Ya lo sentenció Tolstoi en el celebérrimo arranque de Ana Karenina: “Todas las familias felices se parecen, pero cada familia infeliz lo es a su manera”. En Father Mother Sister Brother (que se estrena el 24 de diciembre) Jim Jarmusch disecciona esta institución con su habitual estilo minimalista. Con este parco ejercicio de estilo ganó el León de Oro en el Festival de Venecia.
El largometraje se compone de tres historias independientes, unidas por la temática familiar y por diversos elementos que se repiten en las tres a modo de guiño. Repite una fórmula que en el pasado le dio muy buenos resultados: Mystery Train reunía tres historias ubicadas en Memphis y conectadas con un hotel, Night On Earth cinco ubicadas en taxis repartidos por todo el planeta y Coffee and Cigarettes era una sucesión de cortometrajes protagonizados por tipos fumando y bebiendo café. En realidad, también tienen cierto vínculo con esta estructura sus obras más episódicas, orquestadas como una sucesión de encuentros del protagonista, como Dead Man y sobre todo la maravillosa Broken Flowers.
'Father Mother Sister Brother'
El otro gran planteamiento formal con el que ha trabajado Jarmusch es la relectura de los géneros: las películas de fugas carcelarias en Down by Law, el western en Dead Man, el policiaco a lo Jean-Pierre Melville en Ghost Dog, las cintas de espías en Los límites del control, las de vampiros en Solo los amantes sobreviven y las de zombis en Los muertos no mueren.
En su producción hay dos largometrajes que definen su cine: la temprana Extraños en el paraíso -la obra que lo catapultó, después de la casi amateur Permanent Vacation- en la que despliega sus postulados narrativos y estéticos, y ya en plena madurez Paterson, su obra maestra. Esta última es una suerte de manifiesto de su visión del cine como poesía de lo cotidiano, a partir de ese conductor de autobús admirador de William Carlos Williams, que escribe poemas en los que destila la magia y belleza de lo aparentemente anodino (los versos son obra del gran Ron Padgett).
Esa mirada que personifica el protagonista de Paterson, similar a la de un poeta japonés componiendo haikus -o también, por qué no, a la de Yasuhiro Ozu- es la que aplica Jarmusch a las tres viñetas familiares de Father Mother Sister Brother. En ellas lleva su lacónico estilo a un grado máximo de depuración. Nunca su humor ha sido más deadpan, nunca sus narraciones han estado más cerca de las elisiones de Hemingway en relatos como Gato bajo la lluvia (ejemplo máximo de la famosa teoría del iceberg).
Jim Jarmusch
Hubo un tiempo, en los años sesenta y setenta del siglo pasado, en que se pusieron de moda las películas de episodios, rodados por uno o varios directores; de Rogopag a ¡Que viva Italia!, pasando por Los complejos, El oficio más viejo del mundo, Historias extraordinarias, Boccaccio 70… Los italianos fueron especialmente prolíficos. Hoy es una fórmula en desuso, que Jarmusch practica como una rara avis. Al rey del minimalismo cinematográfico le va de perlas: le permite rodar miniaturas, esbozos acuarelísticos, zurcidos con un hilo conductor común.
Aquí ese hilo es la familia: tres historias de hijos que visitan a sus progenitores (en la última, el apartamento en que estos vivieron). La primera está ambientada en el noreste rural de Estados Unidos, la segunda en un barrio residencial de Dublín y la tercera el París. Los personajes son distintos en cada una de ellas, pero hay pequeños elementos conectores que se replican y las vinculan más allá de la temática común: mesas con café o té, brindis, comentarios sobre el agua que se bebe, unos skaters, un Rolex -que puede ser verdadero o falso-o la frase hecha “Bob’s your uncle” (cuyo equivalente sería el voilà francés o el y listo español).
A marcar el despojado tono que preside y unifica formalmente las tres viñetas contribuye de forma sustancial la banda sonora compuesta por el propio Jarmusch, que para algo es un cineasta con pinta y alma de rockero. De hecho, tiene dos potentes documentales musicales: Year of the Horse, sobre una gira de Neil Young y Crazy Horse, y Gimme Danger, sobre The Stooges, o sea el grupo con el que debutó el incombustible Iggy Pop. El director hace tiempo que le cogió el gustillo a componer sus propias bandas sonoras. Lo ha hecho de forma continuada desde Solo los amantes sobreviven -que es la mejor de todas-, con el dúo experimental de guitarras eléctricas Sqürl, que forma con Carter Logan. En el caso de Father Mother Sister Brother compone en solitario -destaca el tema titulado Jetlag- y se añaden varios temas versionados que canta Anika (la británica Annika Henderson): These Days de Jackson Browne y sobre todo Spooky que popularizó la estupenda Dusty Springfield.
'Father Mother Sister Brother'
En la primera viñeta reina Tom Waits en el papel de un padre supuestamente solitario y aquejado de carencias materiales y altibajos emocionales, al que visitan su hijo (Adam Driver) e hija (Mayim Bialik). El espectador sacará sus conclusiones sobre las dinámicas, recelos y resentimientos que anidan en esa familia a partir de la difusa conversación que mantienen, con silencios incómodos, soterradas tensiones y la hilarante demostración de un enloquecido Waits, hacha en mano, de cómo corta la leña para desfogarse. Hay un giro final en el que asoma un tema que se repetirá en los siguientes episodios: ¿hasta qué punto conocemos de verdad a nuestros padres?
En la segunda viñeta, dos hijas cumplen con el ritual anual de visitar a su madre y tomar un afternoon tea que ella ha preparado primorosamente, con sus pastelitos y delicias varias. Aquí las dinámicas familiares ya se atisban desde la primera escena, en la que la madre (Charlotte Rampling) echada en un sofá, habla por teléfono con su terapeuta, tratando de calmar los agobios que le genera el encuentro. La madre es una estirada y exitosa autora de bestsellers, que por sus títulos parecen situarse a medio camino entre la novela romántica y el thriller. Trata a sus hijas con adusta severidad, como si siguieran siendo niñas a las que hay que reprender.
A la mayor la interpreta Cate Blanchett disfrazada de solterona asexuada y apocada. A la pequeña, una Vicky Krieps con el pelo teñido de rosa y muchas ganas de escenificar que las cosas le van de maravilla y que es una gran emprendedora. Lo cual no parece ser cierto. La acompaña a la cita una amiga y, poco antes de llegar, le hace detener el coche para colocarse en el asiento trasero y simular que ha venido en Uber porque tiene el supuesto Volvo en el taller. A diferencia de la primera historia, aquí no hay un giro final sorprendente. Y como tampoco hay ningún drama intenso y sufriente (Jarmusch está en las antípodas de Ingmar Bergman), se acrecienta la sensación de minimalismo llevado al extremo.
Tom Waits en 'Father Mother Sister Brother'
Si en la primera viñeta los hijos visitan al padre y en la segunda a la madre, en la tercera dos hermanos gemelos afroamericanos -él es Luka Sabbat y ella Indya Moore- acuden por última vez al apartamento, ya vaciado de mobiliario y objetos personales, en el que vivieron de niños con sus padres. Allí asoma fugazmente, en un cameo como portera, Françoise Lebrun, un guiño para cinéfilos aplicados.
Los progenitores han muerto en un misterioso accidente de avioneta. Y resulta que todo lo que los envuelve es misterioso, porque al vaciar el apartamento han aparecido documentos con diversas identidades, una partida de matrimonio falsificada… ¿Acaso fueron espías, o algo peor? De nuevo asoma el tema de hasta qué punto conocemos de verdad a nuestros padres.
En la escena final, los dos hermanos visitan el trastero en el que han guardado todos los objetos que formaron parte de la existencia de sus padres y de ellos cuando eran pequeños. En ese trastero se resume la vida de una familia y se guardan todos sus secretos.
