Corre por Movistar (de momento, en la sección de pago) una curiosa película italiana titulada Diabolik y consagrada a las andanzas de ese personaje de cómic creado en 1962 por las hermanas Angela y Luciana Gussani (entre los dibujantes han destacado Enzo Facciolo y Gino Marchesi) y que sigue publicándose a día de hoy, convertido ya en un clásico de los tebeos italianos, también conocidos como fumetti, que es como llaman ahí a los globos de los comics. Diabolik es un fenómeno exclusivamente italiano que no ha funcionado nunca en otros países. Su principal aportación a las historias de policías y ladrones consiste en la toma de posición de sus creadores, quienes convierten en héroe a un criminal y se divierten asistiendo a los fracasos de su némesis, el inspector Ginko, que presta sus servicios en la ciudad imaginaria de Clerville. Diabolik tiene una novia que ejerce también de partner in crime, Eva Kant, y nunca utiliza armas de fuego, contentándose con los puños o un cuchillo.

Como el Ethan Hunt de Misión Imposible, Diabolik es un maestro del disfraz y puede adoptar la identidad de quien le apetezca gracias a unas logradísimas máscaras que él mismo elabora en su guarida, que recuerda un poco a la cueva de Batman. De hecho, el personaje está hecho a trozos de otros, y hay en él algo de Arsenio Lupin, algo de James Bond, algo del hombre murciélago (en vez del Batmobile, nuestro hombre conduce un estilizado Jaguar de color negro), algo del Fantomas de Pierre Souvestre y Marcel Allain y hasta algo de la Musidora de Les vampires, el serial mudo de Louis Feuillade, pues va vestido de látex negro de la cabeza a los pies, cual adicto al bondage. ¿Cae simpático? No exactamente. De hecho, es un tipo frío y sin escrúpulos con el que resulta muy difícil empatizar, pero en Italia llevan enamorados de él desde 1962 y es probablemente el héroe más inmoral de toda la historia del comic.

Luca Marinelli, embutido en latex, en la película 'Diabolik' / MOVISTAR 

Diabolik fue llevado al cine por primera vez en 1968 en una entretenida película (o así la recuerdo de cuando la vi en un cine de barrio) dirigida por Mario Bava y protagonizada por John Philip Law, Marisa Mell y Adolfo Celi. Y ahora han sido los hermanos Antonio y Marco Manetti, que firman sus largometrajes como Manetti Bros, los encargados de reverdecer sus turbias andanzas. A los Manetti, por cierto, no les fueron muy bien las cosas hasta el 2018, cuando ganaron el premio David de Donatello por su película Amore e malavita. Intentar acceder al mercado internacional con una película basada en un comic que casi nadie conoce fuera de Italia es de una osadía rayana en la desfachatez, pero lo importante es que la cosa ha salido bastante bien y que su Diabolik constituye una muy interesante rareza en el panorama cinematográfico europeo.

Ambientada en la ciudad inventada de Clerville, en la que todo está escrito en italiano, pero no queda del todo claro que la acción transcurra en Italia, Diabolik se basa en los primeros tiempos de la serie, cuando el ladrón embutido en látex lleva una doble vida de hombre casado y delincuente profesional (Luca Marinelli). De hecho, la ambientación, difusa e intemporal (no sabemos muy bien donde estamos ni en qué época) recuerda un tanto a la de las dos entregas del Batman de Tim Burton, donde Gotham City era y no era Nueva York. Asistimos aquí al encuentro entre Diabolik y Eva Kant, una preciosa amante del lujo y las joyas (Miriam Leone) con la que formará pareja delictivo-sentimental a partir de entonces (su mujer sale corriendo cuando descubre a qué se dedica su maridito). Los Manetti Bros ya han anunciado una próxima secuela de esta película.

Una imagen de la película italiana 'Diabolik' / MOVISTAR

Un siniestro Robin Hood

Aunque especialmente dirigida a los fans italianos del personaje enmascarado, Diabolik también puede ser disfrutada como la rareza que es por cualquier aficionado al cine policíaco y de aventuras, aunque cueste un poco sentir una mínima empatía por un asesino y ladrón cuya única excusa moral es que él siempre roba y elimina a los ricos, cual especie de siniestro Robin Hood. No sé de qué oscuros recovecos de la mente sacaron las hermanas Giussani en 1962 a este delincuente frío y amoral, pero se hicieron de oro con él en su Italia natal, donde, como ya he dicho, siguen publicándose sus aventuras. Su principal logro: triunfar con un héroe entre hierático y desagradable cuyo principal enemigo, el inspector Ginko (Valerio Mastandrea), es lo que Lestrade a Sherlock Holmes. Diabolik no se lo pone fácil a los consumidores de extravagancias filmadas que no sean italianos, pero yo me lo he pasado pipa con este delirio de los hermanos Manetti que no es para todo el mundo, pero puede hacerse con un (reducido) público en España, donde, si no recuerdo mal, sus fumetti se editaron durante un breve lapso de tiempo justo después del franquismo, aunque no los compró casi nadie.

No sé si estoy convenciendo a alguien con este artículo para que vea el Diabolik de los Menotti Bros, pero prometo encajar dignamente los insultos de quienes intenten verlo y les dé cien patadas. Me temo que la cosa tiene mucho de placer culpable, pero acumulo ya tantos que uno más no importa, supongo.