El 6 de marzo de 1978, el político italiano Aldo Moro, líder de la Democracia Cristiana que se disponía a formar un gobierno de coalición con los comunistas de Enrico Berlinguer, fue secuestrado por las Brigadas Rojas y, tras casi dos meses de cautiverio, asesinado tras un juicio absurdo a cargo de los propios terroristas, una pandilla de iluminados muy en la línea de la alemana banda Baader--Meinhoff, con la que compartió el dudoso honor de protagonizar en la Europa de la época unos genuinos años de plomo (en España teníamos a ETA, la pandilla más imbécil de todas porque lo suyo era de alcance doméstico, no como las Brigatte rosse o la Baader-Meinhoff, que, en teoría, aspiraban a una revolución total y absoluta). En 1978, quien esto firma tenía 22 años y estaba demasiado ocupado escuchando a Ultravox y a los Talking Heads como para hacerse una idea cabal de lo que representó en Italia el secuestro y asesinato de Aldo Moro y lo que significó el terrorismo de extrema izquierda en la Europa de la época. Sobre la Baader-Meinhoff me puse al día hace unos pocos años con la película alemana Fracción del Ejército Rojo. Y sobre el caso Moro acabo de darme una excelente y didáctica inmersión gracias a la miniserie (seis episodios) de Filmin Esterno notte (Exterior noche), dirigida por un Marco Bellochio que, a sus 83 años, se encuentra en plena forma.
Exterior noche es una coproducción de la RAI y el canal ARTE francamente brillante. Puede que los más jóvenes, que no son el target de la propuesta, no sepan ni de qué o de quién se les está hablando, pero es de gran utilidad para carcamales como yo que no hicieron los deberes en su momento, cuando, víctimas del inevitable solipsismo juvenil, se dedicaban a sus cosas como si no les importara lo más mínimo lo que sucedía en el mundo. Sí recuerdo, entre mis compañeros de universidad, cierta comprensión (y hasta admiración en algunos casos) por las Brigadas Rojas o la Baader--Meinhoff, sendas pandillas de fanáticos que consideraban que todo el mundo, menos ellos, eran de extrema derecha (incluidos los comunistas). Si en Fracción del ejército rojo, Ulrike Meinhoff quedaba como una burguesa malcriada con complejo de culpa y Andreas Baader, directamente, como un tarugo que había encontrado en la revolución socialista una excusa para asesinar a sus semejantes, los miembros de las Brigatte Rosse que aparecen en Exterior noche no salen mucho mejor parados, pues nos son representados como unos desequilibrados quiméricos con los que, en el fondo, ningún partido de izquierdas quiere tener nada que ver.
El papel de la Democracia Cristiana
Pero Bellochio ha optado muy sabiamente por repartir las culpas del triste destino de Aldo Moro entre los terroristas y la Democracia Cristiana controlada férreamente por el turbio Giulio Andreotti (1919--2013), ya inmortalizado por Paolo Sorrentino en Il Divo y que presidió el Consejo de Ministros italianos siete veces, pactando con quien hiciera falta (hasta con la mafia) para mantenerse en el poder. El Aldo Moro (interpretado por Fabrizio Gifuni) que nos muestra Bellochio es un meapilas con buena intención, un buen tipo dispuesto a pactar con los comunistas para formar gobierno, así como un amigo del papa Pablo VI (el gran Toni Servillo, quien interpretó a Andreotti en Il divo) y padrino del que acabaría siendo presidente del gobierno tras su muerte, Francesco Cossiga (Fausto Russo Alesi), al que el propio Moro considera un enfermo bipolar cuyas constantes subidas y bajadas no lo hacen especialmente fiable.
No hay en Exterior noche simpatía o comprensión algunas hacia las Brigadas Rojas, pero tampoco las hay para la Democracia Cristiana, partido corrupto a más no poder y trufado de simpatizantes de Mussolini, especialmente entre los militares. El secuestro y asesinato de Moro fue una atrocidad terrorista, insinúa Bellochio, pero a Andreotti le fue de perlas para quitarse de encima a alguien que molestaba al sector más reaccionario de la Democracia Cristiana y, probablemente, a él mismo. Aldo Moro, pues, como víctima total: cae en manos de unos zumbados y, encima, su partido de toda la vida no mueve un dedo para salvarle el pellejo.
Espléndida lección de historia reciente de Italia, Exterior noche es una muestra perfecta de las excelencias del formato de miniserie para explicar adecuada y completamente una historia. Puede que no sea para todo el mundo, pero yo diría que a los jóvenes frívolos que a finales de los 70 se desentendían de lo que pasaba en el mundo de los adultos les resultará una didáctica, amena y demorada lección (como así ha sido en mi caso). A destacar el brillo narrativo del octogenario señor Bellochio, el bien estructurado guion (cada capítulo se centra en el punto de vista de los principales protagonistas de la trama), la excelencia de los actores y la inspirada partitura del para mí desconocido Fabio Massimo Capogroso: no sé si fue suya la idea de incluir el Por qué te vas de José Luís Perales cantado por Jeanette, pero resulta extrañamente oportuno como fondo sonoro de las desgracias de ese tipo bienintencionado que fue Moro y que, como a veces le pasa a esa clase de gente, acabó atrapado entre la espada y la pared, sin posibilidad alguna de salvarse.