Un producto puede explicarlo todo: el inicio del capitalismo, las luchas entre países, el esclavismo y la idea de que el libre mercado no ha existido nunca. El historiador de Países Bajos Ulbe Bosma lo ha conseguido con Azúcar, una historia de la civilización humana (Ariel), un libro que impresiona por relacionar tantas cuestiones, y, al mismo tiempo, por su alegato: la pandemia de obesidad que se acerca si no se toman medidas, porque el azúcar está en todos lados, en alimentos y bebidas, como asegura en esta entrevista con Letra Global.
Bosma rompe algunos mitos. El azúcar ha sido un producto para las elites en los siglos XIII y XIV, que comportó el inicio de exportaciones de largo radio. El historiador relaciona ese comercio, cuando llega a explotarse de forma masiva, con algo sobrecogedor, pero que funcionó hasta hace relativamente poco: el esclavismo.
Y lo señala respecto a España, que tuvo en Cuba al mayor exportador del mundo de caña de azúcar: "Las elites cubanas exportadoras de azúcar se desentendieron de España cuando condenó el esclavismo".
Portada del libro de Ulbe Bosma
La sorpresa es mayúscula cuando el lector se sumerge en el libro, porque, ¿se puede entender el capitalismo y su origen a partir del azúcar? “El capitalismo, como empresa privada que busca beneficios, se halla ya en el siglo XIII en Asia. Lo interesante es que ahora redescubrimos el poder de Asia, pero ya lo tenía en aquella época”, asegura Bosma.
Esa primera idea nos lleva al posible paréntesis vivido en los dos últimos siglos. Si Occidente ha llevado la batuta, si ese comercio internacional era cosa de Europa y Estados Unidos, ahora se vuelve a una cierta ‘normalidad’, con el peso de países como China o India.
De Valencia a Alemania
“Podemos llegar a esa conclusión, sí. Lo que añado en el libro es que hemos infravalorado a India y China. Si nos referimos al azúcar, tendemos a pensar que el comercio se concentraba en el Atlántico. Existía entre India y Reino Unido, en 1870 con la remolacha, pero India y China ya exportaban mucho antes, sin contar con Cuba o Java”.
En ese mapa mundial, y ya desde siglos anteriores, España tuvo un papel importante. Aunque es mejor señalar que era el Reino de Granada, con la presencia de los musulmanes, que comerciaban con los genoveses. También el Levante, con Valencia, que comerciaba con Europa, y que, para Bosma, se trata de “los orígenes del capitalismo europeo, con élites de Venecia y de Génova, y, con el tiempo, con empresarios del sur de Alemania. Esa relación será intensa algo más tarde, entre los siglos XV y XVI, ya con la vocación imperialista de Portugal y España".
El historiador Ulbe Bosma, en la entrevista con 'Letra Global'
Hubo capitalismo, por tanto, mucho antes de la Revolución Industrial, que arranca en el Reino Unido en el siglo XVIII. Pero, ¿qué relaciones se establecieron entre los productores y el sector exportador?
“En India los campesinos tenían distintas opciones. Podían cultivar la caña de azúcar u otros cultivos, consumirla o venderla, o refinarla en la ciudad. Eso que sucedía en el siglo XIII, todavía se mantiene hoy. Hay una parte de productores que no dependen de esa red capitalista. Es lo que se entiende como soberanía alimentaria. Intentan llevar las riendas de sus vidas. El capitalismo no lo coopta todo y algunos lugares se han quedado fuera”.
El historiador de Países Bajos, profesor de Historial Social Internacional Comparada en la Universidad de Ámsterdam, relaciona la identidad nacional con las explotaciones de azúcar a lo largo de la Historia. En el caso de Cuba hay contradicciones. Los que defendían el esclavismo, acaban fomentado su eliminación para proteger el “carácter ibérico” de la isla, aunque se anima también una emigración “de la periferia europea”, con italianos, españoles y polacos, que acaban siendo la mano de obra barata para las explotaciones.
Los Fanjul cubanos y en Miami
Bosma lo señala con detalle en su obra. La cuestión es que las élites cubanas presionaron todo lo que pudieron para mantener las relaciones esclavistas, y los gobiernos españoles tardaron mucho en sumarse a la corriente abolicionista que inició Inglaterra en 1833. No fue hasta 1880 cuando España puso fin legalmente al esclavismo en Cuba.
"Las elites cubanas exportadoras de azúcar se desentendieron de España cuando condenó el esclavismo", señala Ulbe Bosma. “Estaban con el gobierno español porque les protegía de los abolicionistas británicos. Cuando eso ya no se da, esos productores se acercaron a Estados Unidos, porque se entendía, además, que era el mercado natural. Las elites ya no necesitaban a España y las dinastías familiares no saben ya de lealtades nacionales, como sucede con los Fanjul, que llegan a invertir en Cuba, aunque sean exiliados cubanos. Lo primero son los negocios”, sentencia Bosma.
Pero, ¿qué supone el libro de este historiador? ¿Un tratado sobre relaciones internacionales, un análisis sobre la incidencia del azúcar en el mundo? Lo que se descubre es que se trata también de una obra económica. Porque, ¿ha habido en algún momento mercados libres?
“Los mercados libres no han existido nunca. Siempre hubo una actitud proteccionista por parte de los países implicados. Nunca un país cree en el mercado libre sin ser antes muy proteccionista. Es absolutamente necesario para crear una industria, que no puede crecer sin protección. La industria del azúcar nos lo enseña a la perfección”, asevera Bosma.
La relación que también muestra este historiador es la que se establece con el alcohol. Es una paradoja, pero los abolicionistas del alcohol, como los grupos más religiosos, los cuáqueros, por ejemplo, acaban fomentado “el azúcar” en Estados Unidos, en emplazamientos como Filadelfia, uno de los más “dulces del mundo”.
¿Por qué? “Los cuáqueros consideraban que el alcohol les impedía conectarse con Dios, y tienen como sustitutivo el dulce, el pastel, el té con algo dulce. Vemos que también sucede con la cultura islámica, y es que al final del Ramadán se organiza un festival del azúcar”.
Y llega el peligro. Alimentos, bebidas, comidas de todo tipo, tienen azúcar en sus ingredientes. “La obesidad puede ser una gran plaga, ya es un enorme problema, por ejemplo, en Países Bajos”, indica Bosma.
Pero todo se relaciona con la clase social. “Hay libertad de decisión, claro, sobre lo que comemos o bebemos, pero está relacionada con la clase social. La gente que tiene menos ingresos lo tiene más difícil. Es un problema de clase, es lamentable, pero lo más barato contiene más azúcar. El gobierno mexicano trata de ponerle remedio, con impuestos, porque resulta que en los desayunos se beben bebidas refrescantes, porque el agua está contaminada. No veo una solución clara. Tal vez una sería la de dejar de gravar sobre fruta y verdura, aunque eso no le guste a los ministerios de Hacienda. Pero nos enfrentamos a una catástrofe que es la obesidad. Creo que se deberían tomar medidas drásticas, no solo en los países del Norte de Europa, sino también en países como Italia o España. El fenómeno es mundial”.
Si China era importante en el siglo XIII, con el comercio de azúcar, --un producto que durante milenios el hombre no ha conocido ni ha necesitado (el valor nutritivo del azúcar refinado es cero)—hoy es un actor principal en todas las relaciones comerciales.
El peligro, en este caso medioambiental, es que China expanda el cultivo para satisfacer a las nuevas clases medias. “Hay una gran empresa china que produce alimentos y que señala que, pese a todo, no va a entrar en la región del Amazonas. No tengo claro que eso no suceda. La empresa sabe que su expansión tendrá efectos perjudiciales. China quiere encontrar más espacio en África, en América Latina, y eso generará grandes consecuencias medioambientales. Creo que los bancos que necesitarán para financiar esas operaciones tienen serias dudas. Será una cuestión muy polémica que no sé cómo puede avanzar”, concluye Ulbe Bosma.
Mientras, en la conversación se han tomado cafés ‘sin azúcar’.