
El historiador Enric Ucelay-Da Cal
Ucelay-Da Cal: "El 1-O de 2017 reflejó la 'muntanya' frente a la Barcelona metropolitana y la costa urbanizada"
La reedición del libro del historiador, 'La Catalunya populista', un libro "maldito", permite ahora analizar cómo el discurso de los dirigentes nacionalistas se ha distanciado por completo de la realidad de un territorio plural de casi ocho millones de personas
Una convicción basada en el pasado. Un relato reiterado y asumido que se pretende difundir e instalar para siempre. Pero que choca, ¡vaya por Dios!, con una realidad distinta, con una evolución que no se esperaba. Ayer y hoy. Con una aseveración: "El 1-O de 2017 reflejó la 'muntanya' frente a la Barcelona metropolitana y la costa urbanizada".
El problema es que de todo eso hace ya muchos años, demasiados. El historiador Enric Ucelay-Da Cal se escandaliza al comprobar esa diferencia entre la forma de hacer política de los dirigentes nacionalistas catalanes y el cambio que ha experimentado Catalunya. Lo constata en el epílogo del libro La Catalunya populista, imagen, cultura y política en la etapa republicana (1931-1939), que Taurus ha reeditado hace unos pocos meses. Se trata de una obra “maldita”, como Ucelay-Da Cal señala, que se publicó en 1982, y que se había convertido en un libro de referencia para especialistas e historiadores.
El libro es un enorme fresco de aquel momento fundacional, con la Generalitat creada en los años treinta –debemos olvidarnos ya de la institución que se recupera desde la época medieval—y que se gobierna con un partido que pretendía ser hegemónico y que, en gran parte, lo fue: Esquerra Republicana de Catalunya, con sus dos presidentes, Francesc Macià y Lluís Companys.
Con una lupa, con una enorme capacidad de analizar la sociología catalana de aquellos años, el historiador plasma las batallas internas de Esquerra, su afán por influir y tener a su lado a la CNT, una máquina colosal del obrerismo, y las singularidades de personajes vinculados a Estat Català, un incipiente separatismo –que no independentismo—que siempre jugó con la ambigüedad.
Populismo interclasista
Aquella Catalunya era bastante homogénea, unos dos millones de personas, que pudo haber alcanzado el sueño “populista” de Esquerra. Ucelay-Da Cal utiliza el término populista con una acepción distinta a la conocida ahora. Lo usa a partir del estudio de especialistas argentinos en los años cincuenta del pasado siglo, para analizar la experiencia peronista.
Se trata de explicar cómo un gobierno busca la hegemonía a partir del apoyo de un gran sindicato, y cómo gana influencia en todos los ámbitos de la sociedad. La Esquerra de Macià estuvo en esa línea, con una apuesta por la Catalunya urbana, con Barcelona y su Ayuntamiento como gran base de poder, pero también contando con los Rabassaires, con la fuerza del campo. Se trataba de encauzar un populismo interclasista, catalanista, con la contradicción latente de impulsar un proyecto propio, más allá del autogobierno de la Generalitat que había posibilitado la España Republicana.

Portada del libro de Enric Ucelay-Da cal
Para entender esa sociedad interclasista, con el enorme poder de los sindicatos obreros, liderados por la CNT, siempre con grandes contradicciones internas, el libro de Ucelay-Da Cal es esencial. Y no se entiende que haya estado sepultado durante más de cuarenta años.
En gran medida, el libro no gustó a Jordi Pujol, ni al conjunto del nacionalismo, porque el historiador apuntaba que Catalunya no había conseguido gran cosa en aquellos años treinta, tan idealizados. Con el agravante de que el poder económico –sí, fuerte, claro, en comparación con el resto de España—se quedó a medidas, porque los empresarios catalanes no supieron aprovechar de verdad la ventaja competitiva que habían tenido gracias a la situación de neutralidad de España durante la I Guerra Mundial. Se ganó dinero, pero no se supo reinvertir para apostar por nuevos sectores de la economía o para crear grandes corporaciones empresariales.
Sorprende comprobar que las dificultades de Esquerra se repetirían muchas décadas después. El Govern de la Generalitat estaba huérfano de buenos administradores, y formaban parte todos aquellos que pudieran mostrar simpatía por el partido que había sido capaz de aunar movimiento urbano, juvenil, obrero y campesino, y que no quería saber nada del conservadurismo de la Lliga de Cambó. ¿Similitudes con lo que ha sucedido en los últimos años?
Hacia otro 'Sis d'Octubre'
Ucelay Da-Cal diferencia entre el independentismo de la CUP, que cree realmente en ese proyecto, y que engarza con diferentes sectores que se remontan a los años treinta, y los “indepes” provenientes de la radicalización del pujolismo, y que hoy forman parte de Junts per Catalunya.
Existe un relato, un hijo argumentativo, con determinadas afirmaciones, que no ha cambiado. Sin embargo, el país es otro. Lo es Catalunya y lo es el conjunto de España.
El epílogo del historiador, para esa edición del libro de 2024, es demoledor, al señalar el Procés, el movimiento populista –ya en los términos en los que se utiliza ahora—que arrancó en 2010 y tuvo su momento culminante en octubre de 2017. Dice el autor:
“El hecho es que el 27 de octubre de 2017—cuando se declara la independencia en el Parlament--, la tarde de la fallida proclamación de independencia de Catalunya se sitúa ante el espejo del 6 de octubre de 1934, y el ‘Sis d’Octubre’, a su vez se situó, en todos los sentidos, entre el 14 de abril de 1931 y el 19 de julio de 1936”.
Los discursos actuales “se han quedado anclados en la propaganda y los esquemas partidistas de las facciones varias, en ambos lados, de la Guerra Civil de 1936-1939”.
La 'muntanya', ayer y hoy
Y señala el historiador: “La mejor muestra, repetimos, fue el Procés secesionista en Catalunya, que creció y creció desde 2010 hasta 2017, para quedarse en un sector de militancia fervorosa enganchada en un criterio fehaciente que remite a los años treinta del siglo pasado. Sin el Procés no habría Vox, que surgió como respuesta españolista, tanto en Catalunya como en el conjunto español”.
¿Por tanto? Con la idea de que la fuerza del interior de Catalunya se mantiene, e influye, como lo hizo también en los años treinta, Ucelay Da-Cal tiene claro lo que sigue sucediendo hoy: “Y, por si hiciera falta más indicación de continuidad, la votación del plebiscito ‘indepe’ celebrado el 1 de octubre de 2017 claramente reflejó la ‘muntanya’ frente al área metropolitana barcelonesa y la costa urbanizada”.
La población, el grueso, va en otra dirección. La sociología es por completo distinta. En Catalunya, pero también en toda España. Los discursos, sin embargo, se repiten y se remontan a esos años treinta “populistas”.