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¿Se puede estar al frente de una librería de viejo y, al mismo tiempo, ejercer de asesor de la policía? En la nueva serie de Filmin Bookish, su creador y protagonista, Mark Gattis, cree que sí, que uno puede hacer de detective aficionado sin dejar atrás sus queridos libros (que a menudo le sirven de inspiración para resolver los casos más complicados).

Bookish se sitúa en ese subgénero que uno ha decidido bautizar como thriller confortable, en la línea de clásicos de ese estilo como Colombo y Se ha escrito un crimen. Nada más empezar a ver el primer episodio de las andanzas del señor Gabriel Book (qué apellido tan adecuado para su oficio, ¿verdad?), todo nos recuerda a autores del pasado como Agatha Christie o, sobre todo, Arthur Conan Doyle, del que Mark Gattis es un gran admirador desde la más tierna infancia (por eso le salió tan bien la serie sobre Holmes y Watson ambientada en época actual y protagonizada por Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, en la que se reservó el papel del inquietante hermano de Sherlock en las altas esferas, Mycroft).

Fantasía criminal

Es decir, que, desde el principio, Bookish nos plantea unas tramas y una ambientación (el Londres de 1946, con los estragos de la guerra aún presentes) con las que nos encontramos muy a gusto. Los británicos ambientan de manera insuperable y aquí todo funciona: decorados, trajes, vestidos, complementos… Por no hablar de las interpretaciones, excelentes (Joely Richardson haciendo de actriz tronada a lo Gloria Swanson en Sunset Boulevard, está deliciosa en su tragicómica visión del personaje).

Imagen de la serie de Filmin ‘Bookish’

Como bonus inesperado, nos encontramos en esta fantasía criminal de tono retro con la intrahistoria de los personajes, inusual en una producción de estas características y que al principio puede sorprender o estorbar un poco, pero que enseguida se convierte en un buen elemento más. Luego volveremos a eso. Pero antes, ¿de qué va Bookish?

Gabriel Book (Mark Gattis) regenta una tienda de libros de segunda mano que atiende por Book´s (mucha gente le pregunta a qué viene la coma antes de la S) y está situada junto a la de su mujer, Trottie (Polly Walker), especializada en papeles pintados de lujo.

Un buen día aparece por la librería el joven Jack (Connor Finch), presidiario recién liberado al que el estado ofrece un futuro como ayudante del señor Book, tanto con los libros como con los crímenes del barrio, que son inusualmente abundantes. La actitud de los Book permite intuir que la presencia de Jack no se debe a una casualidad, que hay algo entre ellos que aún no sabemos, pero que va a ocupar un lugar importante en el curso de los acontecimientos.

Ambigüedad sexual

Aunque no pertenece a Scotland Yard, Book cuenta a su favor con su experiencia de espía militar durante la guerra y una carta de Winston Churchill que lo autoriza a meter la nariz en todo tipo de asuntos delictivos, para la alegría del inspector Bliss (Elliot Levey), que es a Book lo que Lestrade era a Holmes, y la desesperación del sargento Johnson (Blake Harrison), quien detecta en el detective librero una ambigüedad sexual que no le hace ninguna gracia.

Imagen de ‘Bookish’

En esta primera temporada, Book, Trottie, Jack y el inspector Bliss persiguen a todo tipo de asesinos a los que acaban pillando, mientras en la investigación sigue presente esa subtrama que añade un curioso plus a la serie y que me voy a permitir desvelarles (tranquilos, que la cosa se aclara al principio de la temporada):

Como algunos espectadores perspicaces ya habrán deducido, el matrimonio de Book y Trottie es un arreglo, un apaño, ya que el detective librero es homosexual, cosa muy mal vista en la Inglaterra de la época.

La relación con Jack

Se conocieron en un orfanato y se enamoraron, aunque cada uno a su manera: Trottie, de la tradicional; y Gabriel, de modo platónico, dado que sus preferencias sexuales iban por otro lado. Trottie avanzó el matrimonio cuando fue a comisaría a liberar a Book, detenido por prácticas nefandas…¿Y cual es la relación de ambos con Jack? Eso me lo callo, no vayamos a excedernos en el spoiler.

Puede que haya quien piense que el señor Gattis ha colado su agenda gay (lleva casado desde 2008 con el actor Ian Hallard) donde menos falta hacía, pero yo creo que ese elemento disruptivo aporta novedades a un relato que, sin él, sería una excelente serie más de detectives ambientada en los años cuarenta.

El público tendrá la última palabra a la hora de ver si Bookish cuenta con una segunda temporada o se conforma con ser una propuesta más de las muchas que pasan desapercibidas.