El norteamericano Andy Kaufman (Nueva York, 1949 – Los Ángeles, 1984) es, probablemente, el humorista más extraño de todos los tiempos, y las causas de su éxito constituyen un misterio insondable que el documental de Filmin Thank you very much (La comedia y el caos: el legado de Andy Kaufman) trata de desvelar con bastante acierto. Kaufman no es un tipo especialmente conocido en España, pero la biopic de Milos Forman con Jim Carrey en el papel principal, Man on the moon (1999), nos lo presentó de una manera asaz brillante (y la canción de REM del mismo título).
Llamar humorista al señor Kaufman no le hace justicia al personaje, un sujeto trufado de ideas absurdas que, en el escenario, fomentaba la incomodidad del espectador, que no sabía muy bien qué era lo que estaba viendo. Lo primero que hizo fue crear a Foreign man (El extranjero), un tipo que hablaba con un acento muy extraño y que, aparentemente, solo decía estupideces. No se tomaba la molestia ni de contar chistes.
El tipo salía, largaba un discurso delirante y levemente incomprensible, daba las gracias y se retiraba. La audiencia no sabía si reírse o matarlo. Daba la impresión de que aquel tipo no estaba bien de la cabeza (una de sus actuaciones consistió en comerse un bocadillo en escena) y lo suyo tenía toda la pinta de un suicidio profesional.
Chaladura in crescendo
Y, sin embargo, las chorradas del señor Kaufman calaron en una parte del público, hasta el punto de que fue invitado a sumarse al equipo de Saturday night live, donde siguió haciendo de extranjero incomprensible, procedente de una isla en el mar Caspio llamada Caspiar, y dividiendo de nuevo a la audiencia entre los que adoraban su estilo absurdo y surreal y los que deseaban perderlo de vista cuanto antes. Eso propició una encuesta popular entre los que querían echarlo y los que querían conservarlo en el programa de televisión: ganaron éstos por muy poco.
Imagen del documental 'Thank you very much'
Mientras su popularidad crecía, fue llamado a participar en la serie Taxi (1978 – 1983), donde se le permitió seguir haciendo el subnormal con una versión extendida del Extranjero, el caspiano Latka Gravas, que enseguida se convirtió en una mezcla de personaje principal de la telecomedia y mascota de la misma. A partir de ahí, la chaladura fue in crescendo, creando personajes para el escenario como su alter ego Tony Clifton, un crooner grosero y soez al que el público abucheaba, montando una gira nacional de combates de lucha libre con mujeres (a las que denigraba en cuanto podía), actuando junto a Laurie Anderson o llenando el Carnegie Hall de Nueva York con una actuación en la que sacó a bailar a una señora mayor a la que le dio un infarto y reventó en directo.
El camino más difícil
¿Tenía gracia Andy Kaufman o solo era un loco carioco con ganas de agotar la paciencia del público? Pues las dos cosas, como se deduce del documental dirigido por Alex Braverman y que relata muy amenamente la extraña peripecia vital y artística de este judío de Nueva York que falleció antes de tiempo a causa de un cáncer de pulmón (se extendió el rumor, conociendo al sujeto, de que su muerte era un bromazo de los suyos y que pronto aparecería vivito y coleando).
Imagen promocional del documental 'Thank you very much'
Lo cierto es que el tipo no se parecía a nadie del mundo norteamericano de la comedia y que no es extraño que haya pasado a la historia. Su camino fue el más difícil que podía emprender y, de alguna manera, logró ser aceptado por una sociedad en la que era evidente que no cabía. A mí me recuerda un poco a los primeros tiempos del humorista andaluz Ángel Garó, antes de que se convirtiera en personaje de la telebasura con sus funestas historias sentimentales y su arsenal de desgracias. Con Garó también dudabas entre reírte o exigir que te devolvieran el dinero. No sé si conocía a Kaufman, pero hay puntos de contacto entre ambos.
Thank you very much (que es lo que decía Foreign man después de agotar la paciencia del respetable) es un completo retrato de un sujeto extremadamente singular, y pasar en su compañía una hora y media es una experiencia tan peculiar como recomendable. Andy Kaufman no es para todo el mundo, pero los devotos del post humor subnormal lo disfrutarán mucho.