Contundente. Palabras gruesas, cuando toca. Sinceridad y capacidad de análisis. Es Quim Aranda (Barcelona, 1963), un periodista que llevaba un escritor dentro, o un narrador, que ha ejercido de periodista. Aranda, corresponsal en Londres del diario Ara, acaba de publicar D’una hora lluny, notes d'un corresponsal: d'Elisabet II a Carles III (Folch & Folch), un libro peculiar y ambicioso: entre el ensayo político, el retrato sociológico y la propia autobiografía.
La crítica siempre está presente. Es el mensaje que siempre ha querido transmitir este periodista, que reclama ese esfuerzo a toda la profesión. Respeta a muchas personas, a escritores y políticos, pero es duro con muchos otros. Se ha sentido decepcionado por algunas “estrellas” del firmamento periodístico, y tiene palabras de admiración, por su talante personal, por haberlo tratado de forma estrecha, para uno de los grandes: Manuel Vázquez Montalbán. Todo eso lo refleja en el libro, tras 25 años viviendo en Londres, donde ha visto cómo sus dos hijos –hijo e hija-- se educaban en las escuelas británicas, y son hoy ciudadanos británicos, mientras él sigue pendiente de Catalunya y el resto de España.
En esta entrevista con Letra Global constata lo que ha sucedido en el Reino Unido y en Catalunya en los últimos decenios. Su conclusión es clara: "El Brexit y el Procés comparten el mensaje populista: Bruselas nos roba, España nos roba".
Con algunos referentes, los periodistas que han cubierto la información del Reino Unido para medios en Catalunya, como Eugeni Xammar, Josep Pla, Augusto Assía, Enric González o Lluís Foix, Quim Aranda considera que faltaba algo nuevo. “Creo que no se ha tenido la voluntad de intervenir en el debate en Catalunya desde una perspectiva foránea, la que da vivir en un país como Reino Unido. Eso es lo que he intentado, al comparar situaciones, hechos, y creo que puede tener un valor y ser útil”, asegura.
Quim Aranda, en la entrevista con 'Letra Global'
Quim Aranda no cree en muchos mitos, salvo en Vázquez Montalbán. Y señala que lo británico no debe considerarse como muy elevado. Es decir, no ve que el Reino Unido deba verse por encima de España. “Tuve una conversación con una investigadora del Imperial College de Londres, y lo que decía es que el talento que se produce en España es a veces mucho mejor que el que genera Oxford y Cambridge. Claro que hay diferencias en cuanto a la financiación de proyectos, pero el Reino Unido está sobrevalorado”.
Otra señal es la que transmite el sistema político británico. “El presidente del Parlament –Josep Rull—vistió recientemente Westminster, y salía maravillado del parlamento británico, como cuna de la democracia liberal. Pero en lo único que brilla es en la oratoria, y lo he visto con mis hijos, porque eso lo enseñan en la escuela. En lo demás es una democracia tan imperfecta como lo es la española, con sesiones de gobierno tan espectaculares como inútiles. El primer ministro contesta lo que le da la gana, cuando se le pregunta. Hay una gran parafernalia, eso sí, y todo eso acaba confundiendo a quien no sigue el día a día, cosa que yo he hecho durante más de veinte años”.
¿Un ejemplo debería ser la tradición de las comisiones de investigación? “No, son prácticas que no sirven para nada. Duran años y acaban en nada. Lo que pasa es que hay una tradición, una trayectoria larga de democracia, que aquí desgraciadamente no se ha tenido”.