Hong Kong, 2014. La pérdida de su envidiable condición colonial, que le permitía el acceso al mundo anglosajón y mantenerse a una prudente distancia del paraíso comunista de la China continental, ha generado un ambiente de protesta permanente entre la población, sobre todo en su segmento juvenil. Lo que conocimos como La revolución de los paraguas está en su apogeo, pero, ajenas al sindiós generalizado, tres mujeres con diferentes grados de privilegio viven su vida como si allí no pasara nada. Se trata de Margaret (Nicole Kidman), Hillary (Sarayu Rao) y Mercy (Ji-young Yoo). Las dos primeras son ricas, están casadas con tipos pastosos destacados en la isla por sus respectivas empresas, y se pegan la vida padre (Margaret es una wasp de manual casada con un chino americano y Hillary es una india casada con un gringo desastroso, pero de posibles). La tercera es una coreana de Nueva York que no sabe donde le da el aire y ha acabado en Hong Kong porque ya no sabía dónde meterse en Estados Unidos. Estas tres mujeres son las protagonistas de la miniserie de Amazon Prime Expats (Expatriadas), escrita y dirigida por Lulu Wang (Pekín, 1983, responsable anteriormente de dos largometrajes, Posthumous, de 2014, y The farewell, de 2021), a partir de la novela de Janice K.Y. Lee (The expatriates, 2016, no traducida al español, idioma en el que solo se encuentra un texto anterior, La maestra de piano, editada por Salamandra).

El detonante de la historia es la desaparición en un mercado nocturno de Gus, el hijo de cuatro años de Margaret, quien se lo había confiado a Mercy, a la que acababa de conocer, porque se había rebotado con su fiel asistenta filipina Essie (Ruby Ruiz). Cuando le conviene, Margaret trata a Essie como si fuera de la familia, pero, si se ha levantado con el pie izquierdo, no pierde la menor ocasión de recordarle que es una sirvienta (lo mismo hace Hillary con su propia filipina, Puri, interpretada por Avelyn Pardenilla). En cualquier caso, el horror se ha instalado en la apacible existencia de Margaret y da la impresión de que lo ha hecho para quedarse.

Subtramas que sobran

Versión chino-americana de Los ricos también lloran, Expatriadas es un drama de interés humano en el que, curiosamente, resulta difícil sentir cierta empatía por esas mujeres que sufren. No son mala gente, pero las ricachonas viven en la luna y la buscavidas, que cree cargar con una maldición, puede agotar la paciencia de un santo con su conducta errática. Con lo que el espectador, a lo largo de los seis capítulos, se debate entre la comprensión y un ligero desprecio hacia tres privilegiadas que se consideran las mujeres que más sufren en todo el mundo. El mérito de la serie es que esa ambivalencia no impide el disfrute de la propuesta, cuya (¿buscada?) ambigüedad acaba resultando extrañamente estimulante.

Imagen de la serie 'Expats' AMAZON PRIME

Si hay algún problema en Expatriadas es el exceso de subtramas que te alejan del asunto central de la historia. Algunas son procedentes, como el hecho de que el marido de Hillary, David (Jack Huston) se líe con Mercy, la despistada que perdió al niño, y la deje embarazada. Otras no vienen a cuento y despistan más de lo que añaden: por ejemplo, los problemas de una amiga de las ricachonas con su impresentable marido o el sucinto análisis de la vida cotidiana de las emigrantes filipinas que deben limpiar la basura de los potentados (puede que en el libro funcionen, pero aquí más bien molestan).

Hong Kong, el cuarto personaje

Centrada en las mujeres de la historia, los personajes masculinos aparecen ligeramente desdibujados, como meros secundarios, a excepción de David, que es el único, gracias a su carácter catastrófico, que tiene una entidad propia. Historia de y para mujeres, Expatriadas tiene el detalle de no prescindir del todo de la audiencia masculina mínimamente sensible, que entrará fácilmente en ese sutil juego de emoción y desinterés que protagonizan Margaret, Hillary y Mercy. Tres mujeres, en el fondo, perdidas, cuyo destino es una mezcla del machismo circundante y de su propia pusilanimidad. Es mérito de las señoras Lee y Wang (y de las principales actrices, que están espléndidas, aunque el bótox no siempre permita expresarse a fondo a Nicole Kidman) haber prescindido de heroínas tradicionales enfrentadas a dramas que todo el mundo puede entender y sustituirlas por mujeres con sus virtudes y sus defectos a las que las cosas no les han salido exactamente como esperaban.

Hong Kong, a todo esto, se convierte en un cuarto personaje, tan agradable y tan discutible como las tres protagonistas. En resumen, estamos ante un producto tan interesante como extraño y difícil para una audiencia amplia, por lo que es de agradecer que Amazon diese luz verde a tan peculiar y escasamente comercial propuesta.