Franco que persigue a los partidos demócratas en la clandestinidad. Cuando ya es un mito sentimental de la Cruzada del general, abraza el argumento de su nuevo destino: es nombrado jefe de policía en Bilbao para dirigir la lucha contra ETA. Ya en la Transición, cuando las razones de su medallero militar no consiguen ocultar la causa de la libertad, Creix regresa a Barcelona y lo destinan a pegar matasellos en el Aeropuerto de El Prat.

Al policía más severo de la Dictadura le pagan con un plácido retiro en Llinars del Vallès, donde pasea el perro y ordena su biblioteca, repleta de los libros sobre el pensamiento comunista que tanto odia. Cuenta con unos anaqueles casi tan llenos de izquierdismo como el filósofo Manuel Sacristán: ha querido conocer al enemigo antes de combatirlo.

En su retiro, juega a la petanca francesa y al dominó. En su casa se habla el catalán de Pompeu, aprendido en la escuela durante la República, nada que ver con el de la calle, mientras que su esposa, Angelita Comamala Parareda está plenamente integrada en la vecindad. Creix es digno de El Sastre de Panamá, el relato de John Le Carré, donde la intriga criminal del poder luce tijera, aguja y cartabón. Es capaz de torturar a sus detenidos y abandonarse al dolce far niente, en la vertiente solar del Montseny.

Seguir la pista de Creix es una tarea de titan de hemeroteca y entrevista, como lo es Antoni Batista, el autor de La verdadera historia del cas Comorera (Ara Llibres), que cita a Conan Doyle en la presentación de su texto: “La vida es infinitivamente más extraña que cualquier cosa que pueda inventar la mente humana”.

Joan Comorera

Joan Comorera

Y si, la vida es extraña, especialmente en este libro, basado en hechos reales, que circunscriben el rescate rehabilitador de dos referentes frente a frente, como el comisario Creix y el fundador del PSUC, en los momentos más difíciles del exilio y de la resistencia en el interior del país. Comorera, que en su juventud fue periodista de publicaciones como Justicia social, La Lucha o El Pueblo y también autor del libelo La trágica ignorancia española, ​muere en 1959 en el penal de Burgos. Creix, por su parte, referente de la represión franquista, se apaga mucho después, en 1985, a la sombra de los tilos de la Tordera.  

Joan Comorera, fundador del PSUC, aparece junto a Lluís Companys, el 6 de octubre de 1934, en la proclamación de la independencia de Cataluña, que les valió a ambos su detención en el penal del Puerto de Santa María, hasta 1936, liberados con la llegada de la II República.

El comunista, que ha desempeñado varias veces el cargo conseller de la Generalitat, se convierte en la mano derecha del president Companys, ejecutado en Montjuïc. La reivindicación nacional catalana es uno de los principios políticos de Comorera tal como consta en los documentos fundacionales del PSUC.

Expulsado de la Internacional

En el 39, una vez perdida la Guerra Civil, el movimiento comunista se “diluye en un archipiélago escampado por muchos mares de un exilio bajo la hegemonía española del PCE”. Después de los primeros años, la unión del PCE con el PSUC, va deshaciéndose claramente; la praxis política sigue la senda de los individuos, en lo que se refiere al autoengaño.

El PCE es el principal perjudicado por la existencia del PSUC catalán con voz y voto en el Komintern y en su plataforma internacional sucesora, la Kominform comandada por la URS. En aquel momento el ejemplo a destruir por parte de la Unión Soviética es el modelo federal de la antigua Yugoeslavia comandada por el mariscal Tito, reconocedor de las nacionalidades balcánicas.

Tito es declarado la bestia negra del PCUS moscovita y Joan Comorera es expulsado de la Internacional. Stalin y sus sucesores no soportan las divisiones entre sus camaradas en el interior de los estados soberanos de Occidente. En el caso de España, Moscú se comunica exclusivamente con el PC a través de una voz única situada en París, donde se encuentra exiliado su secretario general, Santiago Carrillo.

Portada de Antoni Batista sobre Joan Comorera

Portada de Antoni Batista sobre Joan Comorera

Las diferencias en el seno del comunismo español vienen de lejos. Sin embargo, en el momento del Golpe militar de 1936, tres pequeños partidos, la Unión Socialista de Cataluña, la Federación catalana del PSOE y el Partido Comunista de Cataluña se unifican bajo las siglas de PSUC.

Comorera es el artífice de la unión, que nace bajo el paraguas del internacionalismo. De aquella unión, Comorera deja una carta escrita a máquina y dirigida “al camarada Stalin, genial discípulo y continuador de la obra de Lenin”. Ofrenda en el altar de su propio sacrificio y su hegemonía en el PSUC será más breve de los previsto.

Hijo del periodismo

Y en 1949 llega su expulsión del partido, que también es comienzo de su lapidación pública a manos de los comunistas españoles, producida en setiembre de 1954, en el V Congreso del PCE, celebrado en Praga.

Los papeles de Antoni Batista rezuman confianza. Los detalles contenidos en la correspondencia, los papeles y los mensajes entre amigos de lucha y familiares destacan en su obra. El mismo autor reivindica este libro como hijo del periodismo y de la exactitud, huyendo de pistas asertivas tantas veces erróneas, para centrarse en los hechos comprobados.

El resultado, La verdadera historia del cas Comorera es un libro “tierno, dramático y duro” -dice Joaquim Nadal en el prólogo de la obra- sobre un dirigente acusado por los suyos de Titismo y perseguido por la policía franquista en medio mundo, a través de confesiones, a menudo espeluznantes, de quienes le conocieron y le traicionaron.

Joan Comorera

Joan Comorera VIQUIPÈDIA

Después de la Guerra española, el Régimen detiene a Lluís Companys y lo fusila en Montjuïc; y a continuación, centra las pesquisas en Joan Comorera, que es catalanista además de rojo y, paralelamente, al aparato represor decide poner menor énfasis en otros exiliados, como Carrillo o Pasionaria, considerados como “enemigos españoles”.

La dualidad rojo-catalanista adquiere un rango de odio superior al resto de exiliados, desafectos y militantes, en los primeros años cuarenta, un esquema que se mantiene a lo largo de la Dictadura.

El libro atrapa, más que al lector amable, al corazón zozobrado que envejece como el buen vino, pero arrostrado por la penalidad de un tiempo difícil. Aun con todo, la mejor virtud de Antoni Batista es el fin de toda duda. Sin vindicación alguna, se exige a sí mismo la síntesis de otras aportaciones anteriores de nivel, a cargo de Miquel Caminal, Xavier Folch o Josep Benet.

La relación entre el comisario Creix y Joan Comorera salta ahora al papel impreso como una forma de rehabilitación de los dos extremos: el sabueso de la Brigada Político Social y el héroe.

El muelle de esta biografía, basada en la historia como ciencia y en el relato como estilo literario, es la declaración de Comorera ante la policía, efectuada en 1954 cuando Creix trata al líder político con respeto institucional. El comisario le sigue los pasos mientras está fuera del país, lo caza y lo estudia detalladamente, hasta la obsesión.

Enemistad marcada a fuego

En algún momento, el lector desfallece de tristeza, especialmente con la ruptura entre Comorera y su hija, Nuria Comorera, una prosoviética que destroza por escrito la vida de su padre. El regreso a España del Lenin catalán se explica en parte por esta causa; está marcado por aquella enemistad familiar que al final pudo haber facilitado su detención.

Una enemistad marcada a fuego por algunos de los antiguos dirigentes comunistas de otro tiempo, que hoy sobreviven bajo siglas mostrencas.

El ritmo de Batista, deudor de la mejor novela de intriga, pasa por el mundo armado del País Vasco. Él ha publicado la mejor serie de libros sobre ETA que se conoce en Europa y, en la elaboración de esta última entrega sobre Comorera, utiliza la posición favorable de los papeles de la Lehendekariza para filtrar las fuentes oficiales tendenciosas de la policía del Antiguo Régimen.

De sus páginas queda cierta grandeza del pasado, atemporal y ajeno a la estadística. Y también el dolor, el dolor del orgullo herido que despierta simpatías.